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La verdad sobre los hombres (y las mujeres) gruñones

¿A quién estás llamando irritable? Cómo saber si estar de mal humor es malo para la salud o es algo normal.


spinner image Pareja mayor teniendo una discusión
GETTY IMAGES

Llegas a cierta edad y es casi de esperarse que si no eres, digamos, la dulce abuelita que felizmente hornea galletas, lo más probable es que te conviertas en la cascarrabias malhumorada que sacude el bastón por el aire. No es sorpresa que la película Grumpy Old Men de 1993, se esté rediseñando para una nueva generación, esta vez protagonizada por Eddie Murphy.

Pero la suposición de que una perspectiva más gruñona acompaña a las arrugas y las canas es simplemente equivocada. “Las personas mayores suelen ser más felices que la población general”, dice la Dra. Heidi White, profesora de medicina en la división de geriatría de la Facultad de Medicina de Duke University. “Entonces, ¿por qué tenemos ese estereotipo? Porque somos una sociedad que discrimina por la edad y malinterpretamos a los adultos mayores”.

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Empíricamente, las personas mayores no tienen más probabilidades de ser irritables o desagradables que cualquier otra persona. En todo caso, los estudios muestran que en general tienden a estar relativamente más contentos y ser más pacientes. Entre otros factores, se produce un fenómeno conocido como el Efecto del Positivismo, que ocurre cuando tendemos a recordar lo bueno en vez de lo malo.

Para muchos, los cambios en el estilo de vida también pueden favorecer una ligera calma en la actitud. Poder jubilarte significa que ya no tienes que enfrentarte a un jefe demandante o correr tras un rebaño de niños malcriados. En vez de eso, puedes visitar a los nietos en tu tiempo libre o escaparte espontáneamente un fin de semana sin decirle a nadie.

Si una jubilación bien preparada puede eliminar cierto estrés que afecta tu estado de ánimo, por supuesto que la edad madura puede traer consigo su propio tipo de estrés. Y ciertos temperamentos pueden batallar más que otros con los desafíos relacionados a la edad.

Supongamos una salida normal a cenar. Por el lado positivo, quizás ahora tengas más tiempo para cenar en un nuevo restaurante de la ciudad. Pero una vez que llegas, se te recuerda lo ruidoso que son muchos lugares nuevos; lo que dificulta escuchar la conversación si tienes problemas de audición. La iluminación tenue puede complicar el leer un menú. Un mesero que esté muy ocupado puede mostrarse impaciente si tienes problemas para escuchar los platos especiales. Los pasillos angostos representan un riesgo de tropezarse si estás navegando por mesas y sillas con un bastón o andador. Para cuando llega el menú de postres, cualquier persona podría estar de mal humor. “Lo que aparenta ser simplemente un ‘viejo irritable’ se debe realmente a la falta de adaptaciones que hacemos para los adultos mayores”, observa White.

También es posible que no es que seas más gruñón, sino más expresivo. Ciertos cambios naturales que ocurren con la edad, como el control de impulsos, pueden hacerte que tengas una lengua más mordaz que antes, y es más probable que digas lo que estás pensando, bueno o malo.

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David Rosenberg, de 75 años, notó que su personalidad empezó a cambiar hace unos cinco años, poco después de que se jubiló. Dejó de querer complacer tanto a la gente y dejó de contenerse cuando alguien decía o hacía algo que le molestaba. “Llegas a un punto en que dices, ‘ya no tengo que aguantar esto’”, dice Rosenberg, quien vive en Boca Ratón, Florida, con su esposa, Marsha Dubrow, de 69 años. “Tengo a mi esposa, tengo a mis amigos, no necesito hacerlo”.

Dubrow también notó el cambio y lo ve como algo positivo en general, porque les permite enfocarse en lo que ellos quieren como pareja. “Él ha cambiado, pero él era una persona paciente”, dijo Dubrow. “Yo nunca fui una persona paciente, así que no he cambiado mucho. Soy igual de impaciente que antes”.

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Pero si el malhumor no siempre es un achaque, puede ser un síntoma. En general, los expertos dicen que cuando una persona mayor se hace más gruñona de lo que era, puede haber algún motivo importante; y las personas cercanas deben poner atención.

"Tenemos que ver la irritabilidad como una señal de que algo más está pasando”, dice Mark R. Nathanson, psiquiatra geriátrico en Columbia University. La causa fundamental, dicen los expertos, potencialmente podría ser una de las siguientes:

Demencia: la investigación ha entrelazado los cambios en el estado de ánimo con las señales prematuras de la enfermedad de Alzheimer, y algunos síntomas de demencia se superponen con las señales comunes de la depresión, como apatía y aislamiento social.

Cambios hormonales: todos somos muy conscientes de que la caída en los niveles de estrógeno durante la menopausia puede hacer que una mujer se sienta irritable, triste y ansiosa. Pero una disminución gradual en los niveles de testosterona en los hombres, conocido como andropausia, se está investigando como un posible enlace a la depresión. Además, conforme envejecemos, nuestros niveles de dopamina también disminuyen, lo que nos hace vulnerables a la depresión ocasionada por la deficiencia en dopamina.

Dolores crónicos: el dolor, particularmente el dolor crónico, puede hacer que una persona se haga irritable. Lidiar con dolor te roba energía, lo que te deja con pocas ganas para sutilezas y paciencia. También puede interferir con el sueño. “El dolor hace que la gente se sienta irritable y se fatigue rápidamente”, dice White.

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Soledad: la soledad y el aislamiento social son una epidemia nacional que afecta a una tercera parte de los adultos mayores. Si no tienes a nadie con quien hablar ni nadie a quien visitar, la depresión puede aparecer sigilosamente. Pasas poco tiempo con otras personas y pierdes las habilidades sociales que te mantienen involucrado con el mundo. La soledad puede ser un ciclo vicioso. Te sientes decaído y no quieres ver a nadie. Pero si no ves a nadie, te sientes peor y te haces más irritable.

Entonces, ¿qué hacer si eres tú quien se siente como un gruñón (o gruñona)? Aunque no puedes cambiar la realidad de las dificultades relacionadas con la edad, como el fallecimiento de amigos y de seres queridos, hay formas concretas de distanciarte emocionalmente, respirar profundo y recuperar el control sobre tu perspectiva y estado de ánimo.

Aprende a adaptarte: envejecer a veces significa lidiar con una ola de cambios, muchos de los cuales quizás no quieras aceptar. Pero si te rehúsas a ceder, tal vez te des cuenta de que el mundo continúa girando sin ti. A la gente que puede adaptarse a un ambiente cambiante le va mejor. “La adaptabilidad es una de las mejores cualidades que puedes tener como adulto mayor”, dice White, de la Facultad de Medicina de Duke University. “La vida trae consigo cambios constantes y a medida que envejecemos tenemos que adaptarnos a la pérdida de audición, tenemos que adaptarnos al dolor crónico”. Entre más rápido te adaptes, te irá mejor.

Guarda silencio y escucha: cuando te reúnas con otras personas, escucha lo que tienen que decir y haz preguntas. No hables sobre tu artritis o lo ruidosos que son los restaurantes. En vez de eso, usa la oportunidad para aprender algo nuevo y distraerte. Habla con personas que tienen un punto de vista distinto al tuyo y escucha sus opiniones. “Una de las cosas más poderosas que puedes hacer para curar la soledad es salir a explorar el mundo, hacer preguntas a otras personas y no compartir las dolencias de tu cuerpo”, dice John Medina, un biólogo de desarrollo molecular y el autor de Brain Rules for Aging Well

Encuentra una red de apoyo: la soledad es algo peligroso. Centra tu energía en crear o fortalecer tu red de apoyo. Únete a una organización espiritual o política, o a una causa. Invita a un amigo a almorzar. Únete a un grupo de apoyo para personas que comparten un problema común. Toma una clase de ejercicio. Toma una clase en una universidad o centro de aprendizaje local donde puedas aprender una nueva habilidad y conocer nuevas personas.

¡Ve a bailar! El ejercicio y el movimiento son excelentes para tu salud mental y física. Pero bailar tiene el beneficio adicional de forzarte a interactuar directa y físicamente con otra persona. “Es una interacción social forzada ritualizada”, dice Medina. “Una de las peores cosas sobre el envejecimiento es que la gente deja de tocarte”. Entras a la pista de baile y tienes una forma de abrirte paso y conectarte con otra persona.

Habla con un profesional: si aun así no puedes deshacerte de la soledad o el mal humor, comunícate con tu proveedor de atención médica. Tu mal humor puede ser un síntoma de un problema médico subyacente. “Alguien puede presentarse con irritabilidad y podría ser una emergencia médica, como tener una mala infección o neumonía”, dice Nathanson de Columbia University. Si sufres de depresión, busca ayuda de un terapeuta, ya que la depresión es una enfermedad tratable y no deberías sufrir solo.

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