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‘Tito and the Birds’: Epidemia de miedo

Cinta animada brasileña tiene una técnica innovadora y un mensaje milenario.


GÉNERO:
Animación
PAÍS: Brasil
DIRECTORES: Gustavo Steinberg, Gabriel Bitar y André Catoto
GUION: Eduardo Benaim y Gustavo Steinberg
DURACIÓN: 73 minutos


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“Libres y rechazadas”, así describe a las palomas que vuelan por São Paulo una vagabunda con la que se topan los pequeños héroes de Tito and the Birds. Ella, al igual que otros seres marginales (de quien se podría decir lo mismo), guardan los secretos de un orden que se perdió hace mucho tiempo en la ciudad brasileña. Un grupo de niños pretende restaurarlo recuperando el idioma de las aves que, en tiempos ancestrales, se comunicaban con los seres humanos y les ayudaban a evitar crisis como la que ahora están viviendo. En el trazo brusco y los colores —por un lado, grises y sin vida; por el otro, rojos y estridentes— Tito and the Birds crea una imagen de caos que resulta chocante al principio, pero que se entiende después.

El causante de que São Paolo y sus ciudadanos se encuentren en estado de pánico es un poderoso magnate de bienes raíces que a través de la televisión infunde miedo acerca de los grandes peligros que les rodean, que van desde los objetos y los animales hasta los seres humanos “malos”. Su respuesta para protegerse del mundo son conjuntos habitacionales protegidos por una gran coraza magnética que electrifica a quien no sea bienvenido (todos quienes no puedan pagar, se entiende; incluidas, por supuesto, las aves). Pronto se empieza a propagar una gran epidemia de miedo, una enfermedad muy contagiosa, por lo que se aísla a quien muestra señales de tenerla. El Miedo es un mal progresivo que va entumeciendo poco a poco los miembros de quien la padece, hasta que, en su última etapa, paraliza por completo.

Escena de la película brasileña Tito and the Birds

Cortesía de Shout! Studios y Bits Filmes

Tito, un niño de 10 años, vive feliz con sus padres y Buiu, el hijo de la trabajadora doméstica que ha crecido con él como si fuera su hermano. Aunque Buiu tiene los ojos “saltones” de nacimiento, se tiene que cuidar de que parezca que se le han “saltado” porque ha sido contagiado de Miedo. El gobierno ha desplazado a escuadrones de vigilantes que van amenazantes por las calles cubiertos de pies a cabeza con armas fumigadoras intimidando a quienes den señales de portar el mal. El papá de Tito es un idealista que está tratando de crear una máquina para poder volver a interpretar el lenguaje de las palomas, quienes desde tiempos ancestrales han traído mensajes de paz y esperanza que podrían resolver la situación.

En el sótano de la casa, Tito y su papá, Rufus, tratan de echar a andar la máquina. El experimento falla y la casa se llena de humo. Furiosa, la mamá le prohíbe a su esposo que vuelva a involucrar al niño en sus locas iniciativas. El papá sale de la casa y ya no regresa. La mamá piensa que los abandonó y Tito, que todo fue su culpa. En secreto, Tito sigue trabajado en la máquina y la presenta en un concurso en la escuela. Nuevamente, al echarla a andar, una pluma se atora en el mecanismo, creando caos en la escuela. Tito es suspendido por un mes. Un compañero millonario (hijo del magnate), le propone ayudarlo a construir su máquina y Tito se introduce en la inmensa y escalofriante mansión, y junto con Buiu y otra amiga, tendrán que ingeniárselas para escapar una vez que el malvado dueño se da cuenta de que están tratando de curar a la población del Miedo, lo cual arruinaría su negocio.

La disparatada trama tiene muchos elementos que serán más fáciles de entender para un adulto que para un niño, pero la innovadora técnica que mezcla óleo (como Loving Vincent de 2017) con dibujos digitales y animación gráfica, puede atraer a los pequeños. El estilo expresionista en boga en la Europa de los años 30 se antoja idóneo para reflejar el sentimiento imperante de nuestros tiempos. El trazo de “brocha gruesa” y el constante movimiento parecen reflejar el constante desasosiego en el que se vivimos. Tito and the Birds puede parecer una fantasía desaforada, una situación apocalíptica propia de una trama futurista. Pero, basta recordar eventos en el pasado reciente de Brasil en el que “escuadrones de la muerte” formados por paramilitares mataron a cientos de niños pobres en las favelas, y que hasta ahora circulan versiones de brigadas paramilitares que salen a matar perros callejeros.

Al final, las palomas a las que tan desesperadamente quiere escuchar Tito no revelan otro mensaje que recordarles a los hombres que, desde tiempos ancestrales, otros animales huyen o atacan cuando sienten miedo, pero que los seres humanos se reunían y colectivamente buscaban lo que había detrás de aquello que los hacía temer, para enfrentarlo. A lo mejor la trama y la animación de Tito and the Birds no necesitaba ser tan intrincada y elaborada para lo que sería su último propósito, pero al reproducir visualmente el ruido, el caos, la cacofonía circundante, nos estaba preparando para un viaje que nos llevaría a un cielo despejado y a la claridad de su sencillo mensaje. Vale la pena introducirse en los laberínticos y estridentes colores de Tito and the Birds para escuchar el canto olvidado de las aves.  

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