Vida Sana
Cuando Richard Nixon lanzó la “batalla contra el cáncer” en diciembre de 1971, el Dr. Vince DeVita Jr. era jefe médico de subdivisión en el Instituto Nacional del Cáncer (NCI).
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El presidente anunció por la televisión frente a un público nacional que “el mismo tipo de esfuerzos concentrados que lograron dividir el átomo y llevar al hombre a la luna se dedicarán a derrotar esta enfermedad aterradora”.
Ese fue un llamado a una búsqueda intensiva de $100 millones para una cura, lanzada gracias a una nueva legislación conocida como la Ley Nacional del Cáncer de 1971. DeVita, quien en esa época tenía 36 años, lo dudaba. Desde entonces, ha cambiado de opinión. “El dinero sí compra ideas cuando pone a trabajar a científicos brillantes”, dice este oncólogo e investigador, quien fue director del NCI de 1980 a 1988 y luego director del Yale Cancer Center. Hoy —50 años y más de $100,000 millones después— piensa que “no solo estamos ganando la batalla contra el cáncer, sino que la muerte del cáncer es inevitable”.
Éxitos y desafíos
Ha habido muchas victorias decisivas. Desde 1971, la tasa de mortalidad por cáncer ha disminuido más del 25%. La tasa de supervivencia de cinco años ha aumentado el 36%. El arsenal de tratamientos contra el cáncer es diez veces mayor. Las mamografías, las colonoscopías y otros exámenes de detección están encontrando más a menudo cánceres comunes en sus etapas iniciales, cuando las probabilidades de sobrevivir pueden llegar al 99%.
Sin embargo, el cáncer sigue siendo la causa principal de muerte de hispanos y asiático-estadounidenses, de mujeres de entre 50 y 60 años, y de todas las personas de entre 60 y 80 años. El riesgo de por vida de tener un cáncer invasivo: un sorprendente 1 de cada 2 para los hombres, 1 de cada 3 para las mujeres. Y si bien el cáncer puede atacarnos en cualquier momento de nuestra vida, ahora se entiende que principalmente es una enfermedad relacionada con el envejecimiento, que resultó ser más complicada de lo que nos habíamos imaginado.
"En 50 años, hemos descubierto que el cáncer no es una sola enfermedad sino muchos, muchos cientos de ellas."
Si bien la causa raíz de todos los tipos de cáncer son las células que mutan y crecen de modo incontrolable, cómo sucede eso, qué efectos tiene y cómo tratarlo varían enormemente, según la parte del cuerpo donde aparezcan estas células cancerosas. “Cuando empezó la batalla contra el cáncer, las personas de alguna manera creyeron que podríamos terminarla en 10 años”, señala el Dr. Ezekiel Emanuel, vicerrector de iniciativas mundiales de University of Pennsylvania. “Pero fue más fácil llegar a la luna. Entender enfermedades complicadas toma mucho tiempo”.
A continuación, una mirada de la situación actual.
El cáncer antes y ahora
A principios de la década de 1970, si te diagnosticaban un cáncer, tenías un 50% de probabilidades de sobrevivir durante los próximos cinco años. Al cuerpo lo bombardeaban con radiación, que atacaba tanto a las células sanas como a las cancerosas; le hacían incisiones durante cirugías mayores y a veces desfiguradoras; y lo inundaban de dosis enormes de quimioterapia sumamente tóxica. Y eso si eras afortunado. A quienes se consideraba como “de mayor edad” a menudo no les hacían ningún tratamiento. El cáncer estaba rodeado de terror y de mitos. “La gente susurraba la palabra o llamaba a la enfermedad ‘la C mayúscula’, como hizo John Wayne cuando tenía cáncer de pulmón”, dice Susan Leigh, enfermera oncológica y fundadora de la National Coalition for Cancer Survivorship (NCCS). “Rociaban con Lysol los escritorios en el trabajo, porque pensaban que el cáncer era contagioso. Las familias hacían que los seres queridos con cáncer usaran platos de cartón y utensilios plásticos”.
Muchas cosas han cambiado, pero hace falta que cambien muchas más. Contemplemos el caso de Leigh, quien ahora tiene 73 años. Se ha beneficiado de las victorias de la batalla contra el cáncer y también ha sobrellevado sus limitaciones. A Leigh, una enfermera del Ejército de EE.UU. que prestó servicio en Vietnam, le diagnosticaron un linfoma de Hodgkin en 1972. Su esperanza de vida era de solo tres a cinco años. Pero gracias a radiación y a una revolucionaria pauta terapéutica de quimioterapia con varios medicamentos llamada MOPP, formulada por DeVita y considerada como uno de los éxitos más tempranos de la batalla contra el cáncer, el cáncer de Leigh entró en estado de remisión. La experiencia la inspiró a convertirse en defensora de los derechos de los sobrevivientes de cáncer.
“Cuando recuerdo ahora la batalla contra el cáncer, lo más importante es que pudo aumentar el financiamiento para investigación”, señala. “Pero pensábamos de forma simplista. En 50 años, hemos descubierto que el cáncer no es una sola enfermedad sino muchos, muchos cientos de ellas. Estaremos buscando tratamientos por años”. Por cierto, años después de su éxito temprano, Leigh tuvo episodios de cáncer de seno, de pulmón y de vejiga, al igual que lesiones cardíacas y huesos debilitados, problemas que a menudo son efectos secundarios a largo plazo de la radiación y la quimioterapia.
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