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Los rigores del tiempo no disminuyen el amor de EE.UU. por el bikini

A medida que cambian los estándares de belleza, el traje de baño de dos piezas de antaño cambia también con las mujeres que lo usan.


spinner image La actriz suiza Ursula Andress en un bikini.
La actriz suiza Ursula Andress interpreta el papel de Honey Ryder en la película de James Bond de 1962, Dr. No, del director Terence Young, que en francés se conoce como James Bond Contre le Docteur No y se basa en la novela de Ian Fleming.
SUNSET BOULEVARD/CORBIS VIA GETTY IMAGES

En una caja de fotografías familiares en un armario del apartamento de mi madre en Tucson, Arizona, hay una foto, probablemente un poco descolorida y ligeramente borrosa de esa manera tan encantadora que solo la tecnología de las cámaras de mediados de los años 70 podía dominar. Estoy de pie en una piscina de plástico azul para niños en el patio trasero de la casa de mi familia en el sureste de Ohio y tengo puesto un bikini de rayas azules y blancas. Por la expresión de mi cara, con la boca abierta y los ojos que parecen brillar, y por mi pose, con la mano apoyada en la cadera izquierda, que sobresale muy ligeramente, es evidente que me consideraba muy sexi. Al fin y al cabo, llevaba puesto un bikini, algo que había visto que mis hermanas adolescentes se ponían para asolearse en el patio trasero, y para mí todo lo que ellas hacían era lo más genial.

Ese fue el comienzo de mi historia de amor con el bikini, una historia que, mirando al pasado a través de las fotos, pareció terminar en una playa de México en el 2016. Es algo que a menudo nos pasa a las mujeres de mediana edad, cuando el cuerpo empieza a mostrar el paso de los años.

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Sin embargo, la historia de amor de Estados Unidos con el bikini se remonta a un poco antes y, según Daniel James Cole, profesor adjunto del Fashion Institute of Technology de Nueva York, no parece que vaya a terminar pronto. Dice que en realidad hay dos “historias de origen” para el traje de baño de dos piezas al que comúnmente llamamos bikini.

La primera comienza con el diseñador francés Jacques Heim, que experimentaba con la ropa femenina para el tiempo libre. En la década de 1930, Heim diseñó algunos conjuntos de dos piezas que Cole describe como tops tipo sostén con una falda envolvente sobre pantalones cortos, que “eran bastante revolucionarios para la época”, añade Cole. Luego llegó la Segunda Guerra Mundial y la ocupación de Francia. No fue sino hasta la exposición itinerante de moda titulada “Théâtre de la Mode”, que visitó lugares de Europa y EE.UU. con el propósito de recaudar fondos para los supervivientes de la guerra y reactivar la industria de la moda francesa, cuando la creación de Heim, que por entonces había bautizado como “Atome”, se vio en un escenario más amplio. 

“No era algo totalmente nuevo para las mujeres francesas, pero sí un poco vanguardista”, dice Cole, y señala que, aunque Heim siguió promocionando el diseño, no se puso de moda inmediatamente y se hicieron ajustes en el diseño para hacerlo “más pequeño”, añade Cole. “Fue una de esas cosas que generó una cobertura de prensa desproporcionada con respecto a su uso real. Pero se le dio publicidad”. 

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Se presentó públicamente en la Riviera francesa en el verano de 1946.

Esto nos lleva a la segunda historia de origen. Por la misma época, el ingeniero de la industria del automóvil, Louis Réard, presentó un competidor del Atome, que era todavía más pequeño que el diseño de Heim. Bautizó su diseño con el nombre de “Bikini”, en alusión a las pruebas nucleares realizadas en el atolón Bikini, en las islas Marshall de Micronesia, así como en referencia al “Atome” de Heim, que se llamaba así porque era diminuto, como un átomo, y también para reflejar la era atómica y el auge postnuclear del final de la Segunda Guerra Mundial, dice Cole.

“Es una locura que hoy utilicemos esa palabra [bikini] para referirnos a algo tan alegre, encantador y divertido, que se originó en la idea de las pruebas nucleares”, añade riendo.

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Réard había tenido un problema de diseño que Heim pudo evitar. Tan “escaso” era su “bikini” que no pudo convencer a ninguna modelo de París para que modelara el traje en una sesión fotográfica. “Las principales modelos de la industria de la moda se negaron”, dice Cole. “Así que, para hacer una sesión de fotos del bikini, ¡tuvo que contratar a una bailarina exótica del Montmarte!”.  

Aún pasó bastante tiempo antes de que el atuendo, que ahora es sinónimo de verano, alcanzará su momento de auge, dice Cole, coautor del libro, The History of Modern Fashion, aunque admite que no le gusta la idea de vincular un punto de la historia a un momento decisivo para la moda. Ese momento, que figura en la lista de los “10 mejores bikinis de la cultura pop” de la revista Time, se produjo en 1962, cuando la actriz y modelo suiza y alemana Ursula Andress, en el papel de Honey Ryder, salió del mar con un bikini blanco de cintura baja y cinturón en la primera película de James Bond, Dr. No.

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“A partir de ese momento, el traje de baño de dos piezas se conoce con el nombre estándar de ‘bikini’ y se convierte en una prenda relativamente aceptada entre el público en general en Norteamérica”, señala Cole.

El momento icónico de Andress también coincidió con varios movimientos en EE.UU. que contribuyeron a alimentar su popularidad: la cultura de playa/surf introducida por los Beach Boys, el movimiento del amor libre/hippie, el bronceado y, por supuesto, el lanzamiento de la canción de Bryan Hyland “Itsy, Bitsy, Teeny, Weeny, Yellow Polka-Dot Bikini” sobre un diminuto bikini de lunares amarillos.

En el 2022, el mercado estadounidense de trajes de baño y ropa de playa se estima en $6,000 millones y se prevé que alcance los $9,300 millones en el año 2023, según la empresa de investigación de mercados Research and Markets. Aunque esas cifras no están desglosadas para reflejar la cantidad de cuota de mercado que domina el bikini, es seguro decir que un anuncio de Miller Light de marzo que critica la publicidad en la que aparecen mujeres en bikini no va a acabar con la popularidad del bikini. De hecho, parece que el bikini no hace más que aumentar su atractivo a medida que el movimiento de positividad corporal sigue inspirando a los diseñadores para crear trajes de baño en una gama más amplia de tallas y estilos que se adapten a todos los tipos de cuerpo.

“Estamos viendo cómo cambian la conciencia corporal y los estándares de belleza”, afirma Cole, lo que está dando lugar a que ahora una mayor variedad de mujeres se pongan bikini. Cita a la cantautora Lizzo, que a menudo sale al escenario con trajes estilo bikini, como una innovadora clave del movimiento, pero afirma que es una tendencia que ha visto surgir en los últimos quince años. “Y creo que también tiene que ver con la glorificación de la diversidad que también forma parte de ello”.

Todo esto me ha inspirado a reconsiderar lo que siento sobre volver a ponerme el traje de dos piezas. Tal vez mi amor por el bikini no esté muerto, sino en pausa.  

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