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Lecciones valiosas que los cuidadores pueden aprender de los enfermeros

Consejos y sugerencias de los profesionales que se dedican a brindar cuidados.

spinner image Un estetoscopio haciendo un corazón.
GETTY IMAGES

Cuando se trata de brindar cuidados, los enfermeros siempre están al frente de la tarea. Llegan a trabajar cada día, dispuestos a proporcionar atención médica física y mental; motivan, inspiran, curan y prestan cuidados en cada situación médica. Además, naturalmente, detrás de cada uniforme hay una persona —un padre o un hermano, un amigo o un hijo— que puede estar regresando a casa a ocuparse del cuidado de sus propios familiares.   

Cuando mi esposo estuvo en coma durante 36 días en el Bethesda Naval Hospital de Maryland, los enfermeros fueron mis héroes. Sabían cómo infundir esperanza sin hacer promesas, y lo lograban con relatos o anécdotas de pacientes que se habían recuperado bien. Con frecuencia, esos valiosos relatos eran suficiente para ayudarme a sobrellevar el día. 

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Los cuidadores podemos aprender mucho de los enfermeros. Estos son algunos consejos sabios, estrategias de adaptación y sugerencias de los enfermeros que pueden ayudarnos a todos en nuestra labor de cada día.

Procura ser todo lo fuerte que puedas

Kiera Powell, de 26 años, de Charlotte, Carolina del Norte, es enfermera en Carewell, una empresa de comercio electrónico para la atención médica que ofrece productos, apoyo y recursos de atención en el hogar para cuidadores. En el 2019 se graduó en la Facultad de Enfermería de la Universidad de Carolina del Norte en Charlotte y casi de inmediato se vio sumida en la pandemia de COVID-19 en una unidad de terapia intensiva, un entorno sumamente estresante, por mucha experiencia que se tenga.  

spinner image Kiera Powell.
Kiera Powell aconseja a los cuidadores “ser lo más fuerte posible”.
KURTH NELSON

Powell vio a los profesionales de atención médica “consumirse” a su alrededor. Recuerda el miedo inicial que suscitó la COVID-19 antes de que hubiera respuestas más claras sobre el virus. “Había mucha tristeza entre las familias, y los enfermeros llamaban por FaceTime a sus familiares porque no podían estar a su lado”, recuerda Powell. “Era difícil de contemplar, y a veces era estresante ignorar constantemente las propias necesidades para ocuparse de otra persona. Algunos días era difícil separar tus necesidades de las del paciente.

“Los enfermeros suelen atender a las personas durante los momentos más difíciles de su vida, ya sea un ser querido que atraviesa una enfermedad o alguien con un deterioro cognitivo que se esfuerza por comunicarse”, explica Powell. “Es importante no tomarse las cosas personalmente. En las situaciones tensas, la paciencia y la comprensión son esenciales para evitar asumir más estrés y frustración”.

Mientras trabajaba en la UCI, en muchas ocasiones Powell y su equipo habían agotado todos sus recursos para atender a una persona. “Aunque hubiéramos hecho todo lo posible desde el punto de vista médico, la segunda prioridad era asegurarnos de que el paciente estuviera tranquilo y no sintiera angustia”, señala. “Como cuidadores, es natural querer esforzarnos al máximo por nuestros seres queridos, pero es importante darse cuenta del momento en que ya estamos haciendo todo lo que podemos. Todos debemos dedicar un momento a reflexionar sobre lo que podemos hacer para que la vida cotidiana sea más alegre”.

Los enfermeros intentan no llevarse el trabajo a casa, dice Powell. “Sin embargo, para los cuidadores cuyo trabajo está en casa, es aún más crucial hacer pequeñas actividades por su cuenta, ya sea una pedicura o incluso ir solos al supermercado”.

“Pregúntate lo que puedes hacer para ser lo más fuerte posible”, sugiere. “Tienes que poder distanciarte de vez en cuando, por muy difícil que sea. Es la misma mentalidad que cuando tienes un hijo. Aunque quieras, no puedes hacer todo por ellos, así que debes tratar de mentalizarte y recurrir a otros recursos externos donde encontrar ayuda”.

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Tener proyectos y mascotas puede ayudar

Sonya Hart, de 48 años, de Charlotte, Carolina del Norte, trabajó como auxiliar de enfermería certificada (CNA) en centros de enfermería y cuidó a pacientes a domicilio. Dejó el trabajo para ocuparse de su suegro a tiempo completo después de que quedara inmovilizado a causa de un derrame cerebral, y lo cuidó durante siete años.

 “Elige un pasatiempo que puedas hacer mientras brindas cuidados”, sugiere. “Es una forma magnífica de darle un descanso al cerebro. Ya sea cocinar, tejer o hacer joyas, debe ser algo que no tenga nada que ver con el cuidado, de modo que tus emociones también puedan descansar”.

spinner image Sonya Hart.
Sonya Hart cuidó a su suegro durante siete años.
SONYA HART

Hart recomienda dedicarse a un pasatiempo que tenga un “resultado”, algo que resulte en un producto acabado que te permita sentir que trabajas para lograr un objetivo. “Progresar en un proyecto te ayuda a motivarte para continuar con la actividad”, explica Hart. “Cuando era auxiliar de enfermería, tejía durante los descansos para distraerme. Desde luego, cuando me convertí en cuidadora de mi suegro, hacer ganchillo me ayudó a sobreponerme y descansar”. 

Otro consejo práctico, que no es para todos, es tener una mascota que ayude a mejorar el bienestar mental con su compañía y apoyo. “Siempre que necesitaba un descanso, iba al patio a alimentar a las gallinas, y así me tranquilizaba”, relata Hart. “Cuando cuidaba a mi suegro, nos vinculábamos observando las gallinas. Lo llevaba al patio trasero para verlas comer y jugar, y nos reíamos cada vez que hacían una tontería”. Según ella, es importante asegurarse de que la mascota necesite poco cuidado para evitar agregar más tareas a una vida ya bastante atareada.

Hart sugiere encontrar proyectos, intereses o acontecimientos que puedan fomentar vínculos afectivos con la persona a quien cuidas. “A una de mis pacientes le encantaban los juegos de memorización, así que jugábamos con frecuencia”, recuerda. “Verla disfrutar con el juego y escucharla reír me levantaba el ánimo y me hacía sentir que le hacía compañía a alguien, en vez de cuidarla”. 

Adopta una nueva perspectiva

Ann Nelson, de 61 años, de Fort Mill, Carolina del Sur, trabajó como enfermera de la UCI durante seis años antes de incorporarse a un entorno clínico dedicado a la investigación neurológica. Su esposo, David, de 64 años, contrajo la enfermedad de Huntington en el 2006. A medida que la enfermedad progresaba, comenzó a necesitar supervisión constante, y ella se convirtió en su cuidadora a tiempo completo en el 2013. 

spinner image Ann Nelson junto a sus hijas Audrey (izquierda), Claire y el esposo, Dave.
Ann Nelson junto a sus hijas Audrey (izquierda), Claire y el esposo, Dave.
ANN NELSON

“Sé amable contigo mismo” es el primer consejo de Nelson. “Buscar la perfección y pensar que cada día va a ser un gran día te llevará al fracaso”. Nelson se remite a su experiencia en la UCI, donde había días más difíciles que otros. “Como cuidador, es importante para tu propia salud mental aceptar que habrá días malos y que podrás superarlos”. 

Cuando te sientes abrumado, es fundamental no perder la perspectiva para afrontar la situación, recomienda Nelson. “Sin duda habrá momentos en los que no querrás ser cuidador o en los que desearás escapar y tomarte un descanso”. No siempre es posible disfrutar de esos descansos o contar con alguien que te releve, por lo que sugiere no prestar tanta atención a la situación inmediata y, en cambio, adoptar una perspectiva más amplia. Piensa en lo que necesita la persona que cuidas y en el modo de estar presente para ella.

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“De esta manera, puedes replantearte la situación y, con un poco de suerte, distanciarte de esta, ganar perspectiva e intentar centrarte en apreciar más tu capacidad y tu vida”, explica Nelson. “Ese tipo de mentalidad es algo que practicaba cuando trabajaba en la UCI, y que también aplico en mi función de cuidadora de mi esposo”. 

Al igual que cuando era enfermera de la UCI, Nelson suele recordarse a sí misma que está aquí para ayudar a los demás en su paso por la vida. “Eso es lo que estoy haciendo ahora”, afirma. “Estoy ayudando a mi esposo en su propio paso por la vida. No todos pueden ser cuidadores. Es un trabajo arduo, y me respeto a mí misma porque soy esa persona que se ocupa de las tareas difíciles”.

Cómo controlar la ira

Gail Koffman, de 70 años, de Silver Spring, Maryland, se graduó en Enfermería en 1977 y aceptó un trabajo en la sala de emergencias de New Bern, Carolina del Norte, donde trabajó durante 12 años antes de conocer a su esposo, Bob, que por aquel entonces era cirujano de vuelo.

Después de casarse, debió mudarse varias veces debido a la carrera militar de su esposo, y obtuvo más títulos y experiencia. Trabaja como enfermera profesional y acupunturista certificada en Medicina Ocupacional en los Institutos Nacionales de Salud de Bethesda, Maryland.

Koffman aprendió mucho del cuidado de su padre, quien padecía demencia. “Como cuidadores, siempre estamos pensando en lo que vamos a hacer hoy y mañana”, nos dice Koffman. “Cuando mi padre enfermó, siempre vivía en el presente. Era todo lo que tenía, y así aprendí a tratar de vivir cada día en el momento”.

Koffman admite que es difícil pedirle al cuidador que viva en el presente, porque cada uno tiene diferentes presiones y factores de estrés. “Tu capacidad de interactuar y de aceptar los desafíos que afrontas a diario también cambia cada día”, explica. “Eso es algo totalmente normal”.

Koffman, que trabajó tanto en una unidad de psiquiatría como en el departamento de emergencias, también tiene mucha experiencia y consejos sobre el control de la ira. “La ira es una emoción habitual en los cuidadores, ya sea alguien que se siente frustrado o que ha debido esperar cinco horas para que lo atiendan”, sostiene. “Lo peor que puedes hacer es responder a su ira con la misma ira. En estos casos, pueden resultar útiles las palabras amables, elegir frases que tranquilicen y tengan en cuenta las emociones de la persona, como ‘no sé lo que sientes en este momento, y la situación es complicada. Si me lo permites, quizá pueda ayudarte’”.    

Koffman considera que es importante dedicar algo de tiempo a aclarar las cosas y explicarlas de un modo que les sea fácil de comprender. “No puedes darle a alguien falsas esperanzas ni quitarle el dolor”, señala, “pero puedes ofrecerle apoyo e intentar responder las preguntas que tenga”.

Más consejos de enfermeros

  • Adopta la tecnología. Explora todas las herramientas o atajos que puedan simplificarte la vida. Si hay una aplicación o un programa —como un servicio de envío de comidas— que pueda ahorrarte cinco minutos, úsalo.  
  • Investiga los servicios externos de enfermería y otros recursos en internet. Las iglesias y los hospitales tienen recursos y grupos de apoyo, y pueden proponerte modos creativos de recurrir a los miembros de tu comunidad.  
  • Infórmate. Cuanto más sepas sobre la situación de tu ser querido, más fácil te resultará la tarea.
  • No reprimas tus propias emociones. Si no tienes a nadie con quien hablar, habla contigo mismo, grita en el automóvil o escribe lo que sientes.
  • Siente gratitud. Si eres una persona de fe, recurre a ella. Sentir gratitud crea un sentimiento positivo para todos. Abraza y agradece a otros cuidadores, y reconoce cuando veas a otras personas actuar de forma desinteresada.
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