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Heroínas de la vida real: Adamari López aprendió a escuchar a su cuerpo

Está en camino a la recuperación después de una peligrosa influenza que casi le roba la vida.

Adamari López

Mezcalent

Adamari López

Adamari López nunca imaginó estar tan cerca de la muerte después de batallar y vencer el cáncer de seno. La artista boricua hoy puede decir que es sobreviviente de cáncer, pero también de la influenza, una enfermedad que puede ser letal por las complicaciones de salud relacionadas con el virus. En la temporada 2017-2018, la influenza cobró la vida de 80 mil personas en Estados Unidos (en inglés), según las cifras reportadas por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).


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López compartió en exclusiva con AARP en español que recuperar su capacidad pulmonar tomará entre seis meses y un año. Parte de su proceso de recuperación es hacer terapias de tres a cinco veces por semana. La artista reconoce que por no tratar a tiempo los primeros síntomas que se le manifestaron, estuvo internada en un hospital por tres semanas.

Confiesa que ha preferido no saber detalles del estado de gravedad que la mantuvo inconsciente por tres semanas, sin embargo, aprendió una lección que ya está poniendo en práctica: escuchar más a tu cuerpo.

¿Cuéntanos más detalles del proceso de recuperación?

Es lento. Estoy con ejercicios de respiración para fortalecer los pulmones y terapia física porque quedé con la masa muscular que no era la misma.

Al principio era como aprender todo otra vez. Temblaba mucho, no me podía sostener sola, no podía hablar mucho. Ha sido poco a poco, pero me he recuperado bastante bien y más rápido de lo que los doctores pensaban.

¿Qué te ayudó a que esa recuperación fuera más rápida?

El descanso, la familia, el seguir las instrucciones de los médicos. El no perder la paciencia, ni la fe de que iba a salir adelante, las oraciones de la gente, todo eso.

¿Qué hábitos has cambiado en tu rutina de vida en este proceso de recuperación?

He quitado los refrescos, era muy refresquera, soy, creo que sigo siendo. Hay gente que dice que a los 20 días el hábito se quita; yo sigo deseando tomar refrescos todo el tiempo, pero me esfuerzo mucho para no hacerlo. Trato de poner algo saludable en mi alimentación, comer lentejas, más espinacas, más verduras. Yo soy arrocera también, y aunque coma un poco de arroz, no puedo dejar lo que es realmente saludable.

¿Quedarán secuelas después de esta enfermedad?

Estoy con terapia para las cuerdas vocales y para la voz, haciendo los ejercicios para el pulmón. No tengo la misma capacidad pulmonar que antes, pero ahí voy, voy poco a poco, sin apurarme y feliz de estar, y agradecida de poder luchar todos los días por estar un poquito mejor.

Mi hemoglobina bajó muchísimo y eso va a tomar tiempo, pero no me siento mal, no me siento enferma, no me siento cansada, estoy bien. Y cuando me siento con ganas de descansar, me acuesto y ya.

¿Qué síntomas tenías que te indicaron que no era un simple catarro?

En la garganta tenía como unas aftas o úlceras, tenía escalofríos, fiebre, cansancio. No tenía fuerza, y mucha tos, una tos que no se me quitaba.

¿Qué te hizo ir al hospital?

Había llevado a mi hija a un parque de juegos y después de subir unas escaleras sentí que me desmayaba, no podía conmigo. Entendí que lo que tenía era mucho más fuerte de lo que yo me imaginaba.

¿Y cómo fue ese primer proceso en el hospital?

No lo sé porque no lo recuerdo. Llegué al hospital y me deben haber atendido en la sala de emergencias, pero no sé exactamente qué paso, debió haberme faltado el aire que decidieron dejarme en el hospital.

No creo que haya perdido el conocimiento en ese momento, pero los medicamentos que me pusieron fueron tan fuertes que hicieron que no recuerde hoy en día todo eso que viví.

¿Por qué decidiste no tener detalles de lo que pasó en esas tres semanas en que estuviste inconsciente?

Me dijeron, ‘cuando tú estés lista para saber, pregunta y te contamos’, pero para qué quiero indagar tanto, si lo que quiero es seguir hacia delante, no he querido ser tan curiosa.

Hay fotos de todo de lo que me pasó o de cada día de cómo mi familia vivió la angustia, pero tampoco he sido tan valiente de ponerme a ver en qué situación estaba, aunque sé que estaba grave.

¿Qué fue lo primero que viste cuando recuperaste la conciencia?

Una fotito de Alaïa (su hija) que tenía frente a una pared en el cuarto. Había fotos de Alaïa, dibujos de los niños de su escuela, había un crucifijo, estampitas.

 ¿Qué has aprendido y qué deben aprender otros de tu experiencia?

Sigo aprendiendo que hay que escuchar a tu cuerpo, hay que estar pendiente, revisarnos constantemente. No podemos pensar que todo es solo una ‘gripita’. Hay que estar más al pendiente de nuestra salud.