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¿No quieres volar? Realiza un viaje de varios días en tren

Relato de una pasajera que describe su recorrido por el país en Amtrak para visitar a sus nietos.


spinner image Espacio de dos sillas/habitaciones en el tren Amtrak
VERONICA STODDART

Decidí salir de Washington D.C. hacia Los Ángeles para visitar a mis cuatro nietos durante la pandemia. En circunstancias normales, simplemente iría en avión, por supuesto. Pero pensé: ¿estar metida en una cabina de avión con un montón de extraños? No, gracias. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades han dejado en claro que aunque ninguna forma de viaje es completamente segura, las posibilidades de enfermar de COVID-19 dependen en gran parte (además del uso de mascarillas y el lavado de manos) de la capacidad de mantenerte a 6 pies de distancia de personas que no forman parte de la familia.

Pero manejar sola de costa a costa me resultaba demasiado cansador. Así que elegí tomar un tren con dormitorio privado de Amtrak, una forma de viajar a la antigua, con compartimientos individuales para el distanciamiento social, que me pareció la opción perfecta para mí durante estos tiempos de coronavirus. ¿Una gran desventaja? El precio. A unos $1,000 de ida, es al menos el doble —quizás el triple— de lo que pagaría por ir y volver en avión.

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Con la decisión de gastar más de lo necesario por esta única vez, reservé un viaje de tres noches: comencé en el Capitol Limited desde D.C. hasta Chicago, donde cambié de tren y continué a bordo del Southwest Chief hacia Los Ángeles.

Resultó que yo no era la única que buscaba la seguridad de viajar en tren. Conocí a Eva y David Rudoy, jubilados de Phoenix que estaban de regreso después de visitar a sus nietos cerca de Baltimore. David es un ferviente coleccionista de trenes en miniatura, así que ya tenía la inquietud de pasear por las vías férreas. “El virus nos dio el incentivo extra”, dijo el pasajero de 65 años (a distancia y con su mascarilla puesta), “y no tienes que estresarte por quedarte en un hotel”.

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Mi viaje duró tres días. Luego, tras una larga estancia, lo hice otra vez, pero en sentido opuesto para regresar a casa. Esto es lo que aprendí.

spinner image Cama en un tren Amtrak
VERONICA STODDART

Dormir: mi dormitorio para dos personas y con baño privado brindó una cómoda burbuja, especialmente para una sola persona. A diferencia de un avión, no estaba apretada de hombro a hombro con otras personas. Tenía mi propio sofá y una silla al frente, con una mesa desplegable en medio. Cuando estaba lista para dormir, un asistente de habitación convertía el espacio, extendiendo el sofá y colocando un colchón encima (para quienes viajan con acompañantes, también se puede desplegar una litera). Una vez que estaba acostada, mi sueño se reconfortaba con el traqueteo rítmico del tren y el repetido toque del silbato, como un estribillo distante.

Bañarme: tener mi propio baño era primordial, por lo que elegí la opción de dormitorio en vez de camarote (un pequeñísimo compartimiento para dormir/sentarse, con un baño compartido en el pasillo). Nada de caminar a media noche por el corredor para usar un inodoro comunal o compartir un lavamanos público para los lavados diarios; ¡eso no es para mí! Pero la regadera sobre el inodoro en mi diminuto baño exigía la agilidad de un ninja.

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Comer: mi asistente de habitación entregaba todas las comidas a mi cuarto para facilitar el aislamiento (el vagón comedor estaba cerrado en el Capitol Limited debido al coronavirus). La comida estaba preenvasada, no hecha por un chef ahí mismo como en los días antes de la pandemia. El desayuno estaba limitado a avena, cereal frío, yogurt, panecillos envasados y sándwiches de desayuno calientes. Pero para el almuerzo y la cena ofrecían opciones como carne estofada con vino, camarón en salsa de langosta, tazones de fideos asiáticos y enchiladas.

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Salud y seguridad: desinfectaban los trenes, y un aire fresco filtrado circulaba cada cuatro a cinco minutos. Las puertas con pedal permitían caminar entre los vagones sin tener que usar las manos. Las mascarillas eran siempre un requisito al estar en público. Y el distanciamiento social era fácil, ya que solo había 13 pasajeros en los dormitorios para 70 personas. Eso me permitió caminar por los pasillos para hacer un poco de ejercicio sin encontrarme con otro pasajero. Es más, sentí alivio al ver que las tres estaciones de tren estaban casi vacías.

spinner image Vagón de observación en un tren Amtrak
VERONICA STODDART

Entretenimiento: sin wifi ni televisión y con servicio celular inestable, las diversiones a la antigua dominaron las horas en este viaje de los viejos tiempos. Leí libros y disfruté el panorama rodante, ya sea desde las ventanas enmarcadas en mi habitación o en la sala de observación llena de luz (con distanciamiento social, por supuesto). En el itinerario de 2,265 millas del Southwest Chief, fue fascinante ver el paisaje cambiar desde los interminables maizales y praderas de Illinois, Iowa, Misuri y Kansas hasta las altas llanuras de Colorado y los desaliñados desiertos, las colinas aisladas planas y las montañas de Nuevo México, Arizona y el sur de California (que por muchas millas siguen el famoso Camino de Santa Fe de antaño). Cada noche traía la recompensa de un atardecer sorprendentemente espectacular. Con las ciudades dispersas y los pueblos pequeños, el terreno me hizo apreciar cuán rural continúa siendo el país.

De todas maneras, como me mantuve aislada, extrañé la interacción social que a menudo puede hacer que un viaje sea especial. Fue un pequeño precio que pagar a cambio de una manera confiablemente segura de atravesar el país.

Costo: un viaje de ida con dormitorio, incluidas las comidas: $1,100 en Amtrak.com (en inglés). Dale $5 de propina al asistente de habitación por día y entre $3 y $5 a quien te sirve los alimentos por cada comida cuando la entrega a tu habitación. Duplica eso si son dos personas.

Consejos para un viaje de varios días en Amtrak

• Paga a un mozo para que suba tu equipaje por la estrecha y sinuosa escalera al nivel superior, donde están los dormitorios.

• Aprovecha la estación de tren en Chicago. Tiene una sala moderna y espaciosa que es gratis para los pasajeros con dormitorio —y los de clase ejecutiva—, ideal para una escala de seis horas. Había cómodos sillones y sofás, y televisores montados en la pared que transmitían las noticias. También tiene dos regaderas tipo spa, lo que permite que los viajeros de larga distancia eviten uno de sus baños ninja a bordo del tren.

• Haz tu rutina de lavado nocturno antes de que llegue el asistente. Es difícil usar el lavamanos después de extender la cama.

• Descarga las películas o series televisivas que te gustaría ver en tu tableta o computadora portátil antes de partir. La trasmisión en línea es imposible sin tener wifi o un servicio celular confiable.

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