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Los 7 errores más grandes que podrías cometer con el Seguro Social

Confía, pero verifica tus ingresos, y otros consejos para maximizar tus beneficios.

spinner image Trampa de ratón con una imagen del Seguro Social sobre la tabla.

Cuándo —y cómo— solicitar los beneficios del Seguro Social podría ser la decisión financiera más importante de todas. El beneficio de por vida que recibe una pareja de 65 años, con un trabajador asalariado con un ingreso promedio y otro de bajo ingreso, típicamente asciende a alrededor de $1.1 millones, pero dependiendo del momento en que se solicita, esta cifra podría ser cientos de miles más o menos. Para complicar el asunto, hay una infinidad de variaciones de cómo y cuándo solicitarlo. ¿Se cometen errores en esta decisión? Por supuesto. Pero con la información acertada, podrás evitarlos. Aquí presentamos los siete errores más grandes, con la ayuda de Laurence Kotlikoff, profesor de Economía de la Universidad de Boston, y Marcia Mantell, autora de Cookin’ Up Your Retirement Plan, dos expertos en el Seguro Social. 

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1. No entender cómo crecen los beneficios

El error más grande, por mucho, es solicitar el beneficio demasiado temprano. Puedes empezar a cobrar los beneficios a los 62 años, pero por cada año que esperas entre los 62 y los 70 años, te corresponde un aumento de entre el 5 y el 8%. Es un rendimiento garantizado, muy difícil de replicar de cualquier otra forma. No hace falta decir que debes solicitarlo si necesitas el dinero para vivir o si tienes un motivo de salud para creer que no vas a tener una vida muy larga. En ciertos casos, es más conveniente para las parejas si uno solicita el Seguro Social mientras el otro espera (más detalles a continuación). Pero en general, la espera puede ser sumamente redituable.

2. Solicitarlo temprano por temores acerca del programa del Seguro Social

El último informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso dice que el fondo fiduciario del Seguro Social empezará a acabarse en el 2033 si el Congreso no toma medidas para remediarlo. Pero, señala Mantell, eso no significa que no se pagarán los beneficios. Hay cuatro fuentes de recursos del fondo fiduciario del Seguro Social, explica ella, y solo una (la “cuenta de reserva”) está en peligro de agotarse. Si eso ocurriera, el país aún podría pagar alrededor del 80% de sus obligaciones respecto del Seguro Social. Además, dice ella, la probabilidad de que el Gobierno deje que eso ocurra es increíblemente remota. En su opinión, el asunto no ha alcanzado un punto crítico todavía. “En 1982, la cuenta de reserva se agotó y solo [entonces] el Congreso se molestó en hacer algo”, dice Mantell. “Es la naturaleza de la maquinaria política”. 

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3. No coordinar con tu cónyuge

Estar casado complica más la decisión de solicitar el Seguro Social. Aunque en una familia de un solo ingreso probablemente sea más rentable que el trabajador asalariado espere a solicitar los beneficios, cuando hay dos trabajadores asalariados, tal vez sea mejor que uno (típicamente el que gana más) espere mientras el otro los solicita temprano. De esa forma, estará entrando parte del ingreso del Seguro Social si lo necesitas, mientras que el cónyuge que gana más espera hasta los 70 para cobrar la cantidad más alta posible. Y si la diferencia entre tu ingreso de por vida y el de tu cónyuge es significativa, tal vez te corresponda un beneficio para cónyuge más alto de lo que sería tu beneficio jubilatorio. Planear la estrategia precisa de solicitud para las parejas es complicado. Puede que un consejero financiero tenga un programa para definir más precisamente la mejor fecha para ti —o bien puedes pagar para utilizar una calculadora como la que creó Kotlikoff en maximizemysocialsecurity.com—.(en inglés).  Cuesta $39.

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4. Confiar (sin verificar)

Si no has visitado SocialSecurity.gov para crear una cuenta My Social Security (en inglés), ya es hora. Ahí es donde podrás ver el registro de tus ingresos y un estimado de tus beneficios. Los expertos recomiendan dar un buen vistazo a ese estado de cuenta una vez al año. Si no coincide con lo que crees que has ganado, llena este formulario (en inglés) para solicitar una corrección. Por último, una vez que empieces a cobrar tus beneficios, asegúrate de que pasen la prueba de confiabilidad. En este momento, la Administración del Seguro Social está en proceso de “recuperar” $8,600 millones en beneficios que pagó, pero que considera que, en realidad, no los debía: en ciertos casos a individuos que tenían pensiones que los descalificaban de los beneficios o a aquellos que no pasaron la prueba de ingresos. (Más información abajo). Tener que devolver el dinero ya gastado es peor que no haberlo recibido nunca. 

5. No saber sobre beneficios valiosos

En primer lugar, si eres divorciado, pero estuviste casado por lo menos 10 años, tienes derecho a reclamar beneficios para cónyuges según el registro de ingresos de tu excónyuge. Eso puede ser una gran ayuda, en especial para los cónyuges que no trabajaron fuera del hogar. No puedes haberte vuelto a casar, pero no importa si tu excónyuge se casó de nuevo: tanto el cónyuge actual como el anterior pueden cobrar beneficios del registro de ingresos de la misma persona. Luego, si eres viudo o viudo divorciado y te casaste de nuevo después los 60, puedes cobrar un beneficio para sobrevivientes. Puedes comenzar a cobrar esos beneficios a partir de los 60 años (o 50 si eres discapacitado). Como viudo, puedes recibir tu propio beneficio jubilatorio o bien hasta el 100% de la cantidad del beneficio del cónyuge difunto —la que sea más alta—. Los hijos menores o discapacitados también pueden cobrar beneficios para sobrevivientes. Lo mismo se aplica a los padres que dependen financieramente del hijo trabajador fallecido. Pero los beneficios totales pagaderos del registro de una sola persona difunta están sujetos al beneficio máximo familiar. Los beneficios máximos familiares también se aplican a trabajadores vivos con respecto a los beneficios para el cónyuge e hijos menores y discapacitados. Pero hay un aspecto ventajoso: lo que el cónyuge actual recibe no depende de lo que recibe el excónyuge y viceversa. 

6. Preocuparte por si ganas demasiado

Todos los que cobran el Seguro Social antes de la edad plena de jubilación, pero siguen trabajando están sujetos a la llamada “prueba de ingresos”. (La edad plena de jubilación es entre 66 y 67, dependiendo del año de tu nacimiento; según la ley actual, es a los 67 años para los que nacieron a partir de 1960). Para el 2023, por cada dólar que ganas por encima de la suma de $21,240 mientras estás recibiendo beneficios, el Seguro Social te penaliza en 50 centavos. (Con frecuencia se dice que se pierde $1 por cada $2 de ingreso). En la práctica, se suele considerar un incentivo para no trabajar. Pero Kotlikoff dice que no debería serlo. ¿Cuál es el motivo? Porque una vez que cumples la edad plena de jubilación, todos esos montos que no cobraste se suman a tus beneficios, lo cual aumenta la cantidad que recibes durante el resto de tu vida. Es importante destacar que depende de ti avisarle al Seguro Social que la situación cambió. Y si regresas a trabajar en el primer año de cobrar beneficios, quizás prefieras dejar de cobrar la jubilación, lo cual se relaciona con el punto siguiente.

7. No detener el reloj

Hay dos maneras de rehacer tu decisión sobre el Seguro Social si comienzas a cobrar tus beneficios y luego te arrepientes. La primera es una oportunidad que debes aprovechar antes de recibir tu doceavo pago el primer año. Puedes llamar al Seguro Social y pedir empezar de nuevo. Tendrás que devolver todos los beneficios cobrados (incluidos los beneficios para cónyuges), pero entonces el Seguro Social te tratará como si nunca hubieras solicitado la jubilación antes y tus beneficios seguirán creciendo. La segunda es la oportunidad de suspender los beneficios. Se presenta al cumplir la edad plena de jubilación: en ese momento, no tienes que devolver nada, y la cantidad de tu beneficio será más alta cuando reinicies el reloj porque se habrá suplementado con lo que el Seguro Social llama “créditos por jubilación aplazada”. Esos créditos te reportarán un pago mensual más alto por el resto de tu vida. Si has vuelto a trabajar y realmente no necesitas el Seguro Social entretanto, puede ser una buena solución. 

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