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Tener pérdida de la vista y de la audición podría duplicar el riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer

La pérdida sensorial leve también está fuertemente vinculada al riesgo de padecer demencia.


spinner image Espejuelos y audífonos
STEVEN HEAP/EYE EM/GETTY IMAGES

Anteriormente, tener un deterioro en la audición o la vista se había vinculado con la demencia. Pero la pérdida conjunta de estos dos sentidos se ha asociado a un mayor riesgo de demencia y de la enfermedad de Alzheimer —incluso si ambos sentidos presentan un deterioro relativamente leve—. Esa es la conclusión de los estudios que se presentaron en la Conferencia Internacional 2019 de la Alzheimer’s Association (en inglés) en Los Ángeles.

En un estudio publicado, investigadores de la Facultad de Salud Pública de University of Washington en Seattle exploraron la conexión entre la deficiencia sensorial y la demencia en un grupo de más de 2,000 personas de 75 años o más. Se les hizo seguimiento durante siete años a los participantes, quienes tenían buena salud cognitiva al principio del estudio.

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Según los hallazgos del estudio, quienes tenían discapacidad auditiva o visual tenían un riesgo del 11% mayor de tener demencia en general y un riesgo del 10% mayor de padecer la enfermedad de Alzheimer específicamente. Pero al tener pérdida visual y auditiva, los participantes corrían un riesgo mucho mayor de padecer un deterioro cognitivo.

“Quienes tenían al mismo tiempo discapacidad auditiva y de la vista corrían un riesgo un 86% mayor de demencia por cualquier causa y un riesgo más de dos veces mayor de demencia por Alzheimer”, dice Phillip Hwang, estudiante de doctorado de epidemiología en University of Washington y autor principal del estudio.

Como explica Hwang, antes de que se publicaran estas últimas investigaciones, la mayoría de los estudios se habían concentrado en un solo tipo de deterioro de los sentidos. “Pero una mayor proporción de adultos mayores tienen más de una deficiencia sensorial a medida que envejecen. Queríamos comprender el efecto que tiene sobre la demencia si se sufren deficiencias en varios de los sentidos”.

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El estudio no se diseñó para determinar si la deficiencia sensorial causa demencia o si es solo una señal temprana de deterioro mental. Pero los investigadores tienen algunas pistas. Cuando estudiaron a personas con un deterioro cognitivo leve, un precursor de la demencia, no encontraron una asociación importante con los problemas sensoriales.

“Eso sugiere que las deficiencias sensoriales son un factor de riesgo para la demencia”, menciona Hwang. “Es posible que el tratamiento de estas deficiencias podría ayudar a modificar o reducir el riesgo de demencia”.

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Otro estudio que se presentó, realizado por University of California, San Francisco, tuvo un enfoque similar al estudio de la conexión entre la deficiencia de los sentidos y la demencia. Los investigadores realizaron pruebas de los sentidos del oído, la vista, el tacto y el olfato a 1,810 personas de entre 70 y 79 años que no padecían demencia al principio del estudio. Les hicieron seguimiento por unos 10 años. La demencia se identificó por medio de expedientes de hospital, recetas de medicamentos relacionados con la demencia y pruebas de actividad encefálica.

Los investigadores descubrieron que los puntajes menores en las medidas de los cuatro sentidos en conjunto se asociaban con una mayor incidencia de demencia. La pérdida sensorial leve también está fuertemente vinculada al riesgo de padecer demencia, lo cual es significativo.

“La mayoría de los adultos mayores en esta muestra no tienen niveles graves de deficiencia sensorial”, dice la autora del estudio Willa D. Brenowitz, investigadora posdoctoral en UCSF. “Sin embargo, todavía encontramos fuertes asociaciones entre la deficiencia multisensorial y el aumento del riesgo de demencia, así como ritmos más rápidos de deterioro cognitivo”.

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Aunque los datos no explican completamente el vínculo entre los sentidos deteriorados y la demencia, la teoría de Brenowitz es que la pérdida de sentidos clave podría causar un mayor aislamiento social, lo que contribuye a los cambios cognitivos. La deficiencia sensorial además podría reducir la estimulación al cerebro y tener los mismos efectos. Una inflamación u otros procesos cardiovasculares podrían causar tanto la pérdida sensorial como la reducción de las facultades mentales.

“Este tipo de investigación todavía está en etapas muy iniciales, pero la repercusión principal es que deberíamos prestar más atención a las deficiencias sensoriales y evaluar los mecanismos que podrían explicar su vínculo con la demencia”, comenta Brenowitz. “A estas alturas, no sabemos cómo las deficiencias sensoriales afectan la aparición de la demencia”.

Ya sea que la disminución de los sentidos cause o solo acompañe la demencia, el resultado de las investigaciones podría ser que los pacientes reciban mejor atención. “De cualquier manera, hay un posible impacto”, dice Brenowitz. “Si la deficiencia sensorial es un indicador temprano de la demencia, estas deficiencias son fáciles de medir y eventualmente podrían ayudar a elaborar un medio de detectar la demencia”.

Si la demencia es una consecuencia de la deficiencia sensorial, identificarla y tratarla, por ejemplo al corregir la pérdida de la audición con audífonos y capacitación auditiva, podría ayudar a reducir el riesgo de deterioro mental. “Si existe una relación causal con la demencia, eso ofrece esperanzas para tratamiento”, agrega Brenowitz. “Aquí hay muchas posibilidades para mejorar la calidad de vida entre los adultos mayores”.

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