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¿Tomas pastillas para poder dormir por las noches?

Por qué podrías despertarte sintiéndote soñoliento, drogado o confundido.


spinner image Hombre rascando sus ojos en señal de agotamiento
Tomar pastillas para dormir por las noches podría producirte somnolencia todo el día.
Martin Botvidsson/Maskot/Getty Images

Si las pastillas para dormir fueran la solución para lograr tener un sueño reparador, seríamos una de las naciones más descansadas del mundo.

Según IMS Health, una compañía de tecnología e información del sector de la atención médica, en el 2012 médicos escribieron casi 60 millones de recetas (incluso para volver a surtir los medicamentos) para Ambien, Lunesta y otros somníferos de prescripción. Por tal razón, las pastillas para dormir son uno de los medicamentos más populares que existen.

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Las pastillas pueden estimular el sueño —por lo menos a corto plazo— pero las personas mayores deben saber que dichos medicamentos conllevan riesgos, dice el médico Michael J. Sateia, jefe de medicina del sueño en el Dartmouth-Hitchcock Medical Center en Lebanon, Nuevo Hampshire.

Según Sateia, las personas en sus 50 y 60 años o mayores tienden a ser más sensibles a los fármacos y podrían tener más posibilidades de sufrir efectos secundarios tales como sentirse soñolientos y confundidos. "Respecto a estos medicamentos, las personas mayores deben tener un poco más de precaución", dice él.

Demasiado usadas y recetadas

En casos extremos, las personas pueden terminar hospitalizadas a causa de las pastillas para dormir. De hecho, en el 2010 más de 19,000 personas terminaron en salas de emergencia tras haberse tomado Ambien u otros medicamentos con zolpidem como ingrediente activo, según un informe reciente de la Substance Abuse and Mental Health Services Administration (SAMHSA, Administración de Servicios para la Drogadicción y la Salud Mental). Esto representa un aumento de un 200 % en visitas a salas de emergencia desde el 2005, un aumento increíble que refleja la creciente dependencia estadounidense de las pastillas para dormir. Aproximadamente tres cuartos de los pacientes de salas de emergencia tenían 45 años o más y un tercio tenían 65 años o más, datos que recalcan el peligro que representan las pastillas a los pacientes mayores.

"Aunque se tomen el medicamento exactamente como se les recetó, la dosis podría ser más de lo que su organismo puede tolerar", dice Peter Delany, director de la Oficina de Estudios Aplicados de la SAMHSA.

Es más, las pastillas para dormir con frecuencia se recetan, especialmente a aquellos mayores de 50 años, porque a tantos les cuesta dormirse o mantenerse dormidos, dice Sateia. "Los médicos intentan primero tranquilizarlos", dice él. "Si no logran tranquilizarlos, los médicos frecuentemente acuden a los medicamentos en vez de a tratamientos alternativos no farmacológicos".

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Un largo pasado lleno de altibajos

Las pastillas para dormir tienen antecedentes problemáticos. Otros fármacos conocidos como las benzodiacepinas (tales como Dalmane o Halcion) son tristemente célebres por producir somnolencia, sedación y adicción. Según un informe publicado en el 2005 por el BMJ, las personas que toman benzodiacepinas por trastornos del sueño tienen aproximadamente el doble de probabilidad de lesionarse que de ayudarse.

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Ambos los médicos y los pacientes insomnes esperaban que los nuevos medicamentos tales como Ambien y Lunesta ayudaran a estimular el sueño sin tantos efectos secundarios, pero esas esperanzas las han en gran parte perdido, dice Nicole Brandt, profesora adjunta de farmacia en la University of Maryland.

No solo pueden Ambien y Lunesta dejar a las personas aturdidas y desorientadas, sino algunas personas, tras haberse tomado los medicamentos, terminan por caminar, comer o hasta conducir antes de despertarse por completo. "Existe la percepción de que estos medicamentos son más seguros, pero la posibilidad de sufrir daños existe", dice ella.

Hay muchas razones por las cuales las pastillas para dormir y la edad avanzada no son una buena combinación, dice Brandt. Los cuerpos de las personas mayores tienden a descomponer los fármacos relativamente despacio, dice ella; esto significa que el medicamento permanece en el cuerpo por más tiempo del que debe. Eso hace que sea más probable que la persona se despierte sintiéndose confundida, aturdida o insegura —exactamente el tipo de problema que muchas personas mayores ya enfrentan aún sin tomar pastillas para dormir—.

Ten cuidado con las interacciones entre los fármacos

El problema se complica dado que las personas de mayor edad frecuentemente toman otros medicamentos que potencialmente podrían causar efectos adversos al combinarse con pastillas para dormir, dice Delany. En el estudio de la SAMHSA, más de la mitad de las visitas a salas de emergencia se deben a la combinación de zolpidem con otros fármacos tales como los analgésicos narcóticos. Al usar una sola farmacia y hablar con sus médicos sobre todos los medicamentos que toman, incluso los de venta libre, dice él, los pacientes pueden evitar estas combinaciones peligrosas.

Ambien y otros medicamentos parecidos aumentan las reservas de GABA en el cerebro, una sustancia química cerebral que produce somnolencia.

La mayoría de las personas puede tolerar cantidades diminutas de dichos medicamentos, pero el riesgo aumenta notablemente con dosis mayores. Este año en enero la Food and Drug Administration (FDA, Administración de Alimentos y Medicamentos) redujo la dosis inicial de Ambien recomendada para mujeres a 5 miligramos, la mitad de los 10 mg antes recomendado. La dosis inicial recomendada para hombres ahora es 5 o 10 mg. Y en mayo la FDA advirtió que las personas que toman zolpidem de liberación prolongada (Ambien CR) deben esperar un día tras haberse tomado el medicamento antes de conducir o participar en actividades que exigen estar completamente lúcido.

Sateia sugiere que las personas mayores, ambos los hombres y mujeres, comiencen con una dosis de 5 mg —o hasta menos— y solo tras una larga conversación sobre los riesgos que esto representa. Agrega que si notan cualquier efecto secundario preocupante —tales como el sonambulismo o sentirse sumamente aturdido— deben inmediatamente dejar de tomar las pastillas y consultar con su médico.

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Qué hacer para quedarte dormido

Lo ideal sería que las personas mayores evitaran las pastillas para dormir por completo, dice Adam Spira, especialista en el sueño y profesor adjunto de salud mental en el Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health en Baltimore. "Es fácil tomarse una pastilla y acostarse a dormir, pero es una estrategia con poca visión y consecuencias negativas potenciales", dice él.

Spira comenta que mientras más aprendemos con las investigaciones, más importante aparenta ser dormir bien para envejecer de manera saludable. Especula que las personas que duermen lo suficiente podrían disfrutar estar protegidos contra enfermedades que surgen con la vejez. Pero afirma que en lugar de tomar medicamentos, las personas que luchan contra el insomnio deberían buscar otras, mejores formas de quedarse dormidos.

Afortunadamente, existen muchas otras opciones. Para comenzar, dice Sateia, los pacientes y sus médicos deben intentar buscar la raíz del insomnio. Muchos trastornos comunes y tratables de salud pueden interferir con el sueño. La lista incluye la depresión, ansiedad, el dolor mal controlado, el síndrome de las piernas inquietas y la apnea del sueño.

Una vez que una persona esté verdaderamente lista para dormir bien, según Sateia es hora de aprender los fundamentos de la "higiene del sueño". Esto significa evitar la cafeína por las tardes, no tomar muchas bebidas alcohólicas, no tomar siestas durante el día y mantener el dormitorio oscuro, tranquilo y fresco. Pero estos son solo los primeros pasos.

Según Sateia, demasiados médicos y pacientes insomnes se dan por vencidos si la higiene del sueño por su cuenta no les supera el insomnio. "Consejos para mantener la higiene del sueño se encuentran en muchísimas revistas y periódicos", dice él. "Después de probarlos, la gente piensa que lo ha probado todo".

Si no hay otro remedio

Para verdaderamente superar el insomnio, muchas personas necesitan fundamentalmente cambiar su forma de pensar sobre el sueño, dice Sateia. Como explica él, el insomnio muchas veces es una profecía que se hace realidad. "Antes de que sus cabezas caigan sobre la almohada, se han convencido de que no van a poder dormir", dice él.

Según Sateia, esas expectativas se pueden cambiar con la ayuda de la TCC (terapia cognitiva conductual), un tipo de asesoramiento que combina la meditación y técnicas de relajación con otras estrategias probadas para dormir.

Una de las metas principales de la terapia cognitiva conductual para el insomnio —también conocida como TCC-I— es reducir el tiempo que las personas pasan despiertas en la cama. Esto significa no leer o trabajar sobre la cama, y levantarte de la cama si sientes que no vas a poder dormirte. Si pueden pasar menos tiempo luchando por dormirse, hasta los más empedernidos insomnes pueden sentirse más confiados al acostarse.

Y la seguridad, dice Sateia, podría ser el mejor sedante de todos. "Pensamos que todas las personas deben someterse a la terapia cognitiva conductual antes de tomar pastillas para dormir", dice Sateia. Agrega que podría ser difícil encontrar a profesionales capacitados, especialmente en pueblos pequeños. Sin embargo, dice él, nuevos programas a través de internet podrían ayudar a más personas a beneficiarse de la terapia. "La TCC-I no tiene efectos secundarios y los beneficios podrían durar por años", dice él.

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