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Cómo hacerle frente a una gran pérdida

Ten paciencia y rodéate de seres queridos. Consejos para superar el duelo.


spinner image Pareja abrazandose - Cómo hacerle frente paso a paso a una gran pérdida
Ten paciencia ante la aflicción y el dolor.
Foto: Igor Emmerich/Corbis

Se puede decir que sentir pena o dolor es una emoción compleja. Cuando uno está inmerso en el dolor del duelo, podría ser difícil hacer cosas, hasta desempeñar tareas sencillas. Es común sentirse indeciso, hasta acerca de cuestiones triviales. Muchas personas solo desean que el dolor termine pero están convencidas que eso nunca sucederá.

Pero la vida sigue adelante, y tú, la persona afligida, necesitas seguir adelante. Aunque por un breve período no puedas desempeñarte como antes de la pérdida, hay pasos que puedes tomar para asegurar que tu vida no se venga abajo mientras estás inmerso en dolor. Esto es lo que aconsejan los expertos.

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Qué hacer:

Ten paciencia contigo mismo. Por un periodo de tiempo vas a sentirte abatido y sin fuerzas de seguir adelante. Algunas veces ayuda compartir tu pena con personas a tu alrededor. Solicita ayuda para mantenerte centrado. Busca a alguien que pueda hacerse cargo, si fuese necesario, de las tareas básicas o cotidianas hasta que vuelvas de nuevo a sentirte capaz.

Busca a alguien que te escuche. Las personas que saben escuchar no te animan a olvidarte, no aconsejan, no te cuentan sus propias experiencias ni intentan darte una solución. Si fuese tan fácil, ya lo hubieras logrado hacer. Busca a alguien que tenga paciencia y sea amable. Puedes identificar a personas que sepan escuchar a través de grupos de apoyo al duelo, consejeros religiosos, mejores amigos, hermanos, colegas comprensivos o psicoterapeutas.

Recuerda que el período de duelo dura más que un día, un mes o un año. No solo estás afligido por la persona, el trabajo, la salud o ciudad natal que perdiste. Estás dejando ir una parte esencial de ti mismo que formaba gran parte de quién eres. Tarda tiempo —algunas veces, muchísimo tiempo—. Con el paso del tiempo, el dolor comenzará a disminuir. Sin embargo, debes estar preparado para experimentar períodos de emoción incontenible —normalmente cuando menos los esperas—.

Habla sobre ello, llora y resiste. Después de cierto período, luego que has conversado, pensado y buscado las maneras de enfrentarte al dolor, te darás cuenta que la carga emocional comienza a desvanecer. No es necesariamente un momento en el que despiertas y repentinamente te iluminas; simplemente comenzarás a sentirte de una manera distinta. Quedarás cambiado por siempre por tu experiencia, pero sentirás que por fin puedes volver a sentirte como tú mismo.

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Qué no hacer:

No seas demasiado fuerte para tu propio bien. Rodéate de personas frente a las que no te sientas obligado a poner buena cara. En un entorno laboral eso podría suponer solicitarle a un colega comprensivo que te ayude. También podría suponer no encargarte de las tareas cotidianas por un tiempo. El duelo es un acto de gran valentía y fortaleza; no es para los débiles.

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No te esfuerces cuando estás cansado. Mientras más considerable la pérdida, más intensa es y más largo es el proceso de recuperación. Para funcionar lo mejor posible, descansa lo suficiente. Sé más tolerante contigo mismo mientras te adaptas poco a poco a la nueva realidad.

No esperes sentir solo una emoción. Sentirás una mezcla de emociones. Tus sentimientos podrían abarcar toda una variedad de emociones, desde la tristeza hasta la rabia y la desesperación, hasta destellos esporádicos de felicidad —y de vuelta a la tristeza—. Si solo eres capaz de sentir tristeza, sentirás una desesperación perpetua. Esto no es bueno; invita a la depresión, la impotencia y a sentir que nada importa. Si solo eres capaz de sentir rabia, tu ira te atrapará y aislará, ya que aleja a los demás de tu lado. Concéntrate en las cosas felices aunque poco frecuentes que de vez en cuando inevitablemente te pasan por la mente.

No te culpes por lo que pasó. Responsabilizarnos por nuestros errores nos ayuda a aprender y crecer. Sin embargo, el síndrome del superviviente no nos ayuda. Al principio, es normal sentir cierta culpabilidad. Pero si te das cuenta que sigues culpándote por no haber podido salvar o sanar a un ser querido que ha fallecido o está discapacitado, la reacción de aflicción normal se torna contraproducente.

No te apartes de los demás. El dolor en sí es un proceso solitario aunque no te aísles. Necesitarás todo el apoyo posible para sobrellevar esta etapa intermedia. Podrías sentir que no eres lo que eras, no estás seguro de quién eres y todavía no eres quién serás una vez que te recuperes de la pérdida.

Pero has comenzado el proceso. Y la única manera de seguir adelante es paso a paso.

Este artículo fue publicado por Johnson & Johnson.

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