José pasó décadas trabajando en la industria de niquelado en California, empezando como obrero de producción y llegando a ocupar el puesto de gerente en varias empresas. Eso fue antes de que una serie de problemas físicos y psicológicos —entre ellos discopatía lumbar, asma, depresión y trastorno por estrés postraumático (TEPT)— lo obligaran a dejar de trabajar después de los 50 años.
El residente de la región del este de la bahía de San Francisco, que consintió en hablar con la condición de que solo se lo identificara por su nombre de pila, solicitó los beneficios del Seguro por Incapacidad del Seguro Social (SSDI). Su solicitud fue aprobada en el 2021, pero solo después de cinco años y dos denegaciones. Durante ese tiempo se vio obligado a depender de programas de asistencia pública.
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“Tuve ocho cirugías y no podía ir a trabajar”, explica. “Fue terrible”.
José, que ahora tiene 63 años, es uno de los cientos de miles de personas en el país que han sido abandonados en el limbo durante meses, incluso años, por el sistema de beneficios por incapacidad del Seguro Social, donde las demoras prolongadas en las decisiones relacionadas con los beneficios se han convertido en la norma.
A fines de la década del 2010, la Administración del Seguro Social (SSA) solía tardar entre 110 y 120 días en procesar una solicitud inicial de beneficios por incapacidad, según datos de la agencia. En diciembre, la espera promedio fue de 228 días, o más de siete meses.
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Los tiempos de espera cada vez más largos para obtener determinaciones sobre los beneficios por incapacidad son solo uno de los aspectos de la crisis de atención al cliente del Seguro Social. Las personas que llaman a la línea nacional de ayuda de la SSA deben esperar 36 minutos, en promedio, para ser atendidos y obtener respuestas a preguntas rutinarias.
Los socios de AARP han enviado cerca de 1.2 millones de mensajes instando a sus congresistas a apoyar un aumento en la financiación para el servicio de atención al cliente del Seguro Social. Averigua cómo unirte a la campaña (en inglés) y hacer oír tu voz.
La espera promedio para recibir una respuesta a una solicitud de reconsideración presentada ante la SSA, el primer paso para apelar una solicitud denegada, es de siete meses. Si se rechaza la solicitud de reconsideración, puede tomar un promedio de 15 meses adicionales pasar a la siguiente fase, una audiencia ante un juez de derecho administrativo del Seguro Social, la fase en que José finalmente obtuvo la aprobación.
En cierto sentido, al menos, José tuvo suerte. Según datos federales, alrededor de 10,000 personas mueren cada año mientras sus solicitudes de beneficios por incapacidad avanzan por el sistema.
“He estado haciendo esto desde 1976 y esta es la peor situación que jamás he visto”, dice John Heard, un abogado de San Antonio y expresidente de la Organización Nacional de Representantes de Solicitantes al Seguro Social, una asociación de membresía para abogados y defensores profesionales que se enfoca en casos de discapacidad.
“Las demoras están afectando a todo el mundo”
El Seguro Social administra dos tipos de pagos de beneficios por incapacidad. El SSDI es un beneficio por discapacidad general, disponible para personas que han trabajado pero que ya no pueden debido a una enfermedad grave. La Seguridad de Ingreso Suplementario (SSI) es un programa que protege a las personas de 65 años o más o aquellas que tienen una discapacidad y disponen de ingresos y bienes muy limitados.
Los programas son distintos, pero los requisitos médicos para tener derecho a participar son iguales. Debes padecer una enfermedad que te impida generar ingresos sustanciales y que se prolongará al menos un año o resultará en la muerte. El proceso, en el mejor de los casos, es complicado, ya que requiere documentación extensa sobre la enfermedad del solicitante y una serie de apelaciones cuando las reclamaciones se deniegan en un principio, como sucede en la mayoría de los casos.
Quienes han trabajado en el sistema durante décadas dicen que siempre ha habido demoras, especialmente en la fase de las audiencias. No obstante, en años recientes, todas las personas que han presentado reclamaciones han experimentado obstáculos.
“Hemos visto un aumento tremendo en el tiempo que se demoran las fases iniciales del proceso durante los últimos dos o tres años”, señala Chris Doherty, un abogado de Beverly, Massachusetts, que ha ejercido el derecho de discapacidad por más de 30 años. “El extraordinario nivel de retrasos está afectando a todo el mundo ya que todas las personas que presentan solicitudes están experimentando demoras”.
Las demoras forman parte de una crisis mayor en la atención al cliente que llegó después de la pandemia, que causó que las oficinas del Seguro Social permanecieran cerradas sin brindar atención en persona en casi todos los casos durante más de dos años y que la fuerza laboral de la agencia se redujera al nivel más bajo del último cuarto de siglo, dejando a las personas más necesitadas en un estado de incertidumbre prolongado.
Las autoridades de la SSA apuntan al déficit crónico de financiación como el principal culpable. El presupuesto administrativo de la agencia se ha reducido en un 17% desde el 2010, teniendo en cuenta la inflación, mientras que el número de beneficiarios a los que atiende ha aumentado un 22%, según el Center for Budget and Policy Priorities, un grupo de expertos radicado en Washington D.C.
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