Carbonada... cuando te vuelva a ver...
Un plato argentino que lo puede maravillar por la sencillez de su preparación.
Cuando pensamos en Argentina, esa bella tierra al sur de nuestro continente, mezcla de llano y montaña, de poesía que se hace lenguaje cotidiano, de música que nos arrima a nuestras memorias más íntimas, de fútbol y pasión por la vida, pensamos, inevitablemente también en un buen churrasco. La carne rosada por dentro, el olor a humo aún saliendo de cada fibra, la maravilla de un buen trozo de carne que nada necesita si se sabe asar bien.
Pero más que la carne de res asada, hay un plato argentino que siempre me ha maravillado por la sencillez de su preparación y también, por la belleza de su presentación: la carbonada criolla.
La carbonada es argentina por adopción pues su origen es belga. Siendo Argentina una tierra de immigrantes, la receta de esta cazuela criolla se enriqueció con otros ingredientes propios de la región. Lo cierto es que, aunque no muy común en la capital, aún quedan algunos restaurantes que la sirven al estilo tradicional argentino: dentro de un zapallo (o calabaza) como olla. Es un plato fuerte con las características de un plato de sierra por la presencia de la carne y ahora, en su versión sudamericana, del maíz. Es también un plato de invierno, pero usted puede hacer variaciones más ligeras en cualquier época del año en la carne y en los vegetales, aunque ya estará introduciendo su propia versión. ¿Pero quién no hace eso en la cocina? Y son platos como éste que permiten la invención, el cambio en algún que otro ingrediente los que más se agradecen a la hora de una buena cena.
La carbonada criolla es de esos platos que sin pretensión alguna y tal vez por su propia sencillez conquistan la mesa. Usted puede estar horas preparando alguna receta complicada de esas que llevan la elaboración minuciosa de cada ingrediente y al final, si la sirve al lado de una carbonada criolla, en su tazón de zapallo, le aseguro que los ojos de todos voltearán hacia este suculento guiso cuyo secreto mayor es dejar que todo se cocine en su tiempo para obtener el máximo sabor de cada ingrediente.
Los latinos estamos acostumbrados a las sopas, los caldos y los guisos de nuestra región, ya sea de costa, llano o montaña, cada zona tiene siempre su plato suculento de esos que, al decir popular "levantan muertos". Pero en la gran mayoría de los casos, estos guisos son platos acompañantes o entradas. No así con la carbonada, que en sí misma se lleva todas las categorías del menú, menos el postre. Aunque, ¡cuidado!, la carbonada tiene también su toque dulce en las peras que lleva.
Para esta época de fiestas, pensando en cómo engalanar la mesa sin arruinar el bolsillo, esta delicia argentina resalta como una de mis favoritas. Los ingredientes son todos de precio bajo o moderado. Los zapallos y calabazas están en estación. El resto es todo tiempo de cocción, el cual estoy segura de que disfrutará sólo al pensar la sorpresa de muchos al ver la presentación tan exquisita de este plato. Es, en definitiva un plato alegre, por los colores y la mezcla de sabores que se han ido integrando con la cocción. El buen paladar lo agradece, y le garantizo que mientras la degusten con un buen vino de mesa, para sus invitados, como dice el tango "no habrá más penas ni olvido".