Para muchos, los días después de Navidad son como un descanso justificado. Es casi como una pausa en esa maratón que comienza con el Día de Acción de Gracias, continúa con bastones de caramelo y numerosas celebraciones navideñas y culmina con la cuenta regresiva y la caída de la bola el 31 de diciembre. Pero ¿por qué no recargar las baterías y aprovechar a viajar cuando no hay tantos viajeros? Si eliges el destino apropiado, en la semana entre Navidad y Año Nuevo no habrá muchos visitantes, lo que es una oportunidad ideal para hacerte una escapada de tres días. Visita una ciudad donde no hayas estado nunca, disfruta de paisajes nuevos que tal vez estén muy concurridos en los meses más cálidos y vuelve a casa con tiempo suficiente para enfriar la champaña.
Aquí seleccionamos algunos destinos, todos ellos accesibles en automóvil desde ciudades importantes, por lo que no tendrás que lidiar con aeropuertos. Por lo general, las habitaciones en estas ciudades tienden a ser más económicas durante las vacaciones de las fiestas, especialmente en los sitios en que las tarifas comienzan a aumentar cuanto más se acerca la noche de Año Nuevo.
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Washington D.C.
Si los recuerdos de viajes escolares con largas filas hacen que descartes Washington D.C. como destino de vacaciones, respirarás con más facilidad después de Navidad. Con el receso del Congreso y muchos de los funcionarios electos y su personal fuera de la ciudad, puedes llegar y disfrutar algunos paseos turísticos antes de que los hoteles aumenten las tarifas. Washington está a unas dos horas y media de Filadelfia y a algo más de cuatro horas de Raleigh, Carolina del Norte. La ciudad está “tranquila, hay habitaciones disponibles… y las tarifas también bajan esa semana y aumentan un poco” a medida que se acerca la noche de Año Nuevo, confirma Michelle Neal, gerenta sénior de Relaciones Públicas de IHG Luxury & Lifestyle Americas, la compañía dueña de los hoteles Kimpton e InterContinental. Encontrarás temperaturas de entre 40 y 45 °F, un clima cómodo para quienes quieren caminar o movilizarse con el sistema de transporte del Metro.
Casi una docena de los 23 museos y galerías del Instituto Smithsoniano se encuentran a poca distancia a pie del National Mall. Con una habitación en el Kimpton Hotel Monaco, a unas cinco cuadras, podrás llenar la agenda de varios días con visitas a museos y sitios famosos, y también cenar sin necesidad de un auto. El hotel está próximo al estadio Capital One Arena, por lo que prácticamente podrás escuchar a los fanáticos de los Washington Wizards y de los Washington Capitals alentar a sus equipos. Ambos equipos juegan como locales en ese estadio la semana después de Navidad. Para un poco de nostalgia, el Watergate Hotel —parte de ese complejo de triste fama— es un hotel de lujo a mitad de camino entre el centro de Washington y Georgetown, un vecindario más tranquilo.
Si bien todos los museos dentro del Instituto Smithsoniano en D.C. son gratuitos, algunos —como el Museo Nacional de Historia y Cultura Afroamericana y el Monumento a Washington— requieren pases de admisión con horarios específicos que deben solicitarse con anticipación en línea. (En el Monumento a Washington se cobra un pequeño cargo de servicio). A unos 30 minutos en auto hacia el oeste de la ciudad, en la vecina Virginia, se lleva a cabo la celebración Winter Lantern Festival, con más de 1,000 linternas chinas hechas a mano que iluminan el cielo. También encontrarás menos gente en Mount Vernon, la casa de George Washington, a unos 40 minutos hacia el sur.
Lake Geneva, Wisconsin
Ubicada a unos 90 minutos en auto de Chicago, e incluso más cerca de Milwaukee, Lake Geneva comenzó a atraer a las familias ricas a sus costas después de la Guerra Civil. Fue entonces cuando comenzaron a aparecer grandes casas de veraneo —la contraposición a Newport, Rhode Island, en el Medio Oeste— propiedad de familias como los Wrigley, famosos por la goma de mascar, y el fabricante de bicicletas Schwinn. La ciudad cuenta con muchos residentes permanentes. Una visita después de Navidad permite aprovechar el clima frío pero aún tolerable de principios del invierno antes de que lleguen las heladas intensas, y ahorrar alrededor del 30% en el alojamiento en comparación con la temporada alta de verano.
En un día soleado, las temperaturas de alrededor de 35 °F pueden parecer más cálidas, lo que es perfecto para caminar por los senderos que rodean el lago y pasan por las viviendas históricas. La mayoría de las casas se encuentran en el lado norte del lago. Allí está también el Observatorio Yerkes, aunque esa semana estará cerrado. La casa más espectacular, Stone Manor, se encuentra sobre la costa este, apenas al sur del centro de la ciudad. Los sitios para comer emplazados sobre la costa ofrecen vistas extraordinarias del lago. En lugares como Pier 290 puedes cenar afuera sin congelarte, dentro de un iglú que incluye un calefactor pequeño para que la temperatura sea agradable. Los iglúes pueden reservarse. La mayoría de las pintorescas tiendas de la ciudad se agrupan en el lado este del lago, donde hay establecimientos independientes —que no pertenecen a ninguna cadena comercial— que abarcan desde proveedores de decoraciones para el hogar hasta fabricantes de queso.
Melissa Bardzinski, de algo más de 50 años, y su familia han visitado varias veces Lake Geneva después de Navidad porque el ritmo es algo más lento. “Es una época muy buena para visitar Lake Geneva, porque ya terminó la actividad frenética de la Navidad y nuestra familia puede descansar y disfrutar sin ningún tipo de estrés”, dice la residente de Batavia, Illinois. “La ciudad está situada junto a un hermoso lago, y nos gusta caminar por el centro y disfrutar de la belleza”.
La temporada de esquí de Lake Geneva cobra mayor actividad en enero, pero los complejos turísticos pueden fabricar nieve en diciembre y esas máquinas cubren con nieve polvo las colinas suaves del Grand Geneva Resort & Spa, lo que proporciona pistas más dóciles y una oportunidad excelente de aprender a esquiar. Para una estadía más exclusiva, el Maxwell House, que en una época fue uno de los primeros hogares de lujo en la zona, es ahora un hotel vanguardista con un bar de cócteles y una tienda subterránea donde se vendían bebidas alcohólicas ilegalmente. De jueves a sábados, puedes ingresar a la tienda subterránea con una contraseña que el hotel publica en su página de Facebook.
Taos, Nuevo México
Emplazada a unos 7,000 pies sobre el nivel del mar, Taos está en medio del desierto de altura, en la parte norte de Nuevo México, con las montañas Sangre de Cristo —que constituyen el extremo sur de las Rocosas— como telón de fondo. La temporada de esquí en Taos Ski Valley, unas 20 millas al norte, comienza alrededor del Día de Acción de Gracias, pero los paisajes de la ciudad ofrecen amplia variedad de alternativas para quienes no esquían, especialmente si quieres dedicar tiempo a conocer la historia de los indios pueblo. Taos queda a aproximadamente dos horas y media de Albuquerque y cinco de Denver; las temperaturas durante el día pueden llegar a entre 40 y 45 °F, que al combinarse con el abundante sol son agradables si estás bien abrigado. Pero durante la noche descienden a menos de 32 °F (el punto de congelamiento).
Aprovecha al máximo tu estadía alojándote en la ciudad. El refinado hotel El Monte Sagrado está a poca distancia en auto del núcleo del distrito histórico, y sus suites Native American incluyen chimeneas y patios o balcones privados. El más informal Taos Inn queda aún más cerca; su cartel de neón rojo brillante se yuxtapone con un afloramiento de casas de adobe que datan de los años 1800, muchas de ellas con chimenea. Desde cualquiera de los dos hoteles es fácil llegar a las tiendas y los restaurantes de la Ruta 64, incluidos Magpie, que exhibe el trabajo de artistas locales, y Chokolá, una tienda de chocolates exclusivos.
Apenas al norte de la ciudad está Taos Pueblo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Es un sitio histórico nacional: una villa intacta de los indios pueblo, con siglos de antigüedad. Las casas de adobe que hay allí probablemente se construyeron entre los años 1000 y 1450. Con excepción de los martes y miércoles, puedes realizar una excursión guiada que comienza a las 9 a.m. ¿Prefieres explorar las obras de arte a tu ritmo? Considera el Harwood Museum of Art, que se enfoca en obras de arte históricas y contemporáneas de Taos, y el Millicent Rogers Museum, enfocado en joyas, tejidos, cerámicas y otras artesanías de la población indoamericana, representantes del arte del Suroeste. Si estás muerto de frío, cerca del puente John Dunn Bridge, al norte del pueblo, se encuentra Black Rock Hot Springs, una fuente termal pública con agua a aproximadamente 97 °F en la que la ropa es opcional.
Seaside, Oregón
El motivo por el que vale la pena visitar una ciudad playera en el invierno es la combinación de paisajes, una comunidad encantadora y temperaturas moderadas que permiten disfrutar sin tener que vestirse como para una expedición al ártico. Seaside se encuentra a unos 90 minutos en auto al oeste de Portland, sobre la costa de Oregón. Desde la década de 1920 ha sido un destino popular en el verano. Cuando se van los últimos visitantes veraniegos, todas las tiendas, atracciones y restaurantes quedan solo para ti, junto con habitaciones de hotel que cuestan aproximadamente el 50% menos que en la temporada pico, y temperaturas de entre 50 y 55 °F.
El clima apto para suéteres hace fácil caminar por el paseo marítimo frente a la playa, un paseo pavimentado de 1.5 millas de longitud con vistas del océano Pacífico y Tillamook Head, el despeñadero en el extremo sur de la ciudad. La última vez que Matthew Wastradowski, escritor de viajes de Portland, estuvo allí con un amigo, hicieron algunas compras de Navidad y luego fueron a cenar. Fue uno de esos días perfectos: soleado, entre 50 y 60 °F, con una puesta de sol espectacular, recuerda. Compraron leña en una tienda de conveniencia y encendieron una fogata en la playa.
El alojamiento varía, desde pequeñas posadas y establecimientos con desayuno hasta complejos turísticos más grandes. En el Gilbert Inn estarás en el centro de todo: a una cuadra del paseo marítimo y a poca distancia a pie de tiendas y restaurantes. El Tides by the Sea, algo más al sur, ofrece vistas del agua y una vista más próxima al Tillamook, que tiene un sendero de 6.3 millas hasta un claro al borde del acantilado sobre la playa. Ya de vuelta en el pueblo, puedes pasar unas horas en el Seaside Carousel Mall, con su mezcla de actividades para toda la familia — entre ellas, un carrusel— o visitar a los residentes más famosos del área durante todo el año: las focas, a quienes puedes alimentar en el Seaside Aquarium.
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