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¿Qué es la enfermedad de Parkinson?

Los tratamientos y el ejercicio pueden mejorar los síntomas de quienes sufren este trastorno que afecta el movimiento.


spinner image Un hombre sostiene un vaso con agua y con la otra mano se da soporte para no derramar el agua
SRUILK / GETTY IMAGES

Cathie Baker tenía 60 años y estaba conduciendo por la autopista hacia el oeste, camino a su trabajo en Seattle. De repente, mientras escuchaba temas viejos en la radio, su mano derecha, que sostenía el volante, tuvo un espasmo. La reacción refleja de Baker fue disminuir la velocidad, preocupada por la posibilidad de perder el control del auto en medio del pesado tráfico de la mañana. 

La sacudida de la mano, que terminó tan rápidamente como había comenzado, la tomó desprevenida. Pero ella sabía qué era.

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“Recuerdo que pensé: 'No puedo creer que esté sucediendo esto'”, dice Baker, quien ahora tiene 71 años.

Su padre, ya fallecido, había tenido la enfermedad de Parkinson. Nunca consultó a un médico para tratar la enfermedad y fue doloroso verlo deteriorarse. “Pero nunca pensé que yo tendría la enfermedad. Nunca se me ocurrió esa idea... hasta que me comenzó a temblar la mano mientras conducía”. 

Unos días después, Baker tuvo temblores en el pulgar derecho. Fue a ver a su médico de familia, quien pareció no tomar el incidente como algo serio. “Se rio un poco y dijo: ‘Solo porque su padre tenía esa enfermedad no quiere decir que usted también la tenga’”, recuerda Baker.  

Pero ella sabía que algo no estaba bien. Más adelante, cuando mencionó los síntomas en una visita ginecológica de rutina, el médico le leyó una hoja de preguntas de detección.

Baker respondió que sí a las preguntas sobre arrastrar los pies al caminar, tener problemas de equilibrio, estreñimiento y problemas para dormir. Entonces, el profesional le dijo que debía consultar a un neurólogo. El neurólogo confirmó que Baker estaba en las etapas iniciales de la enfermedad de Parkinson. Más de diez años después, Baker sostiene que la rutina constante e intensa de ejercicio que sigue es en gran parte el motivo por el que sus síntomas no han empeorado hasta ahora.

spinner image A un lado Cathie Baker en un bote en Hawaiiy al otro lado con su nieta Hazel.
A la izquierda Cathie Baker observando ballenas en Hawaii y a la derecha con su nieta Hazel.
Cortesía de CATHIE BAKER

¿Qué es la enfermedad de Parkinson?

La enfermedad de Parkinson es un trastorno cerebral en el que las neuronas o células nerviosas del cerebro mueren o se deterioran. El daño se acentúa con el tiempo. 

“Por razones que no comprendemos totalmente, ciertas células del cerebro comienzan a morir antes de lo que lo harían normalmente”, dice la Dra. Jori Fleisher, especialista en trastornos del movimiento y profesora adjunta de Ciencias Neurológicas en la Universidad Rush. “Es algo distinto al envejecimiento normal”.  

Esas células afectan principalmente las áreas del cerebro que controlan el movimiento y causan los síntomas clásicos, como el temblor en la mano de Baker.

No hay un análisis de sangre simple ni una prueba de imágenes para diagnosticar la enfermedad de Parkinson. Los investigadores crearon recientemente una prueba de líquido cefalorraquídeo y una prueba de biopsia de piel, pero ninguna de ellas se usa ampliamente ni modifica el régimen de cuidado o tratamiento. Por ahora, los médicos buscan señales físicas y hacen preguntas sobre los síntomas comunes. Los temblores son una señal temprana común de la enfermedad de Parkinson, si bien aproximadamente el 25% de los pacientes no los experimentan. Los médicos también buscan movimientos más lentos, rigidez muscular y cambios en la postura o el habla. Es posible que hagan preguntas sobre síntomas comunes que no están relacionados con el movimiento, como cambios en las pautas de sueño o en el estado de ánimo, estreñimiento, pérdida del olfato, presión arterial baja y problemas urinarios.

¿Cuáles son las causas de la enfermedad de Parkinson?

Los investigadores no han descifrado completamente todo lo que ocurre en el cerebro para generar la enfermedad. Pero saben que las células afectadas acumulan una cantidad excesiva de la proteína sinucleína alfa. Esa masa de proteína excesiva se llama cuerpo de Lewy. La proteína en sí es normal y se encuentra en todos los cerebros sanos, generalmente en las sinapsis, que son las conexiones entre las neuronas.

“En la enfermedad de Parkinson, por algún motivo, creemos que esta proteína se desequilibra”, dice la Dra. Rebecca Gilbert, especialista en trastornos del movimiento en NYC Health + Hospitals/Bellevue. Forma una acumulación que “se asienta en la célula y, según creemos, la daña”. Gran parte del daño ocurre en un área en la base del cerebro llamada sustancia negra, que genera dopamina, un neurotransmisor que ayuda a controlar los movimientos musculares y también participa en los centros de placer y recompensa del cuerpo. Las personas con la enfermedad de Parkinson también podrían tener niveles bajos de otros neurotransmisores, incluidas la serotonina y la norepinefrina, lo cual podría explicar algunos de los síntomas que no están relacionados con el movimiento, como los cambios en el estado de ánimo y la baja presión arterial.

¿Quiénes están en riesgo?

Según un informe publicado en NPJ Parkinson’s Disease, aproximadamente 90,000 adultos de 65 años o más reciben el diagnóstico de la enfermedad cada año en Estados Unidos. El riesgo aumenta con la edad. La mayoría de las personas con la enfermedad de Parkinson comienzan a notar síntomas alrededor de los 60 años, como le sucedió a Baker.

En cuanto a cuáles son los desencadenantes de los cambios perjudiciales en el cerebro que llevan a la enfermedad, el sexo y los genes desempeñan un papel; los hombres son más propensos que las mujeres a sufrir de la enfermedad de Parkinson, y el riesgo se duplica para quienes tienen un hermano, una hermana o uno de los padres con el trastorno, como es el caso de Baker. Sin embargo, el riesgo de sufrir la enfermedad sigue siendo bajo: entre el 2 y el 4% para las personas con antecedentes familiares y entre el 1 y el 2% para la población en general.

spinner image Una mujer sostiene su mano paralelo al piso en frente de sí misma
CATHERINE MCQUEEN / GETTY IMAGES

Síntomas comunes de la enfermedad de Parkinson relacionados con el movimiento

  • Temblor o sacudidas: por lo general comienza en un lado, en un dedo, mano o brazo, y se presenta en reposo, cuando no se está realizando ninguna actividad.
  • Ralentización de movimiento, llamado bradicinesia: tomar más tiempo para caminar o hacer actividades; batallar para levantarse de una silla o hacer movimientos que normalmente ocurren en una sola acción rápida
  • Rigidez muscular en cualquier parte del cuerpo que puede doler y limitar el rango de movimiento  
  • Cambios al caminar: pasos más cortos o arrastrar los pies; dar múltiples pasos para girar
  • Mala postura y equilibrio 
  • Pérdida de movimientos automáticos, como parpadear, sonreír o mover los brazos al caminar
  • Cambios en el habla: hablar más suave o rápido, arrastrar las palabras, dudar o hablar en voz monótona 
  • Dificultad para escribir o escribir con letra más pequeña que antes

Los factores ambientales también son importantes. La exposición a diversos pesticidas y otros contaminantes y productos químicos podría aumentar el riesgo, algo que también ocurre cuando hay un historial de golpes en la cabeza.

En algunas personas, la enfermedad se presenta a edad más temprana. Según el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento (NIA), al menos una de cada 25 personas con la enfermedad de Parkinson tiene menos de 50 años. Randy Devitt tenía 49 años cuando notó por primera vez que su mano izquierda no podía seguirle el ritmo a la derecha cuando intentaba tocar “Linus and Lucy”, el clásico de jazz de Charlie Brown, en el piano. Entusiasta jugador de fútbol, también se había estado cayendo con frecuencia en el campo en esa misma época. Y cuando caminaba, sus brazos no se balanceaban. Colgaban rígidos a su lado.

La enfermedad tiende a avanzar con más lentitud en las personas que reciben el diagnóstico temprano. También es menos frecuente que cause cambios en la memoria y el razonamiento lo suficientemente importantes como para afectar la vida diaria, una complicación relativamente común de la enfermedad de Parkinson cuando aparece a mayor edad.

Pero contraer la enfermedad en mitad de la vida conlleva otros desafíos. “Tenía miedo de perder mi trabajo. Por eso es que... no se lo dije a nadie”, dice Devitt, quien cuando recibió el diagnóstico era bombero. Los bomberos enfrentan un riesgo mayor de contraer la enfermedad, posiblemente debido a la exposición a toxinas y sustancias químicas peligrosas, según un estudio del 2022 publicado en Journal of Basic and Clinical Pharmacy (en inglés).

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Devitt recuerda haber estado expuesto a diversas sustancias químicas fuertes en varias ocasiones durante su vida. Como bombero, estuvo expuesto a solventes industriales, y también lo estuvo antes, en la estación de servicio de su familia, donde trabajó desde los 13 años hasta que completó la universidad.

 Tanto en la escuela secundaria como en la universidad, perdió el conocimiento varias veces por golpes que recibió jugando al fútbol o al fútbol americano. “Esto fue muchos años antes de que el mundo comenzara a tomar más seriamente los golpes en la cabeza”, dice. “Hablaban de que ‘te habían hecho sonar la campana’, cuando se deberían haber referido a esos golpes como ‘daño cerebral repetido y acumulativo como resultado de trauma violento al cráneo y al cerebro’”.

Ahora, Devitt juega un fútbol modificado —caminando—, apto para la enfermedad de Parkinson.

¿Cuál es el tratamiento para la enfermedad de Parkinson?

Los medicamentos principales para la enfermedad (en inglés), como la combinación de carbidopa y levodopa, actúan reemplazando la dopamina que se pierde cuando mueren las neuronas importantes para el movimiento. Otros medicamentos, como la rotigotina (Neupro), pueden actuar como dopamina en el cerebro; la selegilina (Zelapar) y otros fármacos similares evitan la degradación de la dopamina en el cerebro.

Los medicamentos “hacen un muy buen trabajo para controlar los síntomas [de movimiento]”, dice Gilbert, quien también es jefe de misión de la Asociación Americana de la Enfermedad de Parkinson (APDA). Si los síntomas se acentúan, el médico podría aumentar la dosis, cambiar de medicamento o agregar algo.

spinner image Randy Devitt, un ávido jugador de fútbol que fue diagnosticado con Parkinson hace 18 años, lleva una vida plena y activa.
Randy Devitt, un ávido jugador de fútbol que fue diagnosticado con Parkinson hace 18 años, lleva una vida plena y activa.
Cortesía de LEANNE KING DEVITT

Pero sea cual fuere el medicamento, subraya Gilbert, “ninguno detiene el avance de la enfermedad. Solo se modifican los síntomas”. Las investigaciones actuales se orientan a la búsqueda de fármacos que puedan retardar o detener el avance de la enfermedad.

Hay personas que controlan bien los síntomas con medicamentos durante varios años, pero a medida que la enfermedad avanza, los beneficios que aportan los fármacos pueden disminuir. Algunas de esas personas pueden ser buenas candidatas para un tratamiento quirúrgico llamado estimulación cerebral profunda. En este procedimiento, un cirujano implanta un electrodo en profundidad en el cerebro para estimular el área que causa los síntomas. Se lo ha descrito como un marcapasos para el cerebro, ya que se mantiene en el lugar para estimular regularmente las áreas cerebrales clave.

La estimulación cerebral profunda no es para todos. Los resultados que proporciona para problemas de equilibro o de marcha no son tan buenos como los que se ven para la rigidez, la lentitud y los temblores, dice Gilbert. Y no es recomendable para personas con demencia. Pero en el caso de pacientes que cumplen con ciertos criterios, la estimulación cerebral profunda puede aliviar temblores, rigidez, lentitud de movimiento, espasmos musculares y movimientos involuntarios. En un ensayo pivotal aleatorio controlado, el procedimiento ofreció más alivio que la terapia farmacológica por sí sola, y mejoró considerablemente el movimiento para el 71% de los pacientes, en comparación con el 32% de quienes recibieron el tratamiento farmacológico estándar, según un informe del 2009 publicado en JAMA.

Otro procedimiento quirúrgico, llamado ultrasonido focalizado, también puede ser una opción para algunos pacientes. Este procedimiento utiliza ondas de ultrasonido para alterar áreas del cerebro que causan los síntomas de movimiento. Actualmente está disponible para la aplicación en un lado del cerebro solamente, por lo cual alivia síntomas en un solo lado del cuerpo. Se están realizando más investigaciones de este y otros tratamientos —como las infusiones subcutáneas continuas de medicamentos— para tratar mejor la enfermedad a medida que avanzan los síntomas.

El papel fundamental del ejercicio para aliviar los síntomas

Como los síntomas de la enfermedad de Parkinson pueden ser leves al principio y los medicamentos pueden tener efectos secundarios —entre ellos, alucinaciones o nuevos problemas de movimiento—, no todos los pacientes toman medicamentos desde el principio.

“Balanceamos la necesidad de medicamentos de una persona con el riesgo de efectos secundarios”, dice Gilbert.

spinner image Una mujer sentada y con sus manos sobre su bastón
FIZKES / GETTY IMAGES

El Parkinson afecta más que solo el movimiento

También podría ocasionar:

  • Ansiedad y depresión
  • Problemas de visión
  • Problemas cognitivos, demencia
  • Fatiga
  • Problemas mientras duermes, como representar físicamente lo que sueñas mientras duermes
  • Sudoración excesiva o insuficiente, mala regulación de la temperatura corporal
  • Presión arterial baja
  • Estreñimiento
  • Problemas de control de la vejiga
  • Disfunción sexual
  • Ver o escuchar cosas que no están ahí (alucinaciones)
  • Pérdida del olfato

Al comienzo, el paciente podría necesitar solamente modificar el estilo de vida para ayudar a controlar los síntomas.

“El ejercicio es una de las formas más poderosas de cambiar el curso de una persona con la enfermedad”, dice Fleisher. “Incluso si nunca has hecho ejercicio, no importa. Comienza hoy”.

Baker dice que ella comenzó con rutinas de ejercicio intensivas en cuanto se enteró de que tenía la enfermedad. Ahora, once años más tarde, además de tomar carbidopa-levodopa todos los días, continúa ejercitándose “como loca”.

Su rutina diaria incluye 100 flexiones de pecho a lo largo del día, saltar a la cuerda, hacer girar un aro de hula-hula, pegarle a un saco de boxeo 200 veces y hacer clases de gimnasia.

“Mi neurólogo dijo: 'Usted es la paciente que avanza con mayor lentitud. Estoy convencido de que es por el nivel fantástico de ejercicio que hace’”, dice Baker. “Si estás conmigo un tiempo breve, ni siquiera te das cuenta de que tengo la enfermedad”.

En lo que hace a síntomas de movimiento, la enfermedad de Parkinson parecería ser un trastorno del tipo “lo que no se usa, se pierde”. Las investigaciones sugieren que una persona podría ser capaz de mantener la habilidad de moverse si continúa moviéndose. Según la Parkinson’s Foundation, dos horas y media de actividad física por semana pueden retrasar el avance de la enfermedad.

“Cuando recién reciben el diagnóstico, las personas reducen su actividad porque están conmocionadas”, dice Devitt. “Yo soy afortunado porque siempre me gustó hacer ejercicio. Por mi dinero, el ejercicio es indiscutiblemente lo mejor que puedo hacer para la enfermedad de Parkinson”. Después de 18 años con la enfermedad, Devitt continúa jugando al fútbol y haciendo esquí acuático.

¿Qué es lo que puedes esperar si contraes la enfermedad de Parkinson?

Es posible que a tu médico le resulte difícil darte una respuesta clara sobre tu futuro con la enfermedad. La experiencia de cada persona es única.

“Si conoces a una persona con la enfermedad de Parkinson, conoces a una persona con la enfermedad”, dice Fleisher. Hay quienes tienen la enfermedad y están bien 30 años. Pero —dice— las personas que tienen una forma de la enfermedad que avanza más rápidamente podrían estar incapacitadas en menos de diez años.

Podrías ver regularmente a un fisioterapeuta o a un terapeuta ocupacional para ayudar a evitar nuevos problemas de movimiento o aprender a vivir con ellos.

Si bien la enfermedad avanza con el tiempo y puede reducir la expectativa de vida, esta en sí misma no se considera un trastorno mortal. Pero dos complicaciones comunes de la enfermedad —las caídas y la neumonía— pueden ser fatales. Las caídas son la principal causa de muerte por lesiones entre adultos mayores de 65 años en Estados Unidos, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). Los problemas de equilibrio que puede generar la enfermedad de Parkinson aumentan la probabilidad de caídas. El riesgo de neumonía surge de la dificultad para tragar, un problema común en el avance de la enfermedad. Los alimentos o la saliva que descienden por el camino equivocado pueden causar una infección.

Tu médico, el fisioterapeuta, el terapeuta ocupacional y el terapeuta del lenguaje pueden ayudar a controlar y reducir estos dos riesgos.

Devitt se considera un ejemplo viviente de las posibilidades de vivir una vida plena después del diagnóstico. “La mayoría de las personas, cuando recién reciben el diagnóstico, solo pueden pensar en el final, paralizados en una silla de ruedas... Pero hay una impresionante cantidad de vida entre ahora y después... si es que ese después ocurre alguna vez”. Y aconseja: “Mantente en movimiento, sigue caminando, sigue haciendo ejercicio, sigue socializando. Yo sigo hablando, sigo cantando para que mi voz se mantenga fuerte. Tomo el control de todo lo que puedo... Hay mucha vida por vivir a pesar de la enfermedad”.  

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