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Consejos para cuidadores: cómo controlar las inquietudes sobre el coronavirus

Transforma las preocupaciones en acciones afirmativas.


spinner image Una mujer con una taza en la mano y luce preocupada
VALENTINRUSSANOV/GETTY IMAGES

"Me preocupo por él todo el tiempo", dijo una mujer de 70 años durante una sesión de terapia reciente mientras hablaba sobre su esposo, quien está en la unidad de demencia en un hogar de ancianos. "¿Cómo puedo estar segura de que no se contagiará el coronavirus ahí?".

"La entiendo muy bien", le dije empáticamente, pero después agregué: "Mientras atravesamos esta pandemia, no creo que pueda dejar de preocuparse por él". En mi mente consideraba cómo podría ayudarla, no a dejar de preocuparse sino a preocuparse en forma más productiva.

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Actualmente, los cuidadores tienen mucho de qué preocuparse, como la posibilidad de contraer el coronavirus, sentirse aislados en el hogar, conseguir alimentos y medicamentos y enfrentar las presiones financieras. Estas preocupaciones son normales y de esperarse; lo que sería sorprendente es que un cuidador familiar no se sintiera angustiado durante esta crisis. La evolución ha equipado a los seres humanos con la capacidad inherente de preocuparse por razones que podrían amenazar su supervivencia; eso nos ayuda a fijar nuestra atención en los problemas apremiantes y nos incita a resolverlos.

Pero cuando la tendencia a angustiarse aumenta tanto durante momentos estresantes al punto en que las preocupaciones dominan los pensamientos de los cuidadores, afectan sus patrones de sueño y no les permiten disfrutar la vida, estamos en presencia de ansiedad. A diferencia de la preocupación, la ansiedad no es normal; es un problema que oscurece nuestro pensar y afecta nuestra capacidad de desempeñarnos de la mejor forma. Cuando es marcada, la ansiedad es debilitante y requiere tratamiento, como medicamentos o psicoterapia.

¿Cómo pueden los cuidadores familiares hacer uso productivo de su angustia para enfrentar mejor la pandemia sin llegar a la ansiedad? A continuación, presentamos algunas ideas.

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Puedes tener inquietudes, pero no te obsesiones

Pensar en desafíos inquietantes no es un problema; pensar en ellos constantemente sí lo es. Las vacas mastican su alimento durante horas; de igual manera, los cuidadores que rumian sus pensamientos tienen las mismas inquietudes una y otra vez, sin alcanzar una solución. Los pensamientos los atormentan, en especial a la hora de dormir, cuando no pueden dejar de preocuparse lo suficiente como para relajarse y dormirse.

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Usualmente, pedirles a los cuidadores ansiosos que dejen de preocuparse es similar a pedirles que tapen un hidrante de alta presión. En su lugar, una técnica psicológica comprobada, si bien algo paradójica, es animarlos a preocuparse más, pero solo durante ciertos momentos. En lugar de decirles que se distraigan de sus preocupaciones obligándose a concentrarse en otras cosas, los cuidadores deben programar al menos una hora al día para inquietarse lo más que puedan. Durante ese tiempo, deben mantener un registro altamente detallado, ya sea en un cuaderno o un documento en Word, sobre las dificultades que enfrentan. Pero esto es crucial: al final de la hora, necesitan guardar el cuaderno o cerrar el archivo y prestar atención a los problemas más urgentes. Esta práctica de "vaciar el cerebro" de preocupaciones permite que los cuidadores se limiten a considerarlas solo durante las "horas de preocupación" y se sientan más en control de sus pensamientos en general.

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Puedes tener inquietudes, pero no las conviertas en catástrofes

Es realista preocuparse sobre la manera en que el coronavirus afecta la salud pública y la economía del país. Sin embargo, puede no ser realista que un cuidador se preocupe por que toda su familia esté en peligro inminente de ser aniquilada por la COVID-19 porque se le olvidó usar una mascarilla cuando fue a la farmacia hace tres semanas. Los cuidadores ansiosos tienden a hacer catástrofes de sus preocupaciones, es decir, temen el peor de los casos sobre cada situación aunque haya pocas probabilidades de que suceda una catástrofe. Para calmar esta mentalidad, los cuidadores necesitan reflexionar sobre sus inquietudes y plantearse dos preguntas: en realidad, ¿qué tan razonable es esta preocupación? ¿Cuán útil resulta mortificarse por algo que tiene tan pocas probabilidades de suceder? Si un pensamiento inquietante no es realista ni útil, no se le debe prestar tanta atención.

Aprovecha la energía que conlleva el preocuparse

Preocuparnos nos ayuda a estar más alertas y listos para la acción. Este aumento de energía se puede usar para resolver problemas de manera eficaz. Durante la "hora de preocupaciones", los cuidadores pueden, además de deshacerse de lo que los inquieta y evaluar después cuán realistas y útiles son sus preocupaciones, plantearse también otra pregunta: ¿cuáles de mis inquietudes puedo —y no puedo— resolver? Se deben desahogar más sobre las que no se pueden resolver. Pero las que sí se pueden solucionar deben animarlos a generar ideas en su diario sobre las maneras en que pueden abordarlas. ¿Qué cosas pueden hacer los cuidadores que sean efectivas para reducir esas inquietudes? ¿Qué necesitan hacer para tomar esas medidas? En este caso, el cuidador podría ponerse en contacto con el hogar de ancianos y preguntar qué medidas está tomando el personal para combatir el coronavirus. También puede preguntar qué plan tiene el hogar de ancianos para comunicar con regularidad información importante a los residentes y sus familias. Esto debería ponerlo en modo de acción para aplicar toda su voluntad, sus talentos y su determinación para ayudarse —y ayudar a la persona a quien cuida y a sus familiares— a luchar contra esta crisis actual.

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