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¿Puede una infección por coronavirus provocar demencia?

La creciente investigación vincula la COVID-19 con problemas de salud cerebral en adultos mayores.


spinner image Un hombre mayor sentado en una silla mira por una ventana
WILLOWPIX/GETTY IMAGES

Tras año y medio de pandemia, sabemos que la COVID-19 es mucho más que una enfermedad respiratoria. Puede hacer estragos en los pulmones, desde luego, pero también puede dañar los riñones, debilitar el corazón e incluso afectar al cerebro.

De hecho, un estudio descubrió que hasta 1 de cada 3 supervivientes de COVID-19 experimenta algún tipo de trastorno mental o neurológico durante los seis meses posteriores al contagio. Otro estudio reveló que cerca de la mitad de los pacientes hospitalizados por COVID-19 presentaban alteraciones en la función o la estructura cerebrales.

"Estábamos tan alarmados por la nueva evidencia de los impactos a corto y largo plazo de la COVID-19 en el cerebro de los adultos mayores que AARP convocó a varios expertos del Consejo Mundial sobre la Salud Cerebral (GCBH) (en inglés), que publicó un informe especial a principios de este año", dijo Sarah Lenz Lock, vicepresidenta sénior de Política y Salud Cerebral de AARP. "El GCBH emitió diez recomendaciones sobre lo que hay que hacer actualmente para tratar de minimizar los daños, pero también pedimos urgentemente que se hicieran estudios de investigación para obtener más información en once áreas con lagunas de conocimiento".

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10 maneras de proteger tu salud cerebral durante la COVID-19

Del informe "La COVID-19 y la salud cerebral", del Consejo Mundial sobre la Salud Cerebral:

1. Considera vacunarte tan pronto como puedas.

2. Mantente físicamente activo.

3. Sigue una dieta equilibrada.

4. Permanece conectado socialmente.

5. Mantén horarios de sueño regulares.

6. Estimula el cerebro.

7. No pospongas citas médicas necesarias.

8. Cuida de tu salud mental.

9. Presta atención a las señales de confusión repentina.

10. Presta atención a los cambios en tu salud cerebral.

Los resultados de dichas investigaciones están empezando a llegar, y el 29 de julio se presentaron varios estudios sobre el tema en la Conferencia Internacional de la Alzheimer's Association. Los estudios sugieren que la COVID-19 puede acelerar la demencia o causar síntomas similares a la demencia en algunos adultos mayores.

"La COVID es una pandemia mundial que seguimos enfrentando. La enfermedad de Alzheimer también lo es, y es sumamente importante comprenderlas a ambas individualmente y también en sus posibles interrelaciones", señaló Heather M. Snyder, vicepresidenta de Relaciones Médicas y Científicas de la Alzheimer's Association, en declaraciones a AARP.

Signos de lesión cerebral en algunos pacientes de COVID

En uno de los estudios destacados, investigadores de Nueva York tomaron muestras de plasma de 310 pacientes de 60 años o más que ingresaron en el hospital con COVID-19 durante los primeros meses de la pandemia. Aproximadamente la mitad de los pacientes de la muestra (152) no presentaban síntomas neurológicos asociados a su enfermedad; pero los demás (158 pacientes) sí los presentaban.

Los investigadores descubrieron que los pacientes que presentaban síntomas neurológicos (el más común era la confusión causada por un trastorno que puede ser consecuencia de una infección) tenían también niveles más altos de los llamados biomarcadores en la sangre, lo que indica lesión cerebral, neuroinflamación y enfermedad de Alzheimer, que es la forma más común de demencia. De hecho, estos marcadores estaban "notablemente elevados", según uno de los investigadores, el Dr. Thomas Wisniewski.

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"Esto sugiere la posibilidad de que tener un contagio por COVID con este tipo de complicaciones es algo similar a sufrir una [lesión cerebral traumática] y puede predisponer a alguien a un mayor riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer y problemas relacionados", afirmó Wisniewski, profesor de Neurología, Patología y Psiquiatría en la Facultad de Medicina Grossman de New York University.

Se necesitan más investigaciones para comprender el significado de estos biomarcadores elevados para la cognición a largo plazo, y si una de las consecuencias de la pandemia podría ser un aumento en los casos de Alzheimer. En Estados Unidos, actualmente hay más de 6 millones de personas que padecen la enfermedad, y se prevé que para el 2050 esa cifra habrá aumentado a más del doble.

"Tenemos que hacer un seguimiento de estas personas durante los próximos años para realmente abordar esta situación", dijo Wisniewski. De momento, la investigación "habla de un problema potencialmente grave", agregó. Hasta ahora, en Estados Unidos se han hospitalizado más de 2.3 millones de personas por COVID-19.

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AARP contribuye a la investigación

Como parte de sus iniciativas para que los adultos dispongan de herramientas para mitigar los daños provocados por la COVID-19, AARP participa en la Conferencia Internacional de la Alzheimer's Association de este año y contribuye a la investigación científica en torno a la COVID-19 y la salud cerebral. AARP también comparte su estrategia a la hora de adaptar sus plataformas digitales (en inglés) para abordar las preocupaciones sobre la salud cerebral de los adultos durante la pandemia de coronavirus. La investigación en esta área sigue adelante con la ayuda de miles de socios de AARP que compartieron sus historias.

La pérdida de olfato está relacionada con cambios de memoria y comportamiento

Los expertos también han establecido un vínculo entre la pérdida de olfato, un síntoma común de la COVID-19, y el deterioro cognitivo en personas que se contagiaron por coronavirus.

El neurólogo Gabriel de Erausquin, junto con sus colegas de un consorcio de estudios sobre el coronavirus liderado por la Alzheimer's Association, hizo el seguimiento de varios cientos de adultos mayores amerindios en Argentina con COVID-19. Más de la mitad de la población analizada presentó problemas frecuentes de memoria entre los tres y los seis meses siguientes al contagio por COVID-19; alrededor del 25% experimentaron otras complicaciones cognitivas, entre ellas problemas del lenguaje y de control del comportamiento. Y todos estos síntomas se asociaron con una pérdida persistente del olfato, no con la gravedad de la enfermedad inicial.

De hecho, muy pocas personas entre la población estudiada terminaron hospitalizadas por COVID-19, informó de Erausquin; la mayoría presentaba síntomas leves o incluso ninguno. Sin embargo, los efectos neurológicos persistentes que experimentaron muchos de los adultos mayores fueron "lo bastante amplios y graves como para que, en cualquier otro contexto, se hubiera diagnosticado un cuadro de demencia", afirmó de Erausquin, profesor de Neurología de la Facultad de Medicina de University of Texas San Antonio, cuya investigación se destacó en la conferencia sobre la enfermedad de Alzheimer.

Una posible explicación: la COVID-19 "desencadena el proceso de la enfermedad de Alzheimer" en las personas que tienen más riesgo de desarrollar la enfermedad, sugirió. La pérdida de olfato se ha asociado a una serie de trastornos cerebrales, como la enfermedad de Alzheimer y la enfermedad de Parkinson. "Asimismo, sabemos que las estructuras dentro del cerebro que sirven a la función olfativa se superponen significativamente con las que se ven afectadas por la enfermedad de Alzheimer en las primeras fases de desarrollo de la enfermedad", agregó de Erausquin.

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También es posible que los efectos neurológicos persistentes que se observan tras el contagio por COVID-19 sean "una enfermedad parecida a la de Alzheimer pero completamente distinta", dijo. "Simplemente, no sabemos lo suficiente sobre el proceso o el curso de la enfermedad para dar respuesta a esas preguntas".

De Erausquin y sus colegas tienen intención de seguir investigando con la esperanza de obtener respuestas y así comprender mejor si los problemas cognitivos relacionados con la COVID-19 tienden a persistir o a mejorar con el tiempo.

Mientras tanto, su consejo para cualquiera que experimente cambios cerebrales después de un contagio por COVID-19 es que hable un profesional de la salud. "Porque hay medidas preventivas que sabemos que funcionan muy bien para reducir el riesgo de evolución de la enfermedad de Alzheimer, como el ejercicio físico regular, llevar una dieta mediterránea saludable y mantener el estímulo social e intelectual: estas actividades pueden reducir hasta en un 40% el riesgo de progresión a la demencia", dijo.

"Pero, y esto es crucial, todavía no sabemos si son el mismo proceso. En este momento, no podemos decir que las personas que presentan [síntomas persistentes] después de haber estado expuestas al virus vayan a sufrir un deterioro cognitivo progresivo. Y esta es una pregunta clave que debemos responder".

La COVID afecta la salud cerebral de los adultos mayores

No está claro de qué forma la COVID-19 puede causar o agravar exactamente los problemas neurológicos. El culpable podría ser la inflamación provocada por el virus. Muchos pacientes de COVID-19 también experimentan anomalías en la coagulación, lo que podría provocar "pequeños derrames cerebrales o pequeñas lesiones isquémicas", afirmó Wisniewski. Otra teoría es que el virus invade directamente el cerebro.

Hasta ahora, en Estados Unidos se han documentado más de 34 millones de casos positivos de COVID-19, según datos de Johns Hopkins. Y teniendo en cuenta que los casos de coronavirus en el mundo superan ya los 196 millones, Snyder, de la Alzheimer's Association, señala que "es imprescindible que sigamos estudiando los efectos de este virus en nuestro cuerpo y cerebro".

Los adultos que ya viven con demencia también se han visto afectados por la COVID-19.  Un informe del Gobierno descubrió que, entre los beneficiarios de Medicare, aquellos que sufrían demencia tenían más probabilidades de contraer la COVID-19 y morir de la enfermedad que el resto. A eso hay que agregar que el número de muertes por Alzheimer fue un 16% más elevado en el 2020 que en años anteriores, según un informe de la Alzheimer's Association. La mayor parte del exceso de muertes podría atribuirse a la COVID-19.

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