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El impacto que cuidar a un ser querido tiene sobre la intimidad

3 maneras de mantener la conexión emocional y física.


spinner image Pareja agarrada de la mano mientras camina por la playa.
DANIEL GRILLL/GETTY IMAGES

“Siento como que duermo al lado de mi hermano”.

La esposa de un soldado contestó mi pregunta “¿Cómo estás?” con una mezcla de pesar y vergüenza. Su esposo regresó de Afganistán con una lesión cerebral traumática y una extremidad amputada. En un momento espontáneo, lamentó la pérdida de la conexión emocional y física que una vez tuvieron. Su respuesta dolorosamente honesta fue un recordatorio de un aspecto de la guerra, las lesiones y la prestación de cuidados del que nadie quiere hablar: la intimidad emocional y física. O la falta de ella.

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Cuando los papeles cambian y una persona pasa a cuidar de la otra, el equilibrio de la relación puede variar de maneras sutiles pero esenciales que a menudo pasan desapercibidas en medio del agotamiento, los medicamentos, las nuevas rutinas y otros altibajos emocionales. En consecuencia, la conexión y la intimidad también cambian. Y estos cambios pueden afectar nuestro estado de ánimo y bienestar emocional.

Una hija que se encargaba de cuidar a sus padres de mayor edad habló sobre la pérdida gradual de la conexión con su novio cuando ella regresaba a su hogar agotada física y emocionalmente. “Era un sentimiento parecido al agotamiento de una nueva maternidad”, dijo, “ese sentido de no querer que nadie más me toque”.

El vergonzoso gran secreto sobre el cuidado de un familiar —de lo que la mayoría de nosotros no queremos hablar— es lo que sucede, o no, cuando se cierra la puerta del dormitorio. Esa parte de la relación entre una pareja es un tema privado y a menudo tabú en nuestra sociedad.

Encontrar una nueva normalidad

Cuando mi esposo Bob, periodista, fue herido gravemente en Irak en el 2006, demoré un año completo antes de exhalar el aliento. Me tironeaban en tantas direcciones como esposa, madre y con el trabajo, que dormir era lo único que siempre anhelaba. El concepto de intimidad física equivalía a escalar el Everest. En esos primeros días, casi temía tocarlo, horrorizada por las grapas metálicas que tenía en la cabeza y el trauma de la vida interrumpida por la proximidad de la muerte, pues estuvo en coma durante cinco semanas. Por meses después, quizás años, lo vi como más frágil y no pude olvidar todo lo que habíamos pasado. Cada malestar y dolor que tuvo me hizo temer de inmediato.

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Cuidar a un cónyuge es tan sexy como los zapatos de enfermera con suela de goma. El yin y el yang que habíamos disfrutado con tanta facilidad como pareja se descarrilaron con su lesión. Todos los días me preguntaba si volveríamos a ser los mismos o si el trauma nos había perjudicado y cambiado de forma permanente.

Teníamos muchos puntos de conexión. Éramos de mediana edad. Compartíamos cuatro hijos. Con el tiempo, volvimos a lograr la intimidad y encontramos juntos un nuevo ritmo, como me imagino que hacen todas las parejas cuando el tiempo y los años pasan. La intimidad es algo que siempre cambia, nunca permanece estático y evoluciona todo el tiempo. Parte de esto fue aceptar el “nuevo nosotros”.

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Darse cuenta de que la salud mental afecta la salud sexual

Muchas de las parejas con veteranos lesionados que conocí en nuestro trabajo en la Bob Woodruff Foundation (en inglés) se encontraban en las partes iniciales de sus matrimonios y relaciones. Muchas todavía no habían tenido hijos. Para ellos, el camino que enfrentaban sin grandes recursos, o a veces sin familiares que los apoyaran, fue suficiente para romper cualquier vínculo afectivo. Y con demasiada frecuencia, el legado de la guerra y las lesiones es el trastorno por estrés postraumático. No es de sorprender que un gran porcentaje de estas relaciones no sobrevivieron.

Los problemas de salud mental pueden afectar mucho un deseo sexual saludable. Según el estudio del 2015 “The Elephant in the Bedroom: Sexual Functioning in Military Populations” (en inglés), los militares jóvenes de sexo masculino con una lesión psicológica pueden ser 30 veces más propensos a decir que padecen síntomas de disfunción eréctil que quienes no tienen este tipo de lesión. Sin embargo, solo el 12% de quienes tenían problemas de funcionamiento sexual buscaron tratamiento.

La salud sexual es un gran factor que contribuye a la salud mental general, pero este todavía es un tema a menudo incómodo que se pasa por alto. Los médicos del Departamento de Veteranos no están obligados a incluir preguntas sobre relaciones y sexualidad en sus exámenes de pacientes lesionados, aunque sé que algunos han empezado a hacerlo. En el mundo civil, abordar ese asunto puede depender completamente del médico y de la cantidad de tiempo que tenga disponible. Para muchas parejas, empezar esa conversación sin que un médico les dé un punto de partida es algo imposible, colmado de la vergüenza del fracaso.

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Compartir sentimientos y preocupaciones

Como con cualquier tema difícil, hablar sobre la intimidad y compartir historias a menudo es la clave para encontrar soluciones. Barbara King Fairbanks, quien vive en Ohio, comenzó a cuidar a su esposo poco después de haberse casado, cuando un accidente lo dejó paralizado. En ese momento, cuando ambos tenían poco más de 30 años, la vida parecía completamente distinta a como se la habían imaginado. “Nuestra relación física terminó, pero nuestra relación como cónyuges todavía es sólida”, escribió Fairbanks. “Nos une nuestro propósito común, al igual que un gran sentido del humor. Nos reímos mucho”.

Hay muchos tipos de intimidad. Para las parejas que no pueden reanudar una relación física, concentrarse en otras alegrías o intereses compartidos en la vida a menudo es la manera de volver a sentirse íntimos y conectados. Pero no hay una fórmula para todas las parejas que atraviesan el camino de la prestación de cuidados, ni un remedio mágico, al igual que no existe una verdad universal sobre todas las relaciones. Cada relación es única.

Cuando Bob se estaba recuperando, algunas de las actitudes más íntimas para mí eran sencillamente tomarlo de la mano, tocarle la cara o apoyar la cabeza sobre su hombro. El poder del tacto fue un sustituto poderoso para la vida de la que habíamos disfrutado.

Al fin y al cabo, la intimidad tiene que ver con compartir, ya sea sentimientos, sentido del humor o experiencias. Mientras más podamos expresar lo que necesitamos, extrañamos y deseamos, más cercanos nos sentimos el uno al otro. No puede haber mayor regalo para desahogarse ni mayor recompensa que conectarse con otro ser humano.

La cuidadora Annette L. Hicks, de Landaff, Nuevo Hampshire, lo expresó muy bien en el grupo de Facebook AARP Family Caregivers Discussion Group (en inglés): “Una relación puede sobrevivir sin intimidad física. Una relación puede sobrevivir sin intimidad emocional. No puede sobrevivir sin ninguna de ellas”.

Katy Dondanville, profesora adjunta de investigación en UT Health Science Center en San Antonio, tiene tres consejos para ayudar a aumentar la conexión y la intimidad entre un cuidador y su ser querido:

  1. El contacto físico que ocurre durante el proceso de prestación de cuidados puede a veces empezar a sentirse clínico. Reintroduce el contacto físico de manera personal con algo tan sencillo como tomarse de la mano, abrazarse o sentarte cerca a tu pareja. Nota: las personas con trastorno por estrés postraumático tienden a estar alertas contra el peligro; recuerda evitar aproximarte desde atrás para tocarlas.
  2. Las palabras de elogio, amabilidad y afecto pueden hacer mucho para restablecer la intimidad. Trata de notar las cosas buenas que hace tu pareja y expresa gratitud con un comentario personal. Por ejemplo: “Agradezco cuando colocas tu taza de café en el lavaplatos”.
  3. Los recuerdos del pasado nos conectan a nuestras parejas y también sacan a relucir buenos sentimientos y emociones tiernas. Saca álbumes de fotos o videos, o simplemente hablen sobre recuerdos agradables para encontrar una mayor conexión.

Ten en cuenta que aumentar la conexión y la intimidad con tu pareja puede llevar tiempo, en particular cuando han ido disminuyendo o no han existido por un rato. Sigue actuando en forma renovada por lo menos durante dos semanas. La regularidad es la clave para aumentar la intimidad entre una pareja.

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