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Experimenta la mágica cocina francesa en París

Un viaje gastronómico al corazón del arte culinario que incluye clases de cocina.

Personas caminando en el mercado al aire libre del distrito de la Bastilla en París

Lembi Buchanan/Getty Images

Marche d'Aligre es uno de los mercados al aire libre más grandes y concurridos de París, que vende productos frescos de Francia y otros países europeos.

In English | Algunas personas tienen una memoria increíble para nombres o rostros. Yo la tengo para platos exquisitos. Todavía recuerdo el sabor de la suculenta carne de cerdo a la parrilla que un chef de Nueva Orleans bañó con una deliciosa y sedosa salsa de ciruelas hace 25 años.

Tal vez porque soy pésimo para cocinar, la cocina gourmet siempre ha sido un misterio para mí. ¿Cómo puede un chef convertir ingredientes comunes en una sensación de sabores que te haga decir "Dios mío" y que todavía recuerdes después que han pasado cinco gobiernos? Como un regalo tardío, por mis 50 años, decidí averiguarlo. Fui al corazón del arte culinario, París, y me inscribí en una semana de clases.

Elegí La Cuisine Paris, una pequeña escuela de cocina sin pretensiones a orillas del río Sena, a poca distancia de la famosa catedral de Notre Dame. Se ajustaba a todos mis criterios: precio razonable, clases pequeñas (hasta 12 estudiantes) y cocineros anglohablantes. Como una comida inolvidable, La Cuisine resultó ser más que la suma de sus ingredientes.

Para empezar, la clase ni siquiera comenzó en una cocina. El primer día de clases nos recibió Eric Monteleone, un ocurrente chef de cabello oscuro y barba desaliñada. A medida que nos guiaba y nos remontaba al pasado mientras cruzábamos el Pont Louis-Philippe (construido hace 156 años) hacia las sinuosas calles de la Île Saint-Louis, el chef Eric bromeaba constantemente entre la comida y la historia. Íbamos de compras al viejo París.

Nos apiñamos hombro con hombro en una pequeña fábrica de quesos, donde el chef Eric nos dio una introducción sobre la fabricación de queso, y el quesero, que cortó sus deliciosas ofrendas con cuidado y precisión, nos ofreció muestras gratis. Más adelante en la calle, nos condujo a una tienda de dulces cuyas coloridas torres de latas pintadas contenían una increible variedad de chocolates, galletas y bizcochos, y más degustaciones gratis. Finalmente, en un puesto al aire libre al final de la cuadra, llenamos nuestras bolsas de compras con lechuga romana fresca de granja, papas alargadas y cebollas.

Bill Walsh sonríe mientras está en una clase de cocina en París

Cortesía de Bill Walsh

Estudiantes de cocina francesa hornean pasteles frescos en la escuela de cocina La Cuisine.

De vuelta en La Cuisine, nos pusimos nuestros delantales y comenzamos a preparar salsas tradicionales, que se dice son el alma de la cocina francesa. El chef Eric nos dijo: "Antes, al mejor chef se le llamaba el maestro de las salsas".

Esa tarde mis compañeros y yo preparamos mayonesa y salsas besamel, bearnesa, vinagreta, de caramelo y chocolate, y, mi favorita, una salsa de vino tinto y chalote que se filtraría en mi memoria de comidas para siempre.

Como estábamos en Francia, donde la mantequilla es un alimento básico, comenzamos derritiendo una cucharada colmada en una olla pequeña. Agregamos cuatro chalotes picados y los cocinamos lentamente a fuego medio bajo hasta que estuvieron tiernos. Antes ​​pensaba que cuanto más revolvía una salsa, me parecía más a un chef. Pero el chef Eric me hizo un gesto para que me alejara de la sartén. "Si revuelves más, necesitas cocinar más".

Agregamos caldo de ternera, vino tinto y tomillo. Pronto se convirtió en un almíbar de color carmesí profundo. Lo retiramos del fuego y agregamos, por supuesto, más mantequilla, teniendo cuidado de mantener la consistencia del líquido.     

Con nuestra colección de salsas alineadas frente a nosotros, el chef Eric nos pasó un tazón de lechuga y papas hervidas. Estaba preparado para la decepción. No hubo un solo acto de magia, ningún ingrediente secreto, ningún misterio revelado en todo el día.

Unté una papa del tamaño del pulgar en mi salsa de vino tinto y chalotes y me la metí a la boca. De repente, me tambaleé ante la sensación de sabor. Era deliciosa y suave, con el sabor justo para convertir mi simple papa caliente en un bocado inolvidable. "¡Dios mío!" Dije bruscamente.

El chef Eric me miró y sonrió. "¡Et voilà!", dijo.

Clases de cocina

Cook’n With Class: En esta escuela que se centra en la diversión, puedes tomar clases en grupos pequeños de medio día, por ejemplo, para preparar cruasanes. 

Le Cordon Bleu: Julia Child tomó clases aquí, ¡tú también! Prueba un taller de preparación de pan durante cuatro días, una clase de salsas de dos días o una clase de un día sobre la cocina de Borgoña. 

La Cuisine Paris: Las opciones incluyen una clase de dos a cuatro horas sobre temas tan sabrosos, como el arte del suflé. 

Le Foodist: Practica lo básico, prepara una comida de tres platos o dedica medio día a la pastelería.