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3 parejas negras hablan sobre la jubilación

3 caminos diferentes, todos con mucha resiliencia y esperanza.


spinner image Parejas afroamericanas, de izq. a der.,  Lisa Swift-Young y Antonio Young; Darnell y Deborah Pegues; y Andre y Sheila Cuffy
Izq. a der.: WILLIAM DESHAZER, FRANK ISHMAN, MADDIE MCGARVEY

Mientras que ahorrar para la jubilación puede ser un sendero difícil para cualquiera, las personas negras se enfrentan a dificultades únicas y, a menudo, deben transitar un camino rocoso.

No solo es menos probable que tengan un plan de jubilación en el lugar de trabajo en comparación con las personas blancas, sino que los índices más bajos de propiedad de viviendas y la menor riqueza generacional que se observan en la comunidad negra pueden hacer que a estas familias les resulte más difícil ahorrar.

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El efecto de esas realidades financieras es amplio: según un estudio del 2022 realizado por el TIAA Institute, los ahorros jubilatorios de las personas negras en el país por lo general son menos de la mitad de los ahorros de las personas blancas.

Pero si bien hay mayores desafíos, la experiencia de la jubilación en la comunidad negra no es igual para todos. Algunas familias tienen ahorros en un plan 401(k), mientras que otras combinan ingresos de varios trabajos. Muchos planean aumentar los ahorros jubilatorios con empleos a tiempo parcial o con otras fuentes de ingresos.

El camino hacia la jubilación tiene una buena dosis de obstáculos para todos. Aquí, tres familias negras en diferentes extremos del espectro económico enfrentan los desafíos del mundo real con soluciones prácticas y mucha resiliencia y esperanza.

spinner image Andre y Sheila Cuffy a las afueras de su casa en Fort Wayne, Indiana
Andre y Sheila Cuffy afuera de su casa en Fort Wayne, Indiana, el 10 de octubre del 2023.
MADDIE MCGARVEY

Andre y Sheila Cuffy: Aprovechar al máximo un comienzo tardío

Hay quienes comienzan a ahorrar en un plan jubilatorio antes de los 30 o 40 años, pero Andre y Sheila Cuffy, de Fort Wayne, Indiana, no pudieron darse ese lujo.

En su juventud en Trinidad, Andre siempre soñaba con tener una familia grande, y cuando conoció a Sheila convirtió su sueño en realidad: la pareja tuvo nueve niños adorables. 

Pero el costo diario de alimentar, vestir y mantener a nueve niños significó que a fin de mes quedaba muy poco dinero para ahorrar para la jubilación. Sheila quería estar en casa durante el día para ocuparse de los niños cuando eran pequeños, así que trabajaba a tiempo parcial en turnos nocturnos como técnica en un laboratorio médico. Sin embargo, esa flexibilidad tenía un precio: el trabajo a tiempo parcial no proporcionaba beneficios jubilatorios.

Andre, de 62 años, trabajaba en la construcción. Pero durante el invierno el trabajo disminuía, por lo que “teníamos que ahorrar para los cuatro o cinco meses en los que sabíamos no iba a haber trabajo”, dice. El resultado era que tampoco podían dedicar mucho dinero de su salario a ahorrar para la jubilación. Luego, sufrió una lesión laboral y tuvo que solicitar beneficios por discapacidad, lo cual hizo que el dinero fuera aún más escaso.

Actualmente la pareja hace lo que puede para intentar ponerse al día. Después de retomar los estudios para completar su maestría y doctorado, Sheila, ahora de 67 años, ha estado trabajando a tiempo completo los últimos tres años como profesora adjunta de Comunicación en la Galen College of Nursing, con sede en Louisville, Kentucky. Esta vez tiene un plan jubilatorio al que hace aportes generosos.  “Aumentamos mi contribución al 401(k) todos los años”, dice. “Cuando recibo un aumento por mérito, aumento el porcentaje de la contribución”.

Después de haber criado la familia que siempre deseó, la pareja ahora no tiene inconveniente en vivir en forma frugal si es necesario. “Son los sacrificios que tienes que hacer por tu familia”, dice Sheila.

Pero a veces siente algo de ansiedad. “Lo que te da ese estrés es ver la cantidad de dinero que todo el mundo dice es necesario tener”, afirma. “Si escuchas todo eso, te asustas, porque tú no vas a poder llegar a esas cifras”.

Además, la jubilación no es su único objetivo financiero importante. La pareja aún quiere ahorrar para su hija más joven, NyAsia, de 16 años. “Nuestros otros hijos han pasado esa etapa, pero ella no. Así que eso también lo hace difícil, ¿sabes?”, explica Sheila.

La idea de jubilarse es atractiva, pero los Cuffy saben que para ellos no es algo práctico en un futuro próximo. “A los 67, te detienes a pensar: ‘Bien, ¿cuándo quiero jubilarme?’”, dice Sheila. “Y entonces comencé a calcular que faltan nueve años para que NyAsia tenga 25. Entonces me pregunto si tengo que continuar trabajando hasta ese momento para poder mantener su cobertura médica”. El deseo de ver a su hija más joven graduarse de la universidad y asegurar que tenga la opción de estar cubierta por su póliza de seguro médico hasta los 25 años no es el único motivo por el que Sheila se ve trabajando en el futuro inmediato. Las personas que forman parte de su vida siempre han hecho algo para seguir generando dinero durante la jubilación, dice.

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“Nadie en mi vida se jubiló completamente”, afirma. “Mi padre fue un albañil que trabajaba con cemento, y cada oportunidad que tenía preguntaba: ‘¿Necesitas un trabajo en cemento? Allí estaré’”. Su madre trabajó como maestra sustituta durante sus “años de jubilada”. “Incluso hasta pasados los 80, decía: ‘Me llamaron anoche y tengo que ir a dar clase a esta escuela’”.

La buena noticia es que el trabajo de Sheila es remoto y puede hacerlo desde su casa. También puede trabajar cuando la pareja viaja para ver a su familia o visitar distintos estados. Viajar es algo a lo que le gustaría dedicar más tiempo en la jubilación, por lo que poder viajar mientras continúa trabajando la hace sentir en cierta forma como que lleva el estilo de vida de una persona jubilada, explica.

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Si bien para los Cuffy el ahorro siempre ocupó un segundo lugar después de la carga financiera de criar a sus hijos, ellos saben que pueden recurrir a sus hijos cuando se jubilen si lo necesitan, particularmente si en el futuro tienen problemas de salud.

“Esperamos estar lo suficientemente establecidos como para no tener deudas y que el lugar donde estemos viviendo sea apto para que nuestros hijos vengan y ayuden a cuidarnos”, dice Sheila. “Vamos a necesitar ayuda de ellos, no en materia financiera, pero sí en sentido físico, mental y espiritual para nuestro cuidado”.

spinner image Lisa Swift-Young y Antonio Young caminan por su vecindario.
Lisa Swift-Young y Antonio Young.
WILLIAM DESHAZER

Lisa Swift-Young y Antonio Young: De conversaciones financieras durante las comidas al éxito en la jubilación

Una de las primeras observaciones de Lisa Swift-Young sobre el dinero es que sus padres no tuvieron mucho. Aun así, maximizaron lo que tenían para construirse una vida mejor. “No tenían muchos recursos, por lo que era muy importante para ellos ver una nueva oportunidad”, dice.

Una de las maneras en que lo hicieron fue educándose sobre finanzas personales y asegurándose de que ella aprendiera buenas prácticas financieras desde temprano. Conversaban durante las comidas sobre la administración de las finanzas y la importancia de ahorrar, recuerda Lisa, ahora de 57 años. “Y eso no es común en las familias afroamericanas”.

Cuando se casó con Antonio, de 59 años, y la pareja residente en Nashville, Tennessee, comenzó a edificar su vida juntos, esas conversaciones continuaron y cubrieron temas financieros más avanzados, como las inversiones. “Hablábamos durante la cena, en el almuerzo, prácticamente en cada oportunidad en que nos sentábamos a la mesa de la cocina”, recuerda Antonio. Incluso hablaban de la regla del 72, una fórmula en la que se divide el número 72 por la tasa de interés del retorno para determinar cuánto tiempo llevará duplicar la inversión.

Lisa recuerda que uno de los consejos más importantes que le dio su padre fue aprovechar la contribución adicional que hace el empleador a un plan 401(k). “Nunca digas que no al dinero gratis”, solía decir.

Cuando Lisa y Antonio tenían algo más de 20 años comenzaron sus carreras en ventas corporativas y ahorraban entre el 4 y el 6% de sus salarios en los planes jubilatorios de la empresa. A medida que avanzaron a puestos con mejor remuneración, aumentaron el porcentaje que ahorraban y llegaron a invertir entre el 10 y el 15% de sus salarios. Siempre compraron autos usados y “cuando compramos una casa, no compramos la más cara”, afirma Antonio. Eso les permitió ahorrar más dinero en una cuenta Roth IRA e invertir en dos anualidades.

Un factor clave para su ahorro diligente fue establecer depósitos directos desde el cheque de nómina a las cuentas jubilatorias, dice Lisa. “No habríamos ahorrado o no estaríamos en una buena posición si no hubiéramos hecho eso”. 

La pareja también aprendió lecciones financieras de los padres de Antonio. Por ejemplo, los padres de Antonio tenían una propiedad de alquiler, lo que le mostró a la pareja el valor de las fuentes adicionales de ingresos.

Pero Lisa y Antonio son los primeros en decir que no siempre fue fácil. “Nuestros hijos participaban mucho en deportes y en todos los distintos programas en la escuela, de modo que el dinero salía constantemente por la puerta”, explica Lisa. Al igual que muchas otras familias, ellos también experimentaron despidos y mudanzas y otros contratiempos financieros. Además, para ellos era importante ahorrar dinero para que sus hijos pudieran ir a la universidad.

Una de las formas en que enfrentaron las tormentas fue manteniendo siempre un fondo de emergencia suficiente para cubrir de tres a seis meses de gastos. En las épocas malas, reducían los gastos diarios, tal vez pasando las vacaciones familiares en casa en vez de viajar. En ocasiones vendieron cosas que ya no necesitaban para obtener dinero extra. “Hicimos esos ajustes sabiendo que teníamos una cantidad limitada de dinero en nuestro fondo de emergencia”, dice ella. Consideraban que sus ahorros jubilatorios eran intocables. También era una prioridad evitar las deudas a fin de necesitar menos dinero una vez jubilados.

Los sacrificios rindieron fruto. Después de cancelar los préstamos estudiantiles de la educación universitaria de sus hijos, Antonio ahora se ha retirado de la vida corporativa y Lisa planea hacer lo mismo en los próximos 18 meses. Ambos anticipan generar ingresos después de jubilarse por medio de trabajos de consultoría y con propiedades de alquiler. También piensan pasar dos o tres meses al año viajando: uno de sus objetivos es visitar cada uno de los países del continente africano.

“La gente nos pregunta cómo es posible jubilarse antes de los 65 años”, dice Lisa. Y ella recuerda esas conversaciones sobre dinero durante la cena.

“Participar en esas conversaciones ha sido algo invaluable”, afirma.

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spinner image Darnell y Deborah Pegues
Darnell y Deborah Pegues.
FRANK ISHMAN

Darnell y Deborah Pegues: usar el valor acumulado de la vivienda para financiar el estilo de vida ideal en la jubilación

Para Darnell y Deborah Pegues, de Rancho Cucamonga, California, la jubilación ideal no es solo tener dinero que les alcance toda la vida. También incluye viajar y vivir una vida de esparcimiento mientras tienen buena salud y pueden disfrutarlo. “Veo personas en las excursiones que apenas pueden subir o bajar del autobús, y yo pienso que no quiero alcanzar un objetivo y ver que no puedo disfrutar las cosas para las que hemos hecho tanto sacrificio”, dice Darnell, de 72 años.

Por eso era importante construir un fondo de ahorros suficiente para cubrir sus necesidades y muchos de sus deseos.

Ambos se jubilaron de trabajos en contaduría —Deborah primero, en el 2006, y Darnell más tarde, en el 2014—, pero no sin algo de sacrificio y un plan.

A medida que la pareja se aproximaba a los 60 años, los Pegues comenzaron a examinar qué aspectos de su vida podrían potencialmente impedirles tener el tipo de jubilación que soñaban. Habían acumulado un fondo jubilatorio considerable con aportes regulares a planes jubilatorios en el trabajo, incluso cuando sus empleadores no hacían contribuciones complementarias.

No obstante, sentían que un aspecto de su vida no estaba a su favor: todavía debían $400,000 de la casa. “Sabíamos que no íbamos a poder cancelar esa hipoteca en los años que nos quedaban”, dice Darnell.

Como no querían jubilarse con una hipoteca, decidieron que aprovecharían los altos precios de las viviendas y venderían la casa; luego, comprarían una casa nueva al contado.

También querían que su casa ayudara a reforzar sus ahorros jubilatorios, por lo que buscaron una casa nueva menos costosa en un lugar más económico que el vecindario caro de Los Ángeles en el que vivían. “Es difícil conseguir algo en Los Ángeles por menos de un millón de dólares”, explica Deborah, de 73 años. “Sabíamos que si buscábamos una casa más económica, nos quedarían cientos de miles de dólares”.

Pero hallar el lugar ideal a donde mudarse no era solo una cuestión de dólares y centavos. La pareja aprendió a la fuerza que ser feliz en una comunidad es tan importante como ahorrar dinero. Cuando se mudaron, terminaron vendiendo esa casa y comprando otra, porque no se identificaron con el primer vecindario a nivel emocional. También consideraron otros factores, como la distancia que los separaba de buenos hospitales. “Sabíamos que si nos hubiéramos mudado a otros estados, podríamos no tener la mejor atención médica”, dice Deborah.

Otro motivo por el que sentían que estaban listos para jubilarse era que habían creado un plan para cancelar sus otras deudas. “No necesitas la presión de una deuda fija cuando estás jubilado y vas a tener ingresos limitados”, explica Deborah. En su esfuerzo por liberarse de todas las deudas, la pareja canceló los préstamos de sus automóviles y la deuda de las tarjetas de crédito. Actualmente, solo usan las tarjetas de crédito para hacer compras y ganar recompensas. Pagan los saldos completos todos los meses para no tener que pagar interés.

Y siguen buscando formas de hacer que su dinero dure —e incluso crezca— durante la jubilación. Por ejemplo, “las tasas que pagan los certificados de depósito ahora son muy altas”, señala Darnell. Si tienes dinero estancado en una cuenta que no vas a necesitar en los próximos seis o doce meses, podrías obtener el 3, el 4 o el 5%, dice.

Además, ambos están generando algunos ingresos con trabajos contables y de consultoría, y Deborah ha escrito 18 libros que han vendido más de 2.5 millones de ejemplares.

Para ellos la jubilación no es un destino, sino un estilo de vida que evoluciona y les permite hacer las cosas que desean mientras sigan teniendo la capacidad física para hacerlas. “Tenemos algunas cosas en la lista de deseos que todavía no hemos hecho, pero las estamos planeando”, dice Deborah.  “Eso es importante”.

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