Julio Iglesias, recopila 37 grandes éxitos en un nuevo CD doble

En mi opinión, la década del 70 fue un momento increíble para cantantes como usted, Roberto Carlos y José José.  Los arreglos de las canciones tenían aroma de jazz, y el sonido de los LP era cálido y suntuoso...

Sí, hubiera sido bonito grabar ese tipo de música con los medios de hoy.  Esos arreglos profundos, donde el arreglo era casi tan importante como la canción.  Los orquestadores se pasaban horas buscando sus notas, los sonidos eran acústicos y la imaginación era mucho más grande.  Con los nuevos gadgets del estudio, el músico no tiene que buscar tanto.  Con un buen teclado Rhodes, tomas una nota y la alargas, le pones un loop rítmico y ya está.

Para mí, 1970 fue el año más musical de la historia.  Es cuando empiezan las grabaciones de 24 pistas, la música se graba bien y suena bonita, sin la mecanización de los años 80.  Las mejores canciones que escribí son de esa época.

Para un hombre, no hay nada más lindo que besar a una mujer - estar cerca de su piel, de su perfume...

Qué suerte que tienes que te gustan las chicas tanto como a mí...  [risas]

...pero debe ser increíble ser Julio Iglesias, porque usted puede besar a todas las chicas que quiere.  Es como un emperador romano, pero de la era moderna.

Ojalá fuera tan cierto como tú dices.  Sabes, el perfume grande - el bueno, el bonito - eso sólo pasa una, dos, o tres veces.  Los otros perfumes son más olvidadizos.  La oportunidad de besar a una mujer sin que te peguen un cachetazo, no creas que la haya aprovechado mucho.  No era rápido para esas cosas.  Siempre aprendí tarde.

Pero sí he sido un privilegiado en el tema de juntar los ojos, que as algo casi tan interesante como un beso.  Juntar los ojos es cuando alguien te mira, y te mira con interés.  Yo que tuve tantos ojos desinteresados cuando era jovencito - cuando tuve el accidente [el accidente que terminó su carrera como futbolista], cuando no me miraban nadie más que mi padre y mi madre - sí aprecié mucho la vuelta a la mirada.  Esa ventana que tiene la vida cuando te cruzas con un par de ojos y los ojos se quedan parados mirándote.

En sus conciertos, usted solía mencionar que cuando era joven, siempre hacía el amor con una muchacha antes de salir al escenario.  Cuando lo contaba, sonaba casi doloroso, como una compulsión...

Antes para mí, hacer el amor era vital antes de cantar.  Mi sistema nervioso incluso lo pedía.  Tenía alguna novieta que me quería mucho, y un poquito más de fuerza que ahora.  A lo mejor me pasaba alguna cosa así maravillosa y salía contento al escenario.  Es interesante, porque te vas a besar con miles de gentes, y encima te está besando una persona que parece que las representa a todas.

Pero nunca fue una compulsión.  Para mí la parte sexual del amor ha sido un acto de devoción, algo bello.  No he sido un Don Juan.  Amo a las mujeres, porque aparte de amarlas, he aprendido de ellas.

ALVARO RODRIGUEZ/COVER/GETTY IMAGES

De vez en cuando hablo con su hijo Enrique, que es realmente una excelente persona.  Nunca he hablado con él de usted, entonces se me ocurrió...

...preguntarme a mí sobre él [se ríe].  Entiendo...  En primer lugar, Enrique es un hombre libre.  La libertad es la mejor amiga de la independencia, es decir, de no ser dependiente.  Cuando una persona no es dependiente, tiene el privilegio de no tener que llamar a su padre muy a menudo.  Yo me conformo con una llamada de Enrique más que con cien llamadas de un dependiente. 

...preguntarme a mí sobre él [se ríe].  Entiendo...  En primer lugar, Enrique es un hombre libre.  La libertad es la mejor amiga de la independencia, es decir, de no ser dependiente.  Cuando una persona no es dependiente, tiene el privilegio de no tener que llamar a su padre muy a menudo.  Yo me conformo con una llamada de Enrique más que con cien llamadas de un dependiente. 

La relación que tengo con Enrique es una relación de miradas largas y profundas el día que nos vemos, y después de una temible distancia, por muchas razones.  Él lo quiere así, seguramente que lo necesita.  Nunca hablamos de música.  Le hecho mucho de menos, y también lo hacen mis hijos, los pequeñitos.  La música que se escucha en mi casa es la de Enrique y Julio Jr.  La mía es totalmente demodé para ellos.

Tengo una gran admiración por Enrique porque ganó una partida bonita y difícil que es la de sobrepasar un poco la imaginación de su padre.  Para un padre es muy atractivo cuando su hijo es capaz de ser campeón...  mejor que él, incluso.

Entiendo todo lo que me dice.  Pero yo en su lugar, quisiera poder decirle a mi hijo: "vamos a grabar un dueto juntos".

El pedirle algo así a un hijo como Enrique es un poco abusar de algo e incluso hacer pensar a la gente que se trata de un acto comercial.  Y de hecho sería un dueto importantísimo de cara a lo que es comercial.  Pero nunca en la vida se va a realizar.  Ni yo lo voy a pedir, ni él tampoco.  Sería un momento muy emotivo, y quizás lo cantaremos junto sentados, tomándonos algún café...  aunque no sería así tampoco.

Cuénteme un poco sobre su próximo proyecto.

El presidente de mi disquera, Doug Morris - al que yo adoro - me ha propuesto hacer un disco con cantantes jóvenes, algunos de los artistas más grandes del mundo.  Un disco parecido al que hizo Sinatra allá por 1993.  Tengo la sensación de que quizás soy demasiado grande en edad para hacer esto.

Me parece que sería un disco excelente...

Si tengo fuerza física para hacerlo, sí.  Porque no es el hecho de grabar el disco, sino de buscar las canciones, alterar un poco mi vida normal y pasar a otras denominaciones musicales que a lo mejor no domino.  Y para eso hay que tener tiempo.

Tengo 69 años.  La semana que viene voy a cantar en Rusia, el otro mes en China y después en Sudáfrica.  Para mí es un momento de agradecimiento vital a todas las cosas que han pasado.  Soy una persona que ha aprendido.  Si no hubiera aprendido, me hubiera quedado en los años 70, que eran maravillosos, pero no hubiera podido cantar con Sting o Stevie Wonder.  Aprender ha sido vital para mí.  En realidad, es lo único a lo que aspiro:  poder seguir aprendiendo y hacer las cosas que sé que puedo hacer.