Vida Sana
Al principio de la pandemia, comencé a beber de otro modo. Nuestra hija veinteañera dejó Nueva York para venir a vivir a casa, y trajo con ella la tradición de los cócteles de Brooklyn. Ante tragos como mules, Manhattans, margaritas, martinis... mi rutina habitual de beber cerveza o vino quedó gratamente alterada. Sin embargo, a pesar de haber bebido durante cincuenta años de manera (casi) prudente, las resacas comenzaron a ser más frecuentes.
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Nuestra familia no era la única que bebía. Durante la pandemia, el 14% de los adultos mayores reportaron beber más, según una encuesta nacional que llevaron a cabo los investigadores de University of Michigan (en inglés). (Sin embargo, el 27% bebían menos, posiblemente debido a que el consumo de alcohol en las reuniones laborales y sociales se volvió menos frecuente). De las personas de 50 a 80 años que beben, el 23% consumían por lo menos tres bebidas en una ocasión normal.
Eso no es saludable para nadie. Sin embargo, es particularmente perjudicial para las personas de nuestra edad porque no podemos metabolizar el alcohol —ni controlar sus efectos— tan bien como antes, explica Alexis Kuerbis, profesora adjunta en la Facultad Hunter de City University of New York, quien ha estudiado el consumo de alcohol y otras sustancias entre los adultos mayores.
El consumo excesivo de alcohol acelera parte del proceso de envejecimiento en el cerebro.
“Este proceso biológico comienza alrededor de los 50 años”, señala. En particular:
- El cuerpo pierde masa muscular, acumula grasa y transporta menos agua en el torrente sanguíneo. Dado que los músculos retienen más agua que la grasa, esto significa que el organismo de más edad contiene menos agua. De ese modo, el alcohol que se consume no se diluye en la medida en que se diluía cuando, digamos, consumías varias cervezas a los veintitantos años. El resultado es una concentración más elevada de alcohol en la sangre.
- El estómago y el hígado no sintetizan la misma cantidad de una enzima llamada ADH que descompone el alcohol, y en consecuencia hay una mayor concentración de alcohol en la sangre que se mantiene durante más tiempo, aunque no bebas más de lo que bebías cuando eras más joven. Las mujeres tienen menos ADH que los hombres para empezar, y es por eso que no pueden eliminar el alcohol del organismo del mismo modo que los hombres.
- La capacidad de percibir los efectos del alcohol disminuye después de los 50 años. Somos menos capaces de percibir si nuestros reflejos o nuestro equilibrio han disminuido, de modo que no calibramos la sobriedad con la misma precisión. “Al igual que pueden fallar la vista o la audición, las percepciones también fallan”, me dice Kuerbis. “A medida que envejecemos, no percibimos que estamos más embriagados. Sentimos que estamos bien”.
Pero no estamos bien, advierte George F. Koob, y él debería saberlo bien: a los 74 años, es el director del National Institute on Alcohol Abuse and Alcoholism. Percibimos que tenemos más tolerancia de la que realmente tenemos, y esa falsa percepción aumenta cuanto más nos embriagamos, de modo que esa cuarta cerveza que tomamos durante la barbacoa parece tener poco efecto. “El organismo no presta atención a esas señales del mismo modo que en la primera hora”, explica Koob. Ese es el motivo por el cual muchos de nosotros nos disponemos a conducir en vez de llamar un Uber.
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