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El divorcio se dispara entre los ‘baby boomers’ a medida que envejecen

Los adultos mayores impulsan la revolución del “divorcio gris”, con la mayor cantidad de separaciones de cualquier generación.


spinner image ilustración de un hombre y una mujer destrozando un corazón de papel gigante
Jiri Studnicky/Getty

Jeannie Ralston dice que su matrimonio era estupendo, “hasta que dejó de serlo”. 

La neoyorquina de 62 años se divorció justo en el momento en que habría estado celebrando sus 30 años de matrimonio. 

Había un sinnúmero de razones para la separación: los hijos ya no estaban en casa, su marido estaba semijubilado y Ralston estaba montando un nuevo negocio. Luego llegó la COVID-19 y preparó la escena para una ruptura.  

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“Siempre habíamos estado en armonía con respecto a nuestras carreras, pero él deseaba replegar mientras yo dedicaba mis esfuerzos a lanzar un nuevo negocio”, explica. “Era evidente que estábamos en diferentes etapas de nuestras vidas”. 

El divorcio tardío de Ralston no es raro. De hecho, las investigaciones revelan que los baby boomers, nacidos entre 1946 y 1964, se divorcian más que cualquier otra generación.  

Un nuevo análisis de los datos sobre el divorcio entre 1990 y el 2021 publicado en julio por el Centro Nacional de Investigación sobre la Familia y el Matrimonio de la Universidad Estatal de Bowling Green reveló que las tasas de divorcio entre las personas mayores de 45 años aumentaron durante ese periodo, mientras que las tasas disminuyeron en el caso de los menores de 45 años. El aumento más significativo en las tasas de divorcio se produjo entre las personas mayores de 65 años: la tasa se triplicó entre 1990 y el 2021. 

A estas edades más avanzadas, las tasas de divorcio entre las mujeres casi se cuadruplicaron, según el resumen de datos del que es coautora la socióloga I-Fen Lin. Ella y Susan Brown, codirectora del centro ubicado en Ohio, observaron que los adultos mayores “se enfrentan ahora a tasas de divorcio sin precedentes”, según su estudio publicado el año pasado en la revista Journal of Gerontology: Social Sciences.  

La generación más divorciada 

El fenómeno del divorcio entre las parejas mayores solía ser raro. Sin embargo, entre el año 1990 y el 2010 la tasa se duplicó, según la evaluación de Brown y Lin de los informes de estadísticas vitales de EE.UU. de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y los datos de la Encuesta sobre la comunidad estadounidense de la Oficina del Censo de EE.UU.  

En el 2010, el 27% de los divorcios se produjeron entre personas mayores de 50 años; en el 2019 la cifra aumentó al 36%. Al analizar esos datos, los más recientes disponibles, los investigadores de Bowling Green descubrieron que 1 de cada 4 divorcios tuvo lugar entre las personas mayores de 65 años. 

Algunas de esas rupturas pusieron fin a matrimonios de larga duración, bien fueran primeros o segundos matrimonios. Otros fueron más breves. Los motivos de divorcio no radican en que los adultos mayores tengan matrimonios más conflictivos que las parejas más jóvenes, señala Brown. Los cambios tienen más que ver con la evolución de la tolerancia del divorcio por parte de la sociedad y con la mayor independencia económica y emocional de la mujer.  

“Todos estos factores preparan el terreno y lo hacen más aceptable que hace una generación”, observa Brown.  

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Los investigadores afirman que esta tendencia al divorcio gris no da señales de aminorar a medida que los miembros más jóvenes de la generación del baby boom se acercan a los 60 años y los mayores a los 80. No obstante, es probable que las generaciones más jóvenes eviten tasas igualmente altas de divorcios tardíos, indica Brown. 

“Estoy cada vez más segura de que son los baby boomers los que impulsan esta revolución del divorcio gris, y es probable que sea un fenómeno en gran medida exclusivo entre ellos”, afirma. ​ 

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El análisis del Centro Nacional de Investigación sobre la Familia y el Matrimonio examinó las tasas de divorcio de los baby boomers a principios de la edad adulta y mostró tasas de divorcio mucho más elevadas que las de generaciones posteriores a esas mismas edades. Los baby boomers también presentan tasas elevadas de divorcio durante la mediana edad, en comparación con las generaciones posteriores.  

Además, Brown afirma que en general el matrimonio es un evento menos frecuente para estas generaciones más jóvenes. Los que se casan disponen de más recursos económicos, y esto se traduce en matrimonios más estables, lo que significa que los jóvenes de hoy corren menos riesgo de divorcio que los miembros de la generación anterior.  

Incluso con este aumento general del divorcio entre los adultos mayores, “suele ser poco probable que las personas con matrimonios duraderos se divorcien”, indica Kenzie Mintus, profesora asociada de Sociología en IUPUI, una asociación universitaria entre la Universidad de Indiana y la Universidad de Purdue. 

Si bien los investigadores consideran que 10 años o más es un matrimonio largo, y cuanto más tiempo se esté casado menos probabilidades hay de divorciarse, Mintus afirma que los baby boomers cambiaron el patrón tradicional. Ya no estaban dispuestos a permanecer con su pareja solo para mantener el matrimonio intacto. 

Menos estigma sobre el divorcio 

¿Cuál es entonces la explicación de esta tendencia al divorcio entre las personas mayores? Resulta que hay muchas razones.  

Los baby boomers se casaron más jóvenes que las generaciones posteriores, y el matrimonio a una edad temprana es un factor de riesgo para el divorcio, explica Brown.  

Dado que las generaciones posteriores no se casaron tan jóvenes como los baby boomers, los miembros de la generación X y la generación del mileno tienen “más probabilidades de estar aún con su primer cónyuge cuando llegan a la mediana edad”, afirma Brown. Los factores de riesgo del divorcio son mayores a edades más tempranas, y casarse más tarde significa que no hay tanto tiempo para segundas o terceras nupcias si se produce un divorcio.  

Debido a que los baby boomers tienen más oportunidades de divorciarse más a menudo que otros grupos con tasas iniciales de divorcio más bajas, el divorcio gris ha ido aumentando a medida que envejece la generación del baby boom. Según Brown, volver a casarse conlleva un riesgo de divorcio 2.5 veces mayor que durante un primer matrimonio.  

Desacuerdos sobre dinero, infidelidad, abuso verbal, pornografía, adicción a sustancias, enfermedades mentales y diferencias sobre la crianza de los hijos son algunos de los factores que, según hombres y mujeres, repercuten negativamente en el matrimonio en etapas posteriores de la vida, nota Jocelyn Elise Crowley, profesora de Políticas Públicas en la Universidad de Rutgers, que investigó las razones de las rupturas para su libro Gray Divorce: What We Lose and Gain from Mid-Life Splits

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“Lo que descubrí es que todos estos matrimonios se desintegraron por las razones clásicas habituales; por ejemplo, ambos sexos citaron la infidelidad. Las mujeres se quejaron un poco más de los problemas de abuso verbal o de la adicción de su cónyuge”, señala Crowley. “Los hombres, por otra parte, hablaron de desacuerdos financieros y de diferencias respecto a la crianza de los hijos”.  

Entre las parejas mayores, un factor adicional tal vez sea que el divorcio no conlleva el mismo estigma que cuando los baby boomers eran jóvenes y llevaban menos tiempo de casados, señala Brent Cashatt, un abogado que a menudo trabaja con parejas mayores que disuelven matrimonios largos en su bufete de derecho de familia de Des Moines, Iowa. 

“Cuando me divorcié en 1997, no era común en mi familia ni en la sociedad en general”, dice Cashatt, que también es presidente de la organización sin fines de lucro American Academy of Matrimonial Lawyers. “Era una especie de tabú. Ahora ocurre y la gente lo supera”.  

Los cambios que alteran la vida también influyen. Quizás se trate de la jubilación de uno de los cónyuges, pero no del otro, o del diagnóstico de un problema grave de salud. 

“Si el matrimonio ya es frágil por otras razones, esto puede ser lo que los precipite al divorcio”, dice Mintus. ​ ​ ​​​ ​ ​ 

Nuevos comienzos 

De hecho, varios estudios, incluido uno del que Mintus es coautora y publicado en la revista Social Sciences en el 2022, pusieron de manifiesto que el riesgo de divorcio era mayor si la esposa desarrollaba una discapacidad o una enfermedad crónica, pero no si este era el caso con el esposo.  

El divorcio también tiene repercusiones para la salud emocional, que no mejora al instante en los adultos mayores tras una separación, afirma la socióloga Deborah Carr, de la Universidad de Boston, que ha estudiado el impacto del divorcio gris en la salud mental. 

No obstante, Carr afirma que, al cabo de varios meses, estos adultos mayores tienden a recuperar el equilibrio y "se desenvuelven bastante bien. 

“Estar deprimido o no depende de cómo era la relación y del contexto en el que terminó”, observa Carr. “Si era un matrimonio conflictivo y no ofrecía satisfacción emocional, hay menos síntomas de depresión y soledad”. 

A pesar de su divorcio, Ralston no considera sus “29 años de matrimonio en su mayor parte bueno y sólido” como un “matrimonio fracasado”. Y se siente afortunada de que una amiga le brindara la oportunidad de pasar tiempo recuperándose en un lugar apartado justo después de la ruptura. Reforzó la certeza de tener personas en su vida que se preocupaban por ella. 

“Con lo que no contaba, y lo que hizo que todo marchara mejor, es que tenía una gran red de apoyo: una gran familia y la increíble generosidad de mis amigos”, dice Ralston. “Conté con tanta buena voluntad y ayuda que hizo que la nueva situación fuera más llevadera”. 

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