Skip to content
 

Cómo el personal de un hospital afronta la lucha contra la COVID-19

Las mascarillas y los ventiladores escasean, pero los pacientes siguen llegando.

Dra. Teresa Amato, Cheryl Thomas y Sasha Marsh, doctoras y enfermeras de sala de emergencia

COURTESY, NORTHWELL HEALTH

In English | Tres carpas blancas enormes instaladas en el estacionamiento del Stony Brook University Hospital hacen que la pandemia de la COVID-19 se sienta tristemente real para Carol Gomes, quien dirige el hospital de 624 camas en la punta de Long Island.

"Esta es una situación parecida a la unidad M.A.S.H.", dice Gomes, refiriéndose a los hospitales quirúrgicos móviles del ejército que se hicieron famosos en la película y el programa de TV. Gomes es presidenta y directora general de Stony Brook, que al 2 de abril estaba tratando a 200 pacientes positivos a la COVID-19 y a otros 200 que se sospecha que tienen la enfermedad. “La cantidad de pacientes que requieren intubación y ventiladores está aumentando”.

En medio de esta crisis, los hospitales de EE.UU. demuestran creatividad e innovación mientras se enfrentan al mayor desafío de la historia con el nuevo coronavirus, que está socavando los limitados recursos, a los médicos y enfermeras y agotando su capacidad para tratar las continuas oleadas de pacientes.

Estimaciones variables dicen que el pico de la pandemia golpeará a Nueva York en siete a veintiún días, a medida que más pacientes sigan sucumbiendo, afirmó Gomes en una teleconferencia el 31 de marzo. Y se va a poner más difícil. El gobernador del estado, Andrew Cuomo, anunció que los hospitales necesitan duplicar su número actual de camas para cubrir la creciente demanda. Gomes le dijo a CNBC que Stony Brook necesitaría ampliar su suministro de camas en la unidad de cuidados intensivos de 65 a 235. “No hay duda de que nos están poniendo a prueba”, dijo.

Gomes advirtió que es vital apoyar al personal del hospital. “Todos los días vienen a atender a los pacientes en una situación insostenible, y luego regresan a casa con familiares, niños enfermos o padres envejecientes —reconoció, abrumada por el altruismo del personal—. El apoyo que estos equipos se dan entre sí me hace apreciar lo extraordinarios que son, no solo con sus pacientes, sino los unos con los otros. Nunca podré olvidar el orgullo que siento por ellos”.

El centro de la tormenta

Nueva York es actualmente el epicentro de la pandemia, y registra más casos y muertes que cualquier otro estado. El 2 de abril, Cuomo confirmó 8,669 casos adicionales, para un total estatal de 92,381 y más de 2,500 muertes.

“Estamos en un lugar impensable sin control sobre nuestra variabilidad de suministro, así que tenemos que tomar el control y ser creativos”, dijo Gomes, citando los esfuerzos del hospital para hacer durar el decreciente suministro de mascarillas respiratorias N95 desinfectándolas con peróxido de hidrógeno (agua oxigenada).

Gomes dijo que el personal del hospital ha demostrado su ingenio y resistencia ante la escasez de equipo y suministros. Los químicos de la universidad crearon un desinfectante que el hospital está usando. El personal desarrolló escudos de cama y piezas de repuesto para los ventiladores, utilizando tubos de extensión para adaptar los ventiladores de manera que puedan ser utilizados por más de un paciente a la vez.

Los residentes cercanos están donando insumos y equipo, y los grupos de costura están haciendo mascarillas faciales. “Ahora mismo se trata de flexibilidad y adaptabilidad”, afirmó Gomes.

Northwell Health, con sede en Long Island, es el sistema de salud más grande de Nueva York. El reumatólogo Mark Jarrett, vicepresidente sénior y jefe de Calidad del grupo de 23 hospitales, expresó que desde el 1.º de abril, Northwell estaba tratando a 2,500 pacientes con COVID-19, el 23% de los cuales ahora requieren ventiladores para respirar. Dijo que el sistema está reportando un promedio de 30 muertes diarias.

“Algunos pacientes entran en nuestro departamento de emergencias y sus niveles de oxígeno caen precipitadamente y están con respiradores en dos o tres horas —comentó Jarrett, de 70 años—. Nuestras unidades de cuidados intensivos están sobrepasadas. Hemos establecido unidades enteras que solo sirven a pacientes con COVID-19. No tenemos suficientes enfermeras de la UCI ni intensivistas, así que ahora tenemos una enfermera de la UCI asistida por otras dos o tres enfermeras regulares”.

“Northwell sobrevivió al 11 de Septiembre y al H1N1, así como a huracanes y tormentas de nieve —recuerda Jarrett—. Somos buenos en esto. Estábamos preparados. Pero nunca pensamos que podía ponerse tan mal”.

Afirmó que el personal del hospital aprendió que pueden extender o reutilizar las mascarillas N95 según las directrices de los CDC y que algunos hospitales han reutilizado máquinas de anestesia no utilizadas como ventiladores.

“Funcionan, pero hay que apagarlas parte del día porque, a diferencia de los ventiladores, no fueron diseñadas para funcionar continuamente y necesitan anestesiólogos para manejar su cuidado”.

Northwell suspendió las cirugías electivas de pacientes hospitalizados, fuente de ingreso vital del hospital, y cerró muchos de sus 800 centros ambulatorios externos, redirigiendo a los médicos, enfermeras y personal a las principales áreas del hospital, donde más se les necesita. Jarrett dijo que la comunicación con el personal, los organismos de salud pública estatales y locales y la comunidad exterior es vital.

Expresó también que los hospitales deben planear para el triste hecho de que muchos de sus empleados se enfermarán y algunos pueden morir.

“Ya hemos perdido a uno de nuestros empleados, se lamenta. Es importante que el programa de asistencia a los empleados y los equipos de salud conductual brinden apoyo. Nuestros médicos y enfermeras no solo están perdiendo pacientes, sino también familiares, amigos y colegas”.

Aunque Jarrett es realista sobre el impacto de la enfermedad y las vidas que cobrará, dijo que hay buenas noticias. “Al principio, tuvimos que dar permiso al personal, porque contrajeron la enfermedad, pero ahora muchos están volviendo al trabajo. También es importante para nuestro personal ver a la gente recuperarse. Les da propósito y esperanza”.

Arizona se prepara para la plaga

Claudette Rodríguez en Scottsdale, Arizona, dijo que se siente como la calma antes de la tormenta. Rodríguez, especialista en Medicina de Emergencias del Sistema HonorHealth de cinco hospitales, dijo que no se espera que la pandemia alcance su punto máximo allí hasta finales de abril.

“Sabemos que viene y hemos estado planeando”, anticipó Rodríguez, de 44 años, médica de emergencias durante 13 años. Pero su hospital no está sobrecargado aún.

“Lo desconocido es lo que nos da tanto miedo y espanto, dijo. Las mujeres de nuestro grupo de emergencias comenzaron un chat privado para apoyarse y ayudarnos a lidiar con esto”.

Eugene Litvak, presidente del Instituto para la Optimización de la Atención Médica en las afueras de Boston, dijo que los hospitales han demostrado una gran creatividad e ingenio y que le gustaría que se estableciera un sitio web donde los profesionales médicos pudieran compartir lo que funciona y lo que no.

Litvak, de 70 años, también aconsejó a los hospitales que separaran a sus pacientes en función del estado de la infección, la edad y la gravedad de su enfermedad, lo que los ayudaría a prestar la atención apropiada en el entorno adecuado y a mejorar su eficiencia, capacidad y resultados para los pacientes.

Es tiempo de guerra, dijo Litvak: “Necesitamos comandos centrales en todo el estado, nombrando a alguien con la autoridad de supervisar y reasignar recursos para beneficiar a todos”.