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Cómo afrontar el síndrome del nido vacío

Recupera tu identidad cuando se vayan de casa tus hijos.


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Es bueno tener actividades y relaciones más allá de nuestros hijos.
Hero Images/Getty Images

Las madres ya sabemos que tarde o temprano los hijos se irán del nido para forjar su propio camino, ya sea porque se van a vivir independientemente o porque se casan o forman una pareja. También puede ser porque han decidido estudiar o trabajar en otra ciudad y a veces otro país. Las madres hispanas no estamos tan acostumbradas a esto último. Nos gusta tener cerca a los nuestros y puede resultarnos difícil aceptar que nuestros hijos se muden lejos. Para nosotras siempre serán nuestros pequeños y, por eso, puede ser complicado enfrentar esta separación. Además, el momento en que los hijos se van puede coincidir con momentos especiales de nuestra vida, como la menopausia, un divorcio o un cambio laboral. Esto dificulta aún más el estado emocional en que nos encontremos.

Este año, mis hijos cumplen 16, 14 y 13 años. Dentro de dos años mi hija mayor se preparará, o al menos eso espero, a ir a la universidad en otra ciudad. Esto por un lado me llena de orgullo pero, por otro, me da miedo. Aunque me hice mamá siendo mayor —tuve a mi primera hija a los 37 y a la segunda a los 40, y un hijastro desde hace ocho años—, me he acostumbrado a vivir en una casa llena de gente joven. Por mucho que me queje a veces de lo difícil que es lidiar con tres adolescentes y mi trabajo al mismo tiempo, la verdad es que no espero ansiosamente el día en que el hogar se quede vacío.  

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Soledad, tristeza y aburrimiento son algunas de las emociones que pueden invadirnos cuando se van de casa nuestros hijos. Es inevitable, no podemos fingir que no nos afecta o que no los vamos a extrañar. Sin embargo, podemos poner de nuestra parte y prepararnos para que, cuando llegue el temido momento, no sea devastador. Aquí una muestra de cómo prepararte.

Prepárate mental y emocionalmente
Para que la soledad no nos invada de un día para el otro y pasemos del todo a la nada, es bueno tener actividades y relaciones más allá de nuestros hijos. Así, cuando ya no estén bajo nuestra tutela, tendremos una vida que no gire solamente alrededor de ellos.

Prepara a tus hijos
Para ellos también es un gran cambio. Sin agobiarlos, podemos enseñarles cosas útiles para que sean independientes. Si sabemos que pueden valerse por sí mismos, cuando se vayan no estaremos tan preocupadas.

Pasa tiempo con tu pareja
Si estamos en pareja, podemos tomar este momento para redescubrir nuestra relación, ya no como padres, sino como compañeros de vida. El hecho de encontrarse solos nuevamente puede beneficiar la vida sexual de la pareja. Si aún vives con el padre de tus hijos, aprovecha para hablar de tus inquietudes y compartir sentimientos, quizás él también esté triste. Si no tienes pareja, puede ser el momento de probar suerte de nuevo en el terreno amoroso.

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Disfruta de las amistades
Juntarnos con amigas no solo nos inyectará energía y nos hará pasar un buen rato, también nos permitirá hablar del tema. Es probable que a tus amigas también les preocupe el síndrome del nido vacío.

Desarrolla nuevas aficiones
Esto siempre es positivo, con o sin hijos lejos de casa. Pero en momentos como este, los hobbies son fundamentales para dedicar tiempo a algo útil y divertido que nos permita hacer nuevas amistades, y así sentirnos menos solas.

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Redefine tu carrera profesional
Si tuviste a tus hijos siendo joven, quizá dejaste de lado tu carrera profesional. Ahora puede ser el momento idóneo para retomar esa área de tu vida. Algunas mujeres que se dedicaron siempre a la familia, por fin emprenden ese negocio que tanto deseaban.

Mímate un poco
Ve a la peluquería, cena en un buen restaurante, recibe un masaje, visita un spa. Si el estar siempre pendiente de los hijos te impedía cuidar de ti misma como es debido, ahora es el momento de darte todos los gustos que mereces. Esto te subirá el ánimo, pero claro, siempre y cuando cuides del resto de los aspectos de tu vida.

Organiza reuniones familiares
El hecho de que nuestros hijos se vayan de casa no significa que no los volvamos a ver. Algunas relaciones entre padres e hijos implican un nivel de apego mayor que otras y eso influirá en qué tan seguido los veamos luego. Es bueno hablar con ellos cuando se vayan y planificar cuándo verlos la próxima vez. Un mes puedes ir de visita y al siguiente ser tú la anfitriona. Sin invadir su espacio, podemos conversarlo; al final, ellos también nos van a extrañar un poco, te lo aseguro.

Reconoce tus emociones
Es de esperar sentir melancolía. Permítete sentir cualquier emoción que te embargue, es normal. Si quieres llorar, hazlo, es mejor que guardarse la angustia. Pero procuremos que el sentimiento no se quede ahí por siempre como una barrera que nos impida avanzar. Si caes en una melancolía tal que se convierte en depresión, no dudes en consultar con un terapeuta.

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