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Cómo perder peso... y convertirte en deportista

Adultos mayores que perdieron peso (y reinventaron su vida) gracias a grandes logros de acondicionamiento físico.


spinner image Varias fotos de Shelley Hughes en su antes y después de perder peso
CORTESÍA DE SHELLEY HUGHES

Shelley Hughes, 55 años, Visalia, California

Paso por paso; esto se convirtió en el mantra de Shelley Hughes cuando decidió ponerse en forma. Por entonces, era enfermera de atención intensiva en Florida y tenía 100 libras de sobrepeso. “Una mañana de enero, me desperté y me di cuenta de que hasta abrir los ojos me resultaba difícil porque tenía el rostro muy relleno. Medía 5 pies y 1 pulgada, y pesaba 233 libras. Entonces, le dije a mi esposo, quien tenía unas 80 libras de sobrepeso: ‘Tenemos que hacer algo. Empezaremos hoy’”. Hughes comenzó uniéndose a Weight Watchers (en inglés) y cambiando su dieta. Pero en menos de seis meses, también comenzó una nueva rutina de ejercicios. Ahora, pesa unas 133 libras (pasó de ser talla 22 a talla 2 o 4) y es una asidua nadadora de mar abierto; nadó 12.5 millas alrededor de Key West y también desde la Estatua de la Libertad hasta la Torre de la Libertad en la ciudad de Nueva York.

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Cómo perdió la buena forma

“Me convertí en madre y luego estudié enfermería. La vida siguió su curso y nunca pensé en hacer ejercicio. Me reunía con mis amigos en un bufé, en vez de en un lugar donde ir a caminar. Había hecho natación cuando era adolescente; pero en pocas palabras, no hice ejercicio entre los 16 y los 46 años. Fueron 30 años de nada. Después de trabajar turnos de 12 horas cuidando a otras personas, no me daban ganas de cocinar, así que pasaba por ventanillas de comida rápida”.

Cuando comenzó a ponerse en forma

“Empecé con un cambio a la vez, con cambios que no eran negociables. Cuando aconsejo a otras personas ahora, les digo: ‘¿Te acuerdas de cuando eras niño y comenzaste a cepillarte los dientes? Al principio, tenían que convencerte, pero eventualmente fuiste y lo hiciste’. Quise asegurarme de que todos mis cambios de estilo de vida eran algo que podía comprometerme a hacer entre un 75 y un 85% del tiempo. Y cuando un cambio de estilo de vida se volvía un hábito, pasaba al siguiente”.

Hacer ejercicio de nuevo

“Unos seis meses después de que empecé a perder peso, me inscribí para participar en un reto de caminatas. Contaba con unas ocho semanas para entrenarme hasta poder caminar 5 kilómetros y, si hacía la caminata, recibiría un dije. Era minúsculo, pero te cuento que significó algo. Y una vez que empecé a caminar, pensé, ‘¿y si pudiera correr desde aquí hasta el próximo buzón?’. Entonces, me uní a un grupo para corredores principiantes”.

Aumentar el ritmo

“Comencé a rodearme de personas que iban en la misma dirección que yo. Terminaban los 5 kilómetros en 20 o 25 minutos, y yo lo hacía en 45 minutos, pero todos me esperaban y me animaban. Y cuando hacían trayectos verdaderamente largos (yo probablemente había rebajado a unas 200 libras en ese entonces), llevaba mi bicicleta y andaba junto a ellos. Luego los trayectos de 5 kilómetros se convirtieron en 10 kilómetros y, a la larga, en medios maratones”.

Encontrar su deporte

“Nuestro grupo se diversificó de correr a montar bicicletas y nadar. En mi adolescencia había sido buena nadadora, así que de repente, a la que iba despacio y se quedaba rezagada en las carreras le iba muy bien en la natación. Había rebajado probablemente 70 libras, pero me había estancado y no podía lograr que bajaran los números en la báscula. Por eso, a mi hija se le ocurrió la idea fenomenal de que como familia, todos participaríamos en un maratón. Lo hice, y fui una de las últimas en terminar, ¡pero terminé! Y fue entonces cuando empecé a creer de verdad que podía lograr todas estas locuras. El 14 de abril del 2015 hice mi primer medio triatlón Ironman, que incluía nadar 1.2 millas, montar bicicleta por 56 millas y correr un medio maratón [13.1 millas]”.

Su situación actual

“Poco después del medio Ironman, tuve un accidente con mi bicicleta que no me dejó ni un rasguño, pero me causó una hemorragia cerebral. Significó que tuve que volver a aprender a caminar y a hablar. Y ese día perdí mi profesión como enfermera porque ya no podía enfrentar los retos mentales del trabajo. Pero después del accidente, decidí volverme consejera de Weight Watchers y dedicarme a ayudar a otros a creer en sí mismos. Es como otro tipo de enfermería. Ahora vivimos en California. Hago ejercicio por lo menos cinco o seis días por semana, y este año planeo nadar las 10 millas para cruzar el lago Tahoe. Mi esposo remará en kayak al lado mío, con mi pequeño perro lazarillo en el kayak. Nadar es como correr; encuentras amigos que te apoyan y dicen ‘ahora eres uno de nosotros’”.

spinner image Varias fotos de Janie Jurkovich y su pérdida de peso
CORTESÍA DE JANIE JURKOVICH

Janie Jurkovich, 66 años, Clovis, California

Cuando Janie Jurkovich y su esposo se separaron hace unos años, después de 35 años de matrimonio, ese fue precisamente el impulso que necesitaba ella, quien tenía 60 años, para volver a encaminar su vida —y su salud—. “Terminó siendo lo mejor para mí, porque no me había dado cuenta de lo ahogada que estaba”, dice Jurkovich, quien en esa época trabajaba como administradora de propiedades y corredora de bienes raíces comerciales. “Fue un llamado de atención. Decidí volver a encaminar mi vida, incluso mi vida sexual. No me sentía bien en mi propia piel”. Le pareció que perder peso la ayudaría con eso.

Cómo perdió la buena forma

Jurkovich, quien medía 5 pies y 7 pulgadas y pesaba 180 libras, dice que hacía ejercicio, pero no con intensidad. “Apenas lo hacía”, afirma. “Iba a clases de Pilates, pero ni siquiera podía mantenerme a la par de las señoras en la clase que tenían 70 u 80 años. Tal vez parecía que estaba haciendo algo, pero en realidad no hacía mucho ejercicio”.

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Cuando comenzó a ponerse en forma

“Probé ir donde un entrenador, pero eso no me funcionó bien. Yo me iba de vacaciones y el entrenador ya no estaba después de que regresaba. O tenía un entrenador más joven, quien no tenía paciencia para mí. Por eso dejé de ir al gimnasio. Entonces decidí empezar de a poco: hacer abdominales y flexiones de pecho en casa, y salir a caminar. Después de hacerlo durante un par de semanas, me inscribí en un campamento de entrenamiento para mujeres. Fueron cinco días por semana a las 6 a.m., y fue intenso. Pero los entrenadores me inspiraban y me gustó tomar responsabilidad. Y porque tenía que levantarme tan temprano, estaba muy cansada de noche y empecé a acostarme más temprano y a dormir mejor”.

Encontrar un nuevo grupo social

“Con frecuencia, me reunía con un par de amigas de la clase a golpear pelotas de golf o salíamos a tomar café. Fue una buena manera de cultivar amistades con personas con ideas afines, porque es muy importante andar con gente a quien también le interese mantenerse en forma. Si paso tiempo con gente que solo quiere salir, comer tres carbohidratos y postre y tomar una bebida, eso no es propicio para perder peso. Quiero salir con gente que desee comer de forma saludable, estar en buena forma, crecer y aprender”.

¡A la competencia nacional!

“Empecé a participar en carreras de 5 kilómetros en abril del 2017 y me fue bastante bien. Llegaba tercera o cuarta entre los de mi grupo de edad. Pero quería correr más rápido. Así que una amiga sugirió que me uniera a su equipo élite de corredores mayores. Cuando comencé, mi ritmo para los 5 kilómetros era de 12 minutos y 30 segundos por milla. En menos de dos meses, era de 9 minutos y 30 segundos. Estaba con mi gente y nos motivábamos mutuamente. Después de que me animaron a participar en una carrera regional, llegué en segundo lugar y cumplí los requisitos para ir a los National Senior Games en junio del 2019. Ahí llegué en séptimo lugar en los 1,500 metros y en noveno en los 800. Fue muy divertido, pero el entrenamiento era muy intenso. Rutinas de ejercicio seis días por semana, y podía ser a temperaturas de 100 grados. Todo en mi vida giraba en torno al entrenamiento y pensé que eso era simplemente demasiado trabajo. Después de esa competencia, dejé de correr. Ahora voy a clases de Pilates o para esculpir los músculos dos o tres veces por semana, y troto dos o tres veces a la semana. ¡Hasta probé clases de danza del vientre!”.

Cómo se siente ahora

“Me siento muy bien, mucho más joven. La gente no puede creer que tengo 66 años. Hago caminatas de 8 millas con amigas que son 10 años más jóvenes, y ellas se impresionan”.

spinner image Antes y depués de la pérdida de peso de Reginald Rowsey
CORTESÍA DE REGINALD ROWSEY

Reginald Rowsey, 73 años, Quincy, Illinois

Una foto natural fue el momento decisivo para Reginald Rowsey, exgerente de control de calidad para un fabricante de metales. “En la época navideña del 2015, estaba sentado en una mesa y mi hijo me tomó una foto. Simplemente captó todo lo que sentía en esos momentos. Me veía enorme, no muy saludable y tampoco muy feliz. Había estado jubilado y parecía como si estuviera allí sentado esperando morir. Miré esa foto y pensé: ‘No quiero vivir así. Quiero disfrutar del tiempo que me queda’”.

Cómo perdió la buena forma

“Cuando me tomaron esa foto, con solo bajar por nuestra calzada a buscar el correo y volver a subir, me empezaba a faltar el aire. En verdad, siempre he tenido problemas de peso, hasta cuando era niño. Incluso recurrí antes a Weight Watchers, a los treinta y tantos y a los cuarenta y tantos años, y perdí 100 libras o más cada vez. Me funcionó, pero dejé de hacerlo. La mayoría de nosotros creemos que podemos lograrlo solos, pero yo no puedo. Necesito la estructura, las reuniones. Cuando me falta eso, vuelvo a mis hábitos de antes”.

Cuando comenzó a ponerse en forma

“Nadie me presionó para perder peso. Tuvo que ser mi propia decisión. Necesitaba mirarme al espejo y decir ‘oye, tú eres el problema’. Mido 5 pies y 7 pulgadas. Cuando empecé a perder peso esta última vez, pesaba 350 libras. Perdí un promedio de 2 libras por semana al eliminar los alimentos procesados y comer frutas y verduras frescas. Cuando pesas tanto, tu cuerpo no quiere hacer ejercicio; pero desde el principio comencé a caminar en el parque cerca a mi casa. Podía dar una vuelta por el parque; 1.2 millas en terreno no llano. Al principio tenía que detenerme varias veces. Pero usé una aplicación llamada Endomondo, que lleva la cuenta del tiempo, la distancia y el tipo de terreno. A medida que me sentí más fuerte con el pasar del tiempo, llegué más lejos y un poco más rápido. Y cuando bajé a unas 200 libras, en la primavera del 2017, empecé a correr. Poco tiempo después, compré una bicicleta y empecé de nuevo a montar bicicleta”.

Su situación actual

“Hace algo más de dos años que peso 175 libras. Ahora corro 5 millas cada dos días y ando en bicicleta entre 25 y 30 millas cada dos días. En el invierno, si hace demasiado frío y las calles están muy resbalosas para montar bicicleta, salgo a correr todos los días. También me gustan mucho los carritos go-kart de carreras, que fue algo que hice cuando era niño. Soy un hombre a la antigua y por eso uso un carrito antiguo, o sea, uno fabricado antes de 1985. Cuesta trabajo creer lo físico que es. Es una verdadera sesión de ejercicio, porque voy a 60 millas por hora por caminos con muchas curvas alrededor de un parque. Siempre he sido muy competitivo, y gracias a la pérdida de peso y al ejercicio puedo competir, participar en concursos de 5 kilómetros y de ciclismo, y en carreras de carritos”.

Sus mejores consejos

“Nunca eres demasiado mayor para ponerte en forma. Y si te pones en forma, te sentirás mucho mejor. No lo hagas para prolongar tu vida, sino para poder vivir mientras estés vivo. Esa es la recompensa del ejercicio. Hago ejercicio porque me deja hacer todo lo que quiero. Puedo aprovechar al máximo lo que me queda de vida”.

spinner image El antes y después de la pérdida de peso de Gail Lind
CORTESÍA DE GAIL LIND

Gail Lind, 72 años, Huntsville, Alabama

La mayoría de la gente se jubila a los 65 años. Pero a esa edad, Gail Lind se “desjubiló” de su estilo de vida sedentario. “Sentí que estaba en una mala etapa de mi vida, y quería ser activa e ir en algunos viajes de aventuras, como hacer senderismo”, dice. Después de hacer levantamiento de pesas con un entrenador personal, perder 50 libras y ponerse en buena forma, Lind (quien ahora trabaja como entrenadora personal de Silver Sneakers) se ve muy bien y se siente aún mejor. “Un día, mi entrenador me preguntó si me sentía igual de bien que a los cuarenta y tantos años y contesté: ‘¡Me siento mejor que a los cuarenta y pico de años!’”.

Cómo perdió la buena forma

Lind nunca fue deportista —“siempre fui la niña que leía libros”—, pero tampoco tuvo realmente un gran problema de peso. Después de llegar a la menopausia, se dio cuenta de que empezaba a aumentar lentamente de peso. “Tenía 65 años y pesaba casi 200 libras”, dice. Iba al gimnasio a hacer ejercicios cardiovasculares, pero no perdía peso. “Lo llamaba ‘la caminadora a ningún lado’, porque nada cambió. Tenía un nieto y quería ser más activa, pero me costaba trabajo levantarme del piso. Como probablemente el 99% de la población, pensaba que si seguía una dieta de 900 calorías y hacía ejercicios cardiovasculares, las cosas cambiarían, pero no fue así”.

Cuando comenzó a ponerse en forma

“Estaba en el gimnasio y vi que ofrecían unas clases de campamento de entrenamiento con pesas rusas y pesas livianas. Había que pagar cargos adicionales para tomarlas, y yo era soltera y trabajaba en una tienda, así que no tenía mucho dinero. Pero decidí invertir en mi cuerpo y fue sin duda la mejor decisión que he tomado para mí misma. Después de unos seis meses, el cuerpo me empezó a cambiar y desarrollé músculos. Pero uno de los entrenadores, un fisiculturista de cuarenta y tantos años, me dijo: ‘Gail, llegaste al máximo. Necesitas entrenamiento personal individual’. Así que empecé a hacer ejercicio en la sección para fisiculturismo del gimnasio, con ejercicios como prensas de piernas. Él me empujaba de verdad; fue intimidante. Pero seguía diciendo: ‘Estás bien, puedes lograrlo’”.

Cambiar también sus hábitos alimenticios

“Un día, mi entrenador dijo: ‘Necesito que te vuelvas más fuerte. Apunta lo que comes durante tres días y tráeme la lista. Quiero saber lo que está pasando’. Y lo hice. Después, un amigo me preguntó, ‘entonces, ¿te cambió un poco la dieta?’ ‘¿Cambió un poco? No. ¡Quitó todo!’. Yo iba a Starbucks para un café negro y un panecillo de arándanos azules bajo en grasa; él me dijo que eliminara todos los productos horneados. Dijo, ‘simplemente elimínalos’. Me dijo que me asegurara de incluir en todas las comidas y refrigerios mucha proteína y de comer ocho porciones de verduras al día. Con el ejercicio y todo, perdí unas 50 libras en entre un año y medio y dos años”.

Le gustan los resultados

“Me asombró muchísimo mi apariencia. Aunque cuando empecé a hacer ejercicio no fue realmente por mi apariencia, me encantó poder ponerme lo que sea y verme muy bien. Pero también me encantó cómo me sentía. Tengo mucha energía y ando sin cesar”.

Ayudar a los demás

“Seguí haciendo ejercicio y experimentando con mi cuerpo. Obtuve mi certificación como entrenadora de American Council on Exercise [ACE] en California. Entonces, empecé a hacer ejercicio con amigos que iban al gimnasio conmigo. Y constantemente leía y aprendía cosas nuevas. Ahora, entreno a otros unas 15 o 16 horas por semana, y hago ejercicio sola probablemente 5 o 6 horas por semana, en su mayoría en la sala de pesas. No tomo ningún medicamento y solo voy al médico una vez al año. ¿Qué les aconsejaría a los demás? Que consigan un entrenador para aprender a usar correctamente el equipo. Vale la pena”.

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