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Loretta Badell

Luchó por el derecho a acompañar a su esposo con demencia, hospitalizado con COVID-19.


spinner image Loretta Baddel y su esposo
Cortesía de Loretta Badell

Mi esposo tiene demencia avanzada y lo han diagnosticado con COVID-19. Ya él lleva 42 días ingresado y yo 33 con él, sin salir de esta habitación. Lo primero que me dijeron en el hospital fue que yo no podía quedarme con él, y lo acaté disciplinadamente, pero me quedé muy inquieta. Él no sabe pedir ayuda, ni como taparse si hace un friecito.

Si dejan que los padres se queden con los niños ingresados, ¿por qué no yo?

Loretta Badell

Me fui enterando que estaba solo, con la puerta cerrada, que le habían puesto una camisa con tiras largas y que con esas tiras lo tenían amarrado para que no se cayera de la cama. Yo no los culpo, yo los entendía, pero yo sabía que si estaba con él iba a ser mejor todo. Le dije a mis hijos, “Ya tu padre no está aquí, pero está y mientras él esté hay que cuidarlo y protegerlo hasta el último momento”. Y en eso estamos. 

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Mi argumento central era simple y siempre fue el mismo: si dejan que los padres se queden con los niños ingresados, ¿por qué no yo? Si mi esposo es como un niño, o peor que un niño.

Primero hablé con su doctor. Le expliqué que yo era una persona madura, que yo aceptaba toda la responsabilidad, que firmaba cualquier papel y que me comprometía a no salir de la habitación de él en ningún momento.  Empecé a preguntar a cuanta enfermera veía, me echaba a llorar con todas, porque así estaba en esa época, lloraba constantemente. Llamé al departamento de “Patient Experience” y mi hija escribió una carta a la administración del hospital. Si se nos cerraba una puerta, tocábamos otra.

Al final no se cuál fue la puerta que se abrió o si fue una combinación de todas y mi desespero, pero un día una enfermera me llamó y me dijo que sí, que podía venir al hospital a quedarme con mi esposo.

La demencia llegó sin avisar

Yo ni soy “superwoman” ni estoy haciendo nada que mi esposo no se merezca. Para él es vital que yo esté aquí.

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Llevamos casados 55 años y dos más de novios. Yo ya tengo 74 y él, 76. Nos conocimos en el año 1962, un día que yo venía caminando por la 84 y la Quinta Avenida en Miramar, donde yo vivía en La Habana. Yo venía con mi mamá y de pronto lo veo, tan alto, tan bello, y le digo, “Mami, ¡mira que muchacho más lindo!”. Éramos vecinos y no nos conocíamos.

Nos casamos el 6 de agosto de 1965. Tenemos una hija y un hijo y cuatro nietos. La mayor tiene 24 y el más chiquito tiene 11. Yo tengo adoración con Eduardo. Ha sido una vida muy linda, muy completa. Nunca hemos tenido una crisis. Mi esposo siempre ha sido un hombre bueno, un gran padre, buen amigo, divertido, simpático.

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Hasta que se enfermó. En noviembre su personalidad empezó a cambiar y yo traté de protegerlo, pero llegó el momento en que no pude. Se agitaba mucho, se ponía agresivo. Un hombre como él, tan educado, tan incapaz de algo así. Mi esposo estuvo trabajando hasta el otro día. Él es ingeniero industrial, se jubiló en el 2015. Viajábamos, tenemos muchos amigos, salíamos, íbamos a la iglesia. Fue todo muy rápido y triste. 

Llegó un momento que no pude más y tuve que tirar la toalla. El 11 de marzo lo pusimos en un Assisted Living Facility, pequeño, de 12 personas, que mis hijos habían encontrado. Ahí estaba muy bien, pero para nosotros fue muy duro, fue más duro que para él. Yo iba todos los días a verlo.

Fue ahí que contrajo el virus. Lo supimos porque le hicieron la prueba, pues nunca tuvo síntomas. Todavía no los tiene. Está perfectamente bien, pero cada vez que le han hecho la prueba del coronavirus da positivo y así no le dan el alta. Él entró caminando, bien plantado, pero ahora está hecho un ovillo en la cama, porque la cama le ha atrofiado los músculos. Hemos intentado terapia física, pero ya él no entiende, y si el cerebro no coopera, no se puede.

Me paso el día arriba de él. Lo acaricio, lo perfumo, lo peino, le echo crema, y ayudo a las enfermeras a moverlo porque mi esposo es un hombre grande, mide 6’2’’. Para eso estoy, para lograr que él esté lo más cómodo posible. Soy psicoterapeuta de profesión y eso me ha ayudado a sobrellevar esta situación y a entender por lo que él está pasando, que es muy difícil, pero no es el único. Por eso quiero hablar del tema, porque sé que hay muchos pasando por lo mismo y quiero darles aliento y esperanza.

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"Este es mi lugar"

Yo siento que este es mi lugar, que yo tengo que estar aquí con él, a pesar del riesgo. Yo me siento perfectamente bien. No me pongo guantes para atenderlo, pero me pongo máscara cuando me acerco mucho a él y cuando alguien entra, por respeto. Me cuido todo lo que puedo. Al final del día me doy un baño con el agua más caliente que pueda soportar porque dicen que al virus no le gusta ese vapor. Por las noches duermo en el reclinable de la habitación y como la comida del hospital. Veo el mundo por la ventana. Veo si el día está bonito o si está lloviendo. Por esa ventana vi a mis hijos y mis nietos que vinieron el Día de las Madres con un cartel a felicitarme. Ellos no me veían porque estos cristales son oscuros, pero yo los veía a ellos. Fue muy emocionante, la verdad.

No me han hecho la prueba del COVID-19, ni quiero que me la hagan. ¿Para qué? Si doy positiva, me van a separar de él y esa no es la idea. Desde el 1 de mayo no salgo de esta habitación. Así que no sé qué va a ser de mí, de nosotros. No sé.

—Según relatado a Mirta Ojito

 

Eduardo y Loretta Badell, oriundos de La Habana, Cuba, radican en Miami, Florida. Al momento de publicar esta historia, Loretta avisó que las más recientes pruebas de COVID-19 de su esposo habían resultado negativas y que él regresaba al hogar de vida asistida. Loretta también recibió los resultados de sus análisis y resultaron negativos.

Nota del editor: El 14 de junio del 2020, Loretta Badell confirmó el fallecimiento de su esposo resultado de una neumonía. La causa del deceso no tuvo relación con el coronavirus, según los médicos.

Nota del editor: Este ensayo forma parte de una serie sobre cómo vivimos los latinos en Estados Unidos el brote de coronavirus. A continuación, la lista de perfiles que forman parte de esta serie:

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