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‘13 Minutes’: Asesinar a Hitler

Cinta alemana recuenta los minutos que hubieran cambiado la historia.

Escena de la película '13 minutes'.

Pictorial Press Ltd/Alamy Stock Photo

Escena de la película '13 Minutes'.

DIRECTOR: Oliver Hirschbiegel
GUION:  Léonie-Claire Breinersdorfer y Fred Breinersdorfer.
ELENCO:
Christian Friedel, Katharina Schüttler, Burghart Klaußner, Johann von Bülow, Heinrich Müller, Felix Eitner, y David Zimmerschied y Rüdiger Klink.
DURACIÓN: 110 minutos 

La diferencia entre que el nombre de Georg Elser sea reconocido en todo el planeta y que nadie lo conozca es de tan solo trece minutos, los que le faltaron para asesinar a Adolf Hitler. De no ser porque el Führer abandonó tempranamente el evento en el que estalló la bomba que Elser preparó, se hubiera podido evitar el horror que el dictador desató. Aunque no siempre es cierto el dicho de que “muerto el perro se acabó la rabia”, en el caso específico de Hitler, su desaparición hubiera hecho imposible que continuara la maquinaria de muerte creada por su delirante mente. Saber que por un lapso de tiempo tan pequeño se hubieran podido salvar millones de vidas, es una tragedia de proporciones épicas. 13 Minutes hace un recuento detallado de los eventos que llevaron a ese fatídico día, pero va más allá al retratar, junto con la vida del Elser, el ambiente en la sociedad germana que dio lugar al ascenso del nazismo.

13 Minutes arranca con la explosión en la cervecería Bürgerbräukeller de Múnich el 8 de noviembre de 1939. Hitler daba un discurso recordando el aniversario del Putsch (su golpe de estado fallido en 1923). En el evento se encontraban altos funcionarios del Tercer Reich como Joseph Goebbels y Joachim von Ribbentrop. Todos se retiraron antes de lo calculado y el estallido los esquivó, matando a ocho asistentes e hiriendo a 63 más, dieciséis de ellos de gravedad. Elser (Christian Friedel) fue detenido en la frontera con Suiza y recluido en el campo de concentración de Dachau. La idea era mantenerlo vivo hasta que confesara quiénes eran sus cómplices. Hitler no creía que el humilde campesino y carpintero fuera el autor único. Elser se negaba a cooperar con los oficiales hasta que amenazaron con torturar también a sus familiares. Elser comenzó a hablar. A través de flashbacks vamos conociendo la historia del joven idealista originario de Suabia.

El director Oliver Hirschbiegel se dio a conocer con Downfall (2004) otra película centrada en Hitler. En 13 Minutes, Hitler apenas si aparece y esto es porque el verdadero protagonista de la historia es el pueblo alemán. Luego de la humillante derrota en la Primera Guerra Mundial y la intensa crisis económica de finales de los años 20, la sociedad alemana se había radicalizado y estaba dividida entre quienes creían que solo el socialismo podría salvar al país, y quienes esperaban al hombre fuerte que los rescataría de su miseria. Tal vez debido a su particular situación familiar, Elser era más escéptico a las promesas de ambas corrientes; su propio padre, la figura de autoridad en su entorno, era un alcohólico irresponsable y abusivo.

Con una paleta visual de colores mate, reminiscente de los filmes de propaganda típicos de la época, nos remontamos a los años dorados de la juventud de Elser (tenía 36 cuando fue arrestado). Elser era un hombre reservado que gustaba de tocar el acordeón y llevaba una vida plácida en la provincia de Königsbronn. Era un carpintero muy talentoso y más inteligente de lo común y pudo darse cuenta del peligroso ascenso del fascismo. Aunque no pertenecía al partido, tenía simpatías comunistas y las peleas a puñetazos entre sus correligionarios y los nazis se volvían más frecuentes e intensas. Por otro lado, 13 Minutes nos muestra escenas de picnics, ferias, festivales folclóricos y otros eventos organizados por los nazis diseñados para atraer adeptos. Es fácil imaginar como para una clase trabajadora hambrienta e ignorante, el sentimiento de pertenencia y la comida gratis resultarían tan atractivos.

La idea de atentar contra Hitler nació en 1936 cuando Elser comenzó a trabajar en una fábrica que supuestamente producía tuberías y otras herramientas de uso civil, pero en realidad colaboraba con el programa de rearmamento secreto ordenado por Hitler. El programa desmentía las supuestas intenciones pacíficas del canciller. Fue así que Elser decidió que eliminando a los altos jerarcas del Tercer Reich, se podría evitar que Europa fuera nuevamente a la guerra. Sin ayuda y sin contárselo a nadie, Elser construyó una elaborada bomba de relojería. La duración habitual del discurso anual de Hitler recordando el Putsch era de las 20:30 a las 22:00 horas, pero dado que la guerra ya estaba en vigor, Hitler acortó el evento; comenzó a las 20:10 y terminó poco después de las 21:00 horas. El Führer se dirigió a la estación para tomar un tren hacia Berlín. Debido al mal tiempo, no podía viajar en avión, motivo por la cual recortó su estancia en Múnich.

Aunque el “hubiera” no existe, el sentimiento amargo de que unos cuantos minutos hubieran podido cambiar el curso de la historia, subyace a lo largo de la película. Sin embargo, Hirschbiegel va más allá y antepone a ese conocimiento fútil uno más productivo: entender que el ascenso de Hitler no fue tan extraordinario, sino producto natural de una sociedad y unas circunstancias que estaban preparadas para recibirlo. Como lo describiera el gran director sueco Ingmar Bergman en el título de uno de sus filmes sobre la Alemania de los años 30: el huevo de la serpiente ya había incubado.

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