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La presión arterial, un nuevo punto crucial para la demencia

Según investigaciones, una presión sistólica de no más de 120 ayuda a preservar el cerebro.

Esfigmomanómetro aneroide, medidor de presión

GETTY IMAGES

In English |  Los principales resultados publicados hoy en la conferencia de la Alzheimer's Association muestran que verdaderamente puedes tomarte una pastilla para ayudar a evitar la demencia: es decir, una pastilla para controlar la presión arterial.

Aunque por cierto tiempo se ha observado una relación entre la presión arterial y la demencia, los resultados publicados hoy —que reducir la presión sistólica a 120 reduce el riesgo de demencia en un 15%— representan un adelanto importante como el primer ensayo clínico aleatorio que haya medido el efecto directo de dicha relación.  

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Las investigaciones siguen estudios europeos sobre la demencia comentados en las noticias y publicados este año que muestran cómo hasta una leve presión arterial alta a los 50 años podría contribuir a la demencia en los 70 años. Esos estudios, sin embargo, no pusieron a prueba el efecto que reducir la presión sistólica a 120 pudiera tener en un grupo en particular en comparación con un grupo de control. 

"Por muchos años han existido pruebas observacionales de que estas dos cosas están relacionadas, pero observación y causalidad son dos cosas distintas", dice el autor principal del estudio, el doctor Jeff D. Williamson, jefe de geriatría y gerontología en la Facultad de Medicina de Wake Forest. Sus investigaciones no solo mostraron una relación causal, sino que lo hicieron después de un promedio de cuatro a cinco años en los que los participantes mantuvieron un número superior de presión arterial de 120. "Esto es un resultado muy alentador porque significa que no es necesario mantener la presión sistólica más baja por mucho tiempo para lograr esa reducción en el riesgo", dice él.

¿Qué más es alentador? Que el umbral de la presión sistólica más baja tuvo un efecto directo en la etapa más temprana de la enfermedad, logrando reducir el deterioro cognitivo leve en un 19%. "El deterioro cognitivo leve es la etapa más temprana, una que para la mayoría de las personas es aún más importante porque puede conllevar a la demencia o hasta a la enfermedad de Alzheimer", explica Williamson. "Si se puede detener temprano, se puede lograr el máximo impacto".

Los resultados provienen del mismo estudio que usó como base la American Heart Association a finales del año pasado para sugerir normas más bajas de presión sistólica para todas las personas, de menos de 140 a menos de 120. Conocido como el Systolic Blood Pressure Intervention Trial Study (Estudio de Intervención de la Presión Arterial Sistólica), o SPRINT, el ensayo clínico de tres componentes respaldado por el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre de los Institutos Nacionales de la Salud estudió a 9,361 participantes para comprobar cómo la nueva meta de presión arterial más baja, que es más difícil de lograr, afecta el corazón, los riñones y el cerebro.

Los participantes se dividieron en dos grupos; uno de los grupos mantuvo una presión sistólica de 140 y el otro grupo se trató con medicamentos —y además recibió consejos sobre sus dietas y cómo ejercitarse— para reducir su presión sistólica a 120. Para medir el efecto en la demencia, los participantes realizaron pruebas cognitivas periódicamente; un panel de expertos, que incluyó a neurólogos y geriatras entre otros, los examinaron y entrevistaron también. Otro grupo de investigadores afiliados a la University of Pennsylvania hizo escáneres del cerebro.

Respecto a los factores que podrían causar los resultados, Williamson explica que, si no se trata, la presión arterial más alta puede estresar las arterias y cambiar las paredes de los vasos sanguíneos, que entonces pueden provocar la inflamación del cerebro que conlleva a la demencia. También señala a las investigaciones respaldadas por la University of Pennsylvania, cuyos resultados también se publicaron en la conferencia de hoy, que relaciona la presión arterial objetivo más baja con la producción de una menor cantidad de materia blanca cerebral, otro marcador biológico de la demencia.