Vida Sana
Mientras que ahorrar para la jubilación puede ser un sendero difícil para cualquiera, las personas negras se enfrentan a dificultades únicas y, a menudo, deben transitar un camino rocoso.
No solo es menos probable que tengan un plan de jubilación en el lugar de trabajo en comparación con las personas blancas, sino que los índices más bajos de propiedad de viviendas y la menor riqueza generacional que se observan en la comunidad negra pueden hacer que a estas familias les resulte más difícil ahorrar.
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El efecto de esas realidades financieras es amplio: según un estudio del 2022 realizado por el TIAA Institute, los ahorros jubilatorios de las personas negras en el país por lo general son menos de la mitad de los ahorros de las personas blancas.
Pero si bien hay mayores desafíos, la experiencia de la jubilación en la comunidad negra no es igual para todos. Algunas familias tienen ahorros en un plan 401(k), mientras que otras combinan ingresos de varios trabajos. Muchos planean aumentar los ahorros jubilatorios con empleos a tiempo parcial o con otras fuentes de ingresos.
El camino hacia la jubilación tiene una buena dosis de obstáculos para todos. Aquí, tres familias negras en diferentes extremos del espectro económico enfrentan los desafíos del mundo real con soluciones prácticas y mucha resiliencia y esperanza.
Andre y Sheila Cuffy: Aprovechar al máximo un comienzo tardío
Hay quienes comienzan a ahorrar en un plan jubilatorio antes de los 30 o 40 años, pero Andre y Sheila Cuffy, de Fort Wayne, Indiana, no pudieron darse ese lujo.
En su juventud en Trinidad, Andre siempre soñaba con tener una familia grande, y cuando conoció a Sheila convirtió su sueño en realidad: la pareja tuvo nueve niños adorables.
Pero el costo diario de alimentar, vestir y mantener a nueve niños significó que a fin de mes quedaba muy poco dinero para ahorrar para la jubilación. Sheila quería estar en casa durante el día para ocuparse de los niños cuando eran pequeños, así que trabajaba a tiempo parcial en turnos nocturnos como técnica en un laboratorio médico. Sin embargo, esa flexibilidad tenía un precio: el trabajo a tiempo parcial no proporcionaba beneficios jubilatorios.
Andre, de 62 años, trabajaba en la construcción. Pero durante el invierno el trabajo disminuía, por lo que “teníamos que ahorrar para los cuatro o cinco meses en los que sabíamos no iba a haber trabajo”, dice. El resultado era que tampoco podían dedicar mucho dinero de su salario a ahorrar para la jubilación. Luego, sufrió una lesión laboral y tuvo que solicitar beneficios por discapacidad, lo cual hizo que el dinero fuera aún más escaso.
Actualmente la pareja hace lo que puede para intentar ponerse al día. Después de retomar los estudios para completar su maestría y doctorado, Sheila, ahora de 67 años, ha estado trabajando a tiempo completo los últimos tres años como profesora adjunta de Comunicación en la Galen College of Nursing, con sede en Louisville, Kentucky. Esta vez tiene un plan jubilatorio al que hace aportes generosos. “Aumentamos mi contribución al 401(k) todos los años”, dice. “Cuando recibo un aumento por mérito, aumento el porcentaje de la contribución”.
Después de haber criado la familia que siempre deseó, la pareja ahora no tiene inconveniente en vivir en forma frugal si es necesario. “Son los sacrificios que tienes que hacer por tu familia”, dice Sheila.
Pero a veces siente algo de ansiedad. “Lo que te da ese estrés es ver la cantidad de dinero que todo el mundo dice es necesario tener”, afirma. “Si escuchas todo eso, te asustas, porque tú no vas a poder llegar a esas cifras”.
Además, la jubilación no es su único objetivo financiero importante. La pareja aún quiere ahorrar para su hija más joven, NyAsia, de 16 años. “Nuestros otros hijos han pasado esa etapa, pero ella no. Así que eso también lo hace difícil, ¿sabes?”, explica Sheila.
La idea de jubilarse es atractiva, pero los Cuffy saben que para ellos no es algo práctico en un futuro próximo. “A los 67, te detienes a pensar: ‘Bien, ¿cuándo quiero jubilarme?’”, dice Sheila. “Y entonces comencé a calcular que faltan nueve años para que NyAsia tenga 25. Entonces me pregunto si tengo que continuar trabajando hasta ese momento para poder mantener su cobertura médica”. El deseo de ver a su hija más joven graduarse de la universidad y asegurar que tenga la opción de estar cubierta por su póliza de seguro médico hasta los 25 años no es el único motivo por el que Sheila se ve trabajando en el futuro inmediato. Las personas que forman parte de su vida siempre han hecho algo para seguir generando dinero durante la jubilación, dice.
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