Vacaciones de verano: California y los estados del noroeste

Sun Valley, el primer centro de esquí establecido como destino en América del Norte en 1936, recientemente ha prosperado y se ha convertido en un centro excelente para divertirse al aire libre en el verano. Puede resultar costoso volar hasta el aeropuerto Friedman Memorial y hospedarse en el propio centro de esquí, pero muchos visitantes ahorran al volar hasta Boise, hacer el viaje en automóvil de aproximadamente tres horas hasta el área de Big Wood River y hospedarse en comunidades cercanas tales como Ketchum, un antiguo pueblo minero. La región ofrece una gama de actividades impresionantemente diversas: jugar en campos de golf con paisajes alpinos, paseos en balsa por los ríos, montar a caballo en senderos montañosos o hacer senderismo para bajar de Bald Mountain después de un paseo panorámico en una góndola hasta la cima. Pero también puedes tomar las cosas con calma y disfrutar de un espectáculo de patinaje artístico de categoría olímpica, conciertos sinfónicos gratuitos al aire libre de primera categoría y uno de los mejores festivales de manualidades del noroeste cada agosto.

Ashland, Oregón

"El mundo entero es un escenario", escribió Shakespeare, pero pocos lugares personifican este dicho más que Ashland, a 20 minutos en automóvil hacia el norte desde el límite del estado de California. Ahora en su 83.ª temporada, el Festival de Shakespeare de Oregón que se celebra en el pueblo, ganador de premios Tony, presenta muchísimas obras —de Shakespeare y contemporáneas, dentro del teatro o bajo las estrellas— durante el verano. Pero el propio Ashland en sí es parte de la atracción principal gracias a su onda amistosa de pueblo provincial, bonitas posadas (Bard's Inn, o Green Springs Inn, que tiene cabañas), el frondoso Parque Lithia y restaurantes excelentes (Loft Brasserie & Bar, Hearsay). En las afueras del pueblo puedes hacer senderismo o montar en bicicleta a través de bosques de árboles de hoja perenne y praderas de flores silvestres, degustar vinos en bodegas locales o descender los rápidos del río Rogue y aun así llegar a tiempo para ver la función de la noche. Los aeropuertos principales más cercanos están en Portland y Sacramento, ambos a casi 300 millas de distancia, pero hay uno pequeño en Medford, Oregón, un pueblo cercano. No obstante, esta es una excelente región para pasear en automóvil. Si piensas volar y tienes tiempo, considera agregar a Crater Lake y a la hermosa costa de Oregón al itinerario.

Santa Catalina Island, California

"A veintiséis millas, más allá del mar, Santa Catalina me espera". Así dice la canción popular de los años 1950, y sigue siendo cierto para el millón de visitantes anuales que llegan por ferry, hidroavión o hasta helicóptero a esta isla al sudoeste de Los Ángeles. La mayoría se queda y juega en Avalon, un pueblo diminuto que representa la versión del Sur de California de la dolce vita, con dos docenas de posadas y hoteles y un puerto lleno de naves de placer que se mecen en la superficie del agua. A quienes les encanta la playa encontrarán aguas tibias perfectas para nadar o hacer surf de remo, y los bosques de alga marina pueden explorarse a través del buceo, tradicional o con tubo respiratorio, o barcos con fondos de vidrio. Los caminos para hacer senderismo se entrelazan en el interior escarpado, y en excursiones en vehículos de tracción 4x4 podrías ver los descendientes de bisontes importados para el rodaje de una película de los años 1920.

San Juan Islands, Washington

Los 172 arrecifes, peñascos e islas identificados de las San Juan Islands se encuentran dispersos como piedritas color verde musgo por las aguas del noroeste de Washington. Puedes llegar hasta las tres islas principales —Orcas, San Juan y Lopez— por hidroavión, pero para capturar la onda lenta de las islas, viaja en los transbordadores pesados estatales. En el "pueblo grande", Friday Harbor (de 2,162 habitantes), encontrarás boutiques y restaurantes elegantes (Duck Soup, Backdoor Kitchen), además de alrededor de dos docenas de hoteles y posadas. Pero los placeres singulares de las islas se encuentran en las carreteras de campo, aptas para los ciclistas, en fincas en las que puedes recolectar bayas o lavanda o a bordo de un barco cuando logras ver las orcas blancas y negras nativas de estas aguas.

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