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La 'pared de los abrazos' permite el contacto físico en una comunidad durante la pandemia

Un poco de inspiración —y plástico— ayuda a que los seres queridos puedan conectarse.

Un anciano se abraza con un visitante a través de una cortina de plástico

Cortesía de Westminster-Canterbury

El director ejecutivo de Westminster-Canterbury, Ben Unkle, está de pie al lado de una pared para abrazar, donde un residente disfruta un abrazo con su visitante.

In English | ¿Quién hubiera pensado que una simple cortina para la ducha podría hacer tanto más que mantener seco el piso del baño? Esa fue la observación de Betsy Via, de 82 años, después de abrazar a su hijo Rex Hodgson, de 60 años, a través de la "pared de los abrazos" —una lámina de plástico transparente— que se montó en su comunidad de adultos mayores en Virginia Beach, Virginia, hace unas semanas. Era la primera vez que ella y su esposo David, de 92 años, veían en persona (y, sin duda, tocaban) a Rex, quien vive en Richmond, Virginia, desde que la COVID-19 empezó a propagarse en todo el país en marzo del 2020.

Los Via viven en Westminster-Canterbury, en Chesapeake Bay, una comunidad sin fines de lucro con vista al mar y unos 700 residentes. El centro tiene dos paredes de los abrazos, y las dos se parecen menos a una pared y más a una cortina de baño muy reveladora. El concepto es sencillo: una cortina de plástico para la ducha se sujeta con anillos a un tubo que cuelga del techo en forma de recuadro. El residente entra en el espacio rodeado de cortinas por los tres lados, mientras sus hijos, nietos o a quienes quiera abrazar se quedan afuera. Se abrazan a través del plástico, el cual es lo suficientemente flexible para permitir un abrazo completo. Después, la cortina se desinfecta completamente con un rociador electroestático.


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"Fue un poco ruidoso", dice Betsy, "pero funcionó, y nos encantó".

El personal decidió montar la primera pared a principios de noviembre, dice Ben Unkle, director ejecutivo de Westminster-Canterbury, porque, "todos necesitan sus abrazos navideños". La pared está ubicada cerca de una entrada (para que el familiar no tenga que ingresar mucho en el edificio), en una de las estaciones de visita de la comunidad, que son áreas parecidas a una sala de estar con divisores de plástico entre los visitantes y los residentes, que pueden reservarse por 45 minutos. Después, las estaciones de visita se limpian durante 15 minutos antes de que entre el siguiente grupo. La pared de los abrazos se puso tan popular que el personal aumentó otra justo antes del Día de Acción de Gracias —durante el fin de semana del feriado, ambas paredes estuvieron reservadas sin interrupción por familias deseosas de abrazarse—.

"Entras y recibes la sonrisa y el contacto físico que es tan importante". 

— Ben Unkle, director ejecutivo de Westminster-Canterbury
Dos mujeres sentadas en la parte exterior de un restaurante

Cortesía de Westminster-Canterbury

Antes de crear la "pared para los abrazos", Westminster-Canterbury creó una "sala exterior", al usar una barrera de plexiglás que separaba a los residentes de sus familias.

El Dr. Amesh A. Adalja, académico principal en el Centro para la Seguridad Médica de Johns Hopkins en Baltimore, afirma que utilizar este tipo de barrera física es una opción segura durante la pandemia y es ideal "para las personas que son muy reacias a correr riesgos" y "en lugares donde están tratando de eliminar la mayor cantidad de riesgos posible".

El personal de Westminster-Canterbury ha hecho de la seguridad una prioridad —"Insistimos, de manera militar, en el uso de las mascarillas", dice Unkle— y hasta ahora no han tenido un solo caso de COVID-19 en su hogar de ancianos y centro de vida asistida, que alberga a 60 residentes, y solo han tenido dos casos aislados entre los residentes de vida independiente. (Virginia Beach, en cambio, ha tenido más de 10,800 casos desde que comenzó la pandemia).

La pared de los abrazos se alinea con la misión de esta comunidad para jubilados con estilo centro turístico, la cual es proteger y promover el bienestar, tanto físico como emocional, dice Unkle: "Es seguro, sencillo y económico, pero tiene un impacto gigantesco. Todos deberían hacerlo".

Desde luego, no es un concepto nuevo. Las familias han estado usando láminas de plástico como una barrera para recibir algo bastante aproximado a un abrazo previo a la pandemia; a veces la llaman sábana para abrazar, guante para abrazar o cortina para abrazar. Una abuela de Nueva Jersey fue aún más ingeniosa y se vistió con un disfraz de unicornio que la cubría de los pies a la cabeza a fin de poder visitar a sus nietos de manera segura y abrazarlos.

Betsy dice que su familia se echó a reír al ver la pared de los abrazos por primera vez. "Les dije: 'No tienen que usarla. A lo mejor suena medio tonto'", cuenta, "pero Rex contestó, 'no, quiero abrazarte'".

Entonces, Betsy entró con David en el espacio rodeado por la cortina y, a través de ella, abrazaron a Rex y a su esposa Joanne. Esto hizo que la visita fuera superespecial, dice Betsy, y agrega que casi se pone a llorar al hablar de ello. "Y yo no soy de las que lloran… es que realmente me había olvidado de lo maravilloso que es abrazar a los hijos".