'No quise mostrar una versión rosa de lo mexicano'

¿Cómo surgió la idea para esta película?

Mi esposa, que es alemana, tiene una madrina que vivía en un edificio para personas mayores de 80 años. Me impresionó la manera en que en Alemania se tiene en tan alta consideración a los ancianos. Vivienda y salud es algo de lo que ninguna persona mayor tiene que preocuparse. En nuestros países [Latinoamérica] tenemos también una  gran tradición de cuidar a los ancianos llevándonoslos a nuestras casas, pero no hay realmente políticas que se ocupen de eso institucionalmente. Alemania, por otro lado es un país muy descentralizado, por lo cual las familias se separan por cuestiones de trabajo, así que la gente se vuelve muy independiente desde temprana edad y aunque quisieran, a veces no es tan fácil viajar de una región a otra a visitar a los familiares. Por otra parte, la población en Alemania está envejeciendo a un ritmo acelerado y el costo que cuidar de los ancianos tiene para el gobierno es cada vez más alto.  Fue así como se me ocurrió crear una historia de un joven inmigrante que llega a un país con todos los beneficios que el propio no le puede dar y da a cambio, su vigor, juventud y lo mejor de la cultura y tradiciones de México a seres que aun cuando económicamente seguros, carecen de la red de afectos que también son tan indispensables como el aire para vivir.

Como inmigrante, ¿no se corre el riesgo que la nostalgia por el país de uno nos lleve a idealizarlo?

Claro, pero creo que la primera parte de la película es un retrato muy descarnado de la realidad en México. En ningún momento trato de romantizar a mi país como un lugar de ensueño. Muestro la brutalidad, la miseria y la violencia en la que pueblos como el de Ramón están sumergidos. De ninguna manera desvío la mirada de la terrible realidad en México. Al mismo tiempo, Ramón representa un ideal de juventud que es universal; una juventud que a pesar de los reveses de la vida, encuentra en su vigor e inocencia el coraje para salir adelante. Ramón es típicamente mexicano en muchos sentidos, pero es también un modelo del inmigrante universal que solo busca fortuna en otros lados con honradez, trabajo y optimismo. 

Me llaman la atención los contrastes con los que juega la película. Por ejemplo, la abuela de Ramón (Adriana Barraza), que en contra del estereotipo de la viejita dulce y abnegada de nuestra tradición latinoamericana, le exige a su nieto que intente ingresar a Estados Unidos, pese a haber fracasado con anterioridad, para que les mande dólares.  

Sí, es a esto a lo que me refiero con eso de que no quise mostrar una versión rosa de lo mexicano, y uno de los puntos principales de la película. Cuando las circunstancias en las que vives son tan extremas, aun las mejores personas no pueden dar lo mejor de sí. La abuela de Ramón vive consumida por el dolor que le ocasiona su pierna y aunque es evidente que ama a su nieto, no puede dejar de pensar en lo que será de ella si no tienen para pagar las medicinas. Por otro lado, Ruth no tiene esa preocupación encima y es solo cuando tus necesidades básicas están satisfechas que te puedes “dar el lujo”, por decirlo de alguna manera, de considerar a los otros. Es esta para mí la gran paradoja. Unos tienen, pero no a quien darles; y otros no pueden dar, porque no tienen.

¿Cree que el cine pueda cambiar la forma en la que los gobiernos ejercen sus políticas? En el caso de Buen día, Ramón, en cuanto a la falta de perspectivas para los jóvenes en México. En Alemania, sobre los posibles  beneficios de la inmigración para el cuidado de los ancianos, por ejemplo.

Desafortunadamente, no. Yo no creo que el cine tenga el poder de cambiar al mundo. Mi deseo sería que tal vez una que otra persona que vea la película y que esté en un puesto donde se tomen este tipo de decisiones, vea las cosas desde una perspectiva diferente;  pero no puedo ser tan ambicioso en cuanto a pensar que las políticas migratorias de un país podrían modificarse a raíz de un esfuerzo como este. Por otro lado, sí considero que hay una gran responsabilidad en la forma cómo presentamos ciertos asuntos. Es importante en lo que se refiere a mi país por lo menos, que no hagamos películas que solo presentan el lado oscuro de la situación por la que estamos atravesando. Es verdad que las cosas están muy difíciles en México y que en algunas regiones la única alternativa que tienen los jóvenes es unirse al crimen o emigrar a Estados Unidos. Sin embargo, aun dentro de estas opciones, hay cabida para otras realidades.