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Foto: Mark Lennihan/ AP Photo

Hace cuatro años, el mundo como lo conocíamos cambió.

Foto: Paul Kuroda/Sipa USA via AP Images

Las calles se vaciaron, los hospitales se abarrotaron y el distanciamiento social se convirtió en la nueva norma.

Foto: Jason Redmond/Reuters

Todavía, los adultos mayores siguen siendo abrumadoramente los más afectados por la COVID-19.

Foto: Jason Redmond/Reuters
Fotos desde arriba: Mark Lennihan/ AP Photo; Paul Kuroda/Sipa USA via AP Images; Jason Redmond/Reuters

By Rachel Nania, AARP

Publicado el 21 de marzo de 2024

Hace cuatro años, el mundo como lo conocíamos cambió. Después de más de 118,000 casos en más de 100 países y 4,291 muertes, la Organización Mundial de la Salud declaró el coronavirus una pandemia el 11 de marzo del 2020.

Los cruceros dejaron de navegar, las escuelas cerraron y el “distanciamiento social” —que alguna vez fue un término poco conocido— se adentró en las conversaciones cotidianas. 

“El mundo se paralizó”, dice la Dra. Preeti Malani, profesora de Medicina en la División de Enfermedades Infecciosas de Michigan Medicine. “Y las personas pasaron meses y meses sin ver a sus seres queridos”.

Si bien mucho ha cambiado desde los primeros días del 2020, los estragos de la pandemia todavía se sienten, en su mayoría por los adultos mayores.

El peso desproporcionado de la COVID-19

Se han reportado más de 1,184,376 muertes por COVID-19 en Estados Unidos.

Alrededor del 94% de estas muertes ocurrieron en adultos de 50 años o más.

“Las cifras son realmente sorprendentes”, dice el Dr. Gregory Poland, experto en Enfermedades Infecciosas y jefe del Grupo de Investigación sobre Vacunas de Mayo Clinic.

Si bien el número de personas que mueren de COVID-19 ha disminuido significativamente desde los primeros días de la pandemia, en gran parte gracias a una mayor inmunidad y mejores tratamientos, las tasas de mortalidad de los adultos de 75 años o más continúan aumentando en comparación con los grupos más jóvenes.

“Algo que ha sido un desafío en esta pandemia es reconocer que cada uno de esos números es un ser humano”, dice Jennifer Nuzzo, profesora de Epidemiología y directora del Pandemic Center en la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Brown. “Un ser humano que ha perdido su vida y cuya familia ya no los tiene aquí en esta Tierra”.

De manera similar, los adultos mayores continúan soportando la carga de una enfermedad grave causada por una infección por coronavirus.

Las hospitalizaciones son más altas entre las personas mayores de 65 años

A fines del 2023, había más de 6.6 millones de hospitalizaciones por COVID-19.

Según datos federales, alrededor del 70% de estas se encontraban entre personas de 65 años o más; el 14% se encontraban entre adultos de 50 a 64 años. 

En los hogares de ancianos, se han confirmado más de 2 millones de casos de COVID desde el comienzo de la pandemia, y casi 200,000 residentes han muerto a causa del virus, según las investigaciones de AARP.

“Durante toda esta pandemia ha quedado claro que el mayor factor de riesgo para experimentar una enfermedad grave y la muerte ha sido la edad”, dice Nuzzo.

Hay otros efectos persistentes de la pandemia, dice Malani, de Míchigan. Más de la mitad (56%) de los adultos de 50 a 80 años informaron sentirse solos y aislados en el 2020, según la Encuesta nacional sobre el envejecimiento saludable. Ese porcentaje no ha regresado a los niveles anteriores a la pandemia.

“El aislamiento social tiene efectos profundamente negativos, en particular si eres mayor”, dice Poland. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, se ha vinculado a un mayor riesgo de padecer varias enfermedades, incluidas enfermedades cardíacas, demencia y muerte prematura.

Mucho ha cambiado desde hace cuatro años. Se han revocado las restricciones y se han flexibilizado las precauciones. Pero el virus todavía está entre nosotros, y los expertos en salud dicen que los adultos mayores y otras personas con alto riesgo de tener resultados graves deben permanecer atentos.

“Sigue habiendo una carga desproporcionada [de muertes], y está muy concentrada en nuestros adultos mayores”, dice Keri Althoff, profesora adjunta de Epidemiología en la Facultad de Salud Pública Bloomberg de Johns Hopkins.

Las vacunas y los tratamientos son en gran medida la razón por la que hoy estamos en un lugar mejor, dice Nuzzo. “Pero esas herramientas solo nos ayudarán a permanecer en ese mejor lugar si las usamos.”  

Los funcionarios de salud recomendaron recientemente que los adultos de 65 años o más reciban otra dosis de la última vacuna contra la COVID para aumentar su inmunidad al virus, que causa más de 13,000 hospitalizaciones a la semana. Según datos federales, alrededor del 40% de los adultos mayores de 65 años recibieron la vacuna en el otoño; no está claro cuántos han recibido la vacuna este año, desde la nueva recomendación. 

Cuando se trata de los tratamientos contra la COVID-19, las investigaciones sugieren que la aceptación también es baja. Un estudio publicado este año encontró que solo el 12% de más de 300,000 pacientes con COVID-19 que reunían los requisitos para el tratamiento antiviral Paxlovid lo recibieron.

La gran mayoría de las hospitalizaciones y muertes se pueden prevenir”, dice Nuzzo. “Y el hecho de que todavía estén ocurriendo y de que las cifras sean lo que son se debe a que no hay suficientes personas que usen las herramientas para prevenirlo”.

Althoff dice que la pandemia nos enseñó cómo las medidas preventivas diarias —como usar cubrebocas y mejorar la calidad del aire en interiores— pueden ayudarnos no solo a protegernos de la COVID, sino también de otras enfermedades respiratorias que afectan desproporcionadamente a los adultos mayores, como la gripe y el VRS.  

“Creo que es un momento para decir que [en los últimos cuatro años] hubo mucha pérdida, hubo mucho trauma, y para quienes todavía están con nosotros y sobrevivieron y prosperaron, la vigilancia continua de las enfermedades respiratorias en las personas mayores es muy importante”, dice Althoff.

Rachel Nania es una galardonada escritora que cubre temas sobre atención médica y políticas de salud para AARP.

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