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Desorden y caos: la acumulación compulsiva en los adultos mayores

Proteger su salud y seguridad puede hacer necesaria una intervención legal.


spinner image Una mujer mayor sentada en una habitación desordenada.
Getty Images

 

Mi abuela y mi bisabuela emigraron de Albania hace cien años. Vivieron en una cueva mientras esperaban conseguir una vía segura para llegar a Estados Unidos, y llegaron a Ellis Island sin más que sus documentos, la ropa que llevaban puesta, mantas afganas hechas a mano y los piojos de los que se contagiaron en el barco. Mi abuela trabajó todos los días de su vida: durante la Gran Depresión, la guerra, el matrimonio, el divorcio y al ser madre soltera. Le enseñó a mi madre a no desperdiciar nada, a arreglar lo que se rompía y a ser ahorrativa. Guardaba todo por si acaso.

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Una ‘triste herencia’

Mi madre superó su austera educación. A pesar de las dificultades, obtuvo un doctorado. Se ganó la vida dignamente y pudo permitirse lujos que su madre nunca había conocido. Sin embargo, la mentalidad de “guardar todo” ya estaba arraigada. Cuando ella falleció, me costó muchísimo trabajo vaciar su casa. Esta mujer guardaba todo. Tenía una habitación de invitados llena de cajas, y algunas estaban sin abrir desde que murió su propia madre. Un sinfín de ganchos de tintorería, cientos de vasos, mil paquetes de kétchup de restaurantes y un armario lleno de artículos de tocador acumulados. Su casa estaba organizada con precisión, pero seguía siendo una montaña que su hija debía escalar durante su duelo. Me llevó cuatro meses ordenar todo, e incluso en ese momento puse la mayoría de las cajas en dos unidades de almacenamiento. Tardé otro año en revisarlas y clasificarlas en las categorías “conservar”, “donar” y “¿cómo es posible que ninguno de mis antepasados no haya tirado esto ya?”.  

Creo que el orden y la limpieza que mantenía mi madre me impidieron considerarla una acumuladora compulsiva. Sin embargo, también creo que tenía más pertenencias de las que podría necesitar o utilizar, aunque hubiera vivido otros diez años. Además, sé que no existía ninguna posibilidad de que disminuyera la enorme cantidad de cosas que había en su casa. Lo más probable es que las pilas crecieran con el paso del tiempo. Y todo estaría destinado a convertirse en mi triste herencia.

Un peligro para la salud y la seguridad

En mi trabajo con adultos mayores y enfermos, suelo ver casos en los que se revela que el cliente o un familiar es un acumulador compulsivo. Es más común de lo que pensamos y puede ocurrirles a personas de cualquier procedencia. Se calcula que entre el 3 y el 6% de la población acumula cosas, es decir, cerca de 19 millones de personas. La acumulación abarca desde una casa repleta de cosas que se convierte en un problema para que los residentes se desplacen sin riesgos hasta un tugurio sucio con basura amontonada en las esquinas y todas las superficies sepultadas. En todos los casos, la acumulación compulsiva puede crear una serie de riesgos para la salud. Es más probable que una persona se tropiece o se caiga por culpa de las cosas amontonadas, las pilas de papeles o los enchufes bloqueados constituyen un peligro de incendio, puede crecer moho en los espacios oscuros y húmedos, y la dejadez puede producir condiciones antihigiénicas para las personas y los animales que viven allí.

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Si te preguntas si la situación en la que vives o que has visto en otra casa es de acumulación compulsiva, ya tienes la respuesta. Y ahora es el momento de actuar. El primer paso es evaluar a la persona o las personas cuyas condiciones de vida se ven afectadas. Si la persona que acumula eres tú, ¿conoces el motivo? Si es otra persona la que acumula, averigua si es consciente del problema y está dispuesta a recibir ayuda. Hazlo con respeto y compasión. La culpa o el reproche hacia nosotros mismos o hacia los demás nunca ayuda, sin importar las circunstancias.

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La causa principal

Una persona puede comenzar a acumular por esa mentalidad de “por si acaso” o debido a una inestabilidad económica, depresión o ansiedad, adicción o limitaciones mentales o físicas que le impiden mantener y cuidar el hogar. El deterioro cognitivo (enlace en inglés) o la demencia pueden impedir que una persona se ocupe de su hogar como lo hacía antes. Pero cualquiera que sea la causa, obtener ayuda es esencial para la seguridad y la calidad de vida de las personas que viven en una casa con acumulación compulsiva.

Una evaluación de la salud física o mental puede resultar útil para conocer el origen de la situación, de modo que conviene concertar citas con un profesional de la salud mental con licencia y con un médico de atención primaria. Una combinación de terapia y tratamiento médico puede mejorar el bienestar de la persona que acumula.  

De ser posible, intenta limpiar la propiedad para reducir los riesgos para la salud y el deterioro de la vivienda, pero hazlo solo con la participación de los habitantes de la casa o con la debida autoridad legal. Nada de hacer limpiezas por sorpresa. Contrata un servicio (hay empresas que se encargan especialmente de las casas con acumulación de objetos si el problema supera la capacidad de limpieza promedio) o pide ayuda a tus seres queridos. Ten en cuenta que una limpieza aislada no es una solución permanente. Con frecuencia, una vez que la casa está limpia, la situación empeora y en poco tiempo vuelve a ser un caos.

El plan para mantener la casa limpia forma parte de una labor de colaboración en conjunto. Es necesario contar con apoyo especializado para ayudar de forma significativa a un hogar con problemas de acumulación compulsiva. Se puede contratar a un coordinador de cuidados geriátricos o acompañantes a domicilio; se pueden contratar servicios de limpieza periódicos para ordenar y hacer limpiezas más profundas; la familia puede preparar un contrato familiar para distribuir las tareas entre los familiares y seres queridos que puedan colaborar; y la familia, los amigos o los vecinos pueden ofrecer ayuda con las compras y visitas frecuentes para evitar el exceso de compras y el desorden.

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Intervención legal

Si no es posible abrir camino en el desorden, si las condiciones de vida son sumamente peligrosas o si los residentes de una casa con acumulación compulsiva no pueden o no quieren aceptar ayuda, puede ser necesario recurrir a otra intervención social y judicial.

Si estás a cargo del cuidado de una persona que preparó documentos legales para la planificación de la atención de por vida, comienza por leerlos de nuevo para averiguar lo que te autorizan a hacer y consúltalo con el abogado que los preparó. Tal vez puedas ampliar tu nivel de participación sin recurrir a los tribunales o a las entidades gubernamentales.

De no ser así, tal vez debas recurrir a las autoridades o al sistema judicial para que la persona que acumula reciba la ayuda que necesita. Por ejemplo, una llamada a los Servicios de Protección de Adultos o a la autoridad local de servicios para adultos mayores puede dar lugar a que un trabajador social realice un control de su bienestar. Si las condiciones en que vive o su comportamiento ponen en peligro su vida, debes ponerte en contacto con los servicios de emergencia sin demora.

Los procedimientos alternativos de litigio, como la coordinación del cuidado de adultos mayores o la mediación de adultos mayores, pueden lograr que se atiendan las necesidades de un adulto mayor de bajo funcionamiento. Si una persona ya no es capaz de hacerse cargo de sus asuntos hasta el punto de crear un peligro inminente para sí misma o para los demás, el siguiente paso puede ser solicitar a un tribunal que asuma la tutela. Un tutor legal puede tomar decisiones en nombre de la persona incapacitada y actuar de acuerdo con sus intereses.

En último caso, la acumulación compulsiva y las limitaciones físicas, mentales, económicas y emocionales que la acompañan pueden significar que envejecer en el hogar o vivir de forma independiente ya no sea una opción posible. El siguiente paso lógico podría ser trasladar a la persona a otro lugar. Un cambio de vivienda, sumado al apoyo y la intervención médica y social, puede mejorar radicalmente la vida de una persona que ya no puede valerse por sí misma.

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