‘En el nombre de Salomé’: Del libro a las tablas
Repertorio Español lleva al teatro la novela de Julia Alvarez.
Marco Antonio Rodríguez había demostrado ser un narrador magistral, autor de obras aclamadas por sus matices y personajes con los que el público se identifica. Sin embargo, el hijo de inmigrantes dominicanos, nacido en la ciudad de Nueva York, nunca había intentado adaptar la obra de otro autor.
Aun así, cuando el director José Zayas habló con el director ejecutivo del Repertorio Español sobre poner en escena En el nombre de Salomé, de Julia Alvarez, Rodríguez surgió como el dramaturgo ideal para hacerlo realidad. La compañía de teatro en español es la más destacada de Nueva York.
Zayas había leído En el nombre de Salomé, basada en la vida de la poetisa Salomé Ureña, y una de las novelas menos conocidas de Alvarez. Ureña fue una figura central en la poesía de la República Dominicana que vivió en el siglo 19 y que frecuentemente se describe como la Emily Dickinson de ese país caribeño. La novela entreteje las historias de las vidas de Salomé y su hija, Camila, que solo tenía tres años cuando su madre legendaria falleció, víctima de tuberculosis.
El relato histórico de ficción fue una forma de dar a conocer los logros de Salomé como poetisa y feminista pionera: ayudó a fundar la primera institución de estudios superiores de la República Dominicana para mujeres. La novela de Alvarez también narra la historia de Camila, quien estaba en busca de su propia identidad y durante cierto tiempo se dedicó a dar a conocer la poesía provocadora de su madre, la cual denunciaba la corrupción de los funcionarios del estado. Esa búsqueda se convirtió cada vez más en un viaje para encontrar sus propios talentos y afirmar su propio propósito. Se hizo una respetada educadora en Estados Unidos.
Salomé, pensó Zayas, sería la plataforma ideal desde la cual contar esta parte poco conocida de la historia dominicana y destacar el talento caribeño, algo que según Zayas todavía escasea en el teatro. “Fue una manera que encontré de remediar“ ambas cosas, dice él.
Cuando Rodríguez leyó la novela, supo sin dudas que deseaba trabajar en la adaptación. “Me encantó“, dice Rodríguez, de 43 años. “No estaba familiarizado con Salomé; fue una gran poetisa. Sabía de sus poesías, pero no estaba muy informado sobre ella, y en realidad eso resultó ser algo muy positivo. Me permitió emprender el trabajo no como si estuviera escribiendo sobre un ícono, sino con el fin de encontrar su humanidad“.
“Lo que me atrajo a la novela fue esta idea de la herencia, con todo lo malo y lo bueno que esto supone“, agrega. “La historia se cuenta a través de la energía y los ojos de Camila. Deseaba saber quién fue esta persona, Salomé, y quién fue Camila, eclipsada [por Salomé]. Estas dos mujeres emprenden un viaje para encontrar y ser dueñas de su propia verdad“.
Las figuras principales son dos mujeres de la vida real que desempeñaron papeles importantes en el ámbito de la literatura y en las revoluciones sociales y políticas de su época. Pero Rodríguez no deseaba que la obra fuera una lección de historia, ni tampoco una oda a los íconos. De hecho, siente aversión hacia la palabra “ícono“. “Deseaba que la historia se distanciara de los íconos, deseaba eliminar esa palabra“, dice Rodríguez. “Deseaba que se tratara de una madre y su hija. Deseaba que fuera una obra humana accesible a todo el mundo“.
El director, Zayas, de 42 años, fue su ángel de la guarda creativo. Rodríguez escribía, consultaba con Zayas, y juntos analizaban cuidadosamente las escenas y los personajes.
“Trabajamos muy bien juntos“, dice Rodríguez. “Él no interfiere con el proceso de escritura; solo plantea las preguntas adecuadas que necesito oír, y eso me hace decir ‘¡Hmm!’“.
Frecuentemente, y con la bendición de la autora, Rodríguez se desvía del libro de Alvarez. “Marco Antonio me sorprendió cuando me preguntó si podía convertir En el nombre de Salomé en una obra de teatro, dado que no me parecía que fuera una de mis novelas que más le gustaría a una persona joven“, dice Alvarez.
Animó a Rodríguez a no presentar su libro en escena, sino apropiarse de la historia. El dramaturgo agregó elementos y personajes que no se encuentran en la novela de Alvarez, escrita en el año 2000, para darle un tono moderno y captar la atención de una audiencia en vivo. Creó el personaje de Sylvestre, un taxista haitiano-dominicano ingenuo que lamenta no ser plenamente aceptado ni en Haití ni en la República Dominicana. En las escenas con la intelectual y apasionada Camila, Sylvestre habla en un lenguaje llano, lleno de coloquialismos dominicanos, con los que la audiencia se identifica, frecuentemente provocando carcajadas y sonrisas cómplices.
El dramaturgo, quien primero escribió su obra en inglés y luego la tradujo al español, también entreteje la producción con las poesías de Salomé, un elemento en gran medida ausente de la novela de Alvarez.
Alvarez vio la obra y la impresionó. “Es tan gratificante cuando un artista ve que su obra ha inspirado a otro artista y que a través de ese artista se corre la voz y llegamos a cada vez más personas que ven la obra, que quizás no leyeron la novela, o sí la leyeron“, dice Alvarez. “[Es] una manera de difundir los relatos que son importantes para nuestra historia y cultura“.
Rodríguez tenía como objetivo representar a los latinos de otra forma que no fuera la que más prevalece, como traficantes de drogas, y otros problemas. “Estoy seguro de que tienen éxito“, dice él, “pero tenemos otras historias que compartir, otra psicología que explorar, otros temas con los que nuestras comunidades se identifican“.
Alvarez acoge con agrado la visión y ambición de Rodríguez para los latinos en las artes. Dice que el papel que desempeñan los artistas más jóvenes como Zayas y Rodríguez, así como los locales como Repertorio Español, es de vital importancia, ahora más que nunca. “Especialmente en momentos como este, cuando tantos en la comunidad latina se sienten acosados, indeseados e infravalorados“, dice ella, “el trabajo de este teatro es un recordatorio importante de la riqueza e importancia de nuestra presencia hispana/latina en este país“.
¿Qué sigue? “Bueno, después de la influencia de Lin-Manuel [Miranda, famoso por su obra Hamilton], otro ejemplo de las contribuciones de los latinos en este, nuestro Estados Unidos, ¡estoy a la espera de la versión rap de En el nombre de Salomé!“.
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