Los delegados se perderán el bullicio: las convenciones políticas se vuelven virtuales

Cuando le preguntaron si los demócratas habían tomado una decisión acertada al mantener a los delegados en casa, Wood señaló dos artículos de la bolsa de regalos que el partido demócrata de Wisconsin les envió a sus delegados: un botón que dice “Permanecí en casa, salvé vidas, me perdí la fiesta”… y una mascarilla.

Recuerdos y celebridades

Mark Ellis todavía tiene el bolígrafo que usó para marcar el casillero de John McCain en la boleta electoral presidencial del 2008, en Maine. Ellis, que ese año fue el presidente del partido republicano del estado, asistió a las convenciones republicanas del 2000, 2004, 2008 y 2012. Tiene guardadas las insignias con sus credenciales de cada una, además del típico sombrero azul —con cascabeles y todo— que usó en los salones de la convención. “He sido activista durante toda mi vida adulta”, relata Ellis, de 59 años, director de membresía de la Cámara de Comercio de Maine.

Cortesía de Margaret Wood

Durante la convención republicana del 2004 en la ciudad de Nueva York, tuvo algunos encuentros inesperados que nunca ha olvidado. Una noche, Ellis estaba cerca del área VIP junto al escenario. Desde su asiento podía ver al expresidente George H.W. Bush y a la primera dama Barbara Bush que estaban sentados solos. Estaban escuchando a la estrella de lucha libre profesional Dwayne Johnson, más conocido como “The Rock”, quien se dirigía a los delegados. Después de que Johnson terminó de hablar, pasó junto a la exprimera pareja y se sentó algunas filas delante de ellos. “En ese momento [la Sra. Bush] se levantó y bajó las escaleras hasta la fila detrás de donde él se encontraba y le tocó el hombro”, recuerda Ellis. “Johnson tenía una expresión de profunda sorpresa. Y, por supuesto, se levantó de un salto, obviamente avergonzado por haberles pasado por al lado y no detenerse a saludarlos. Para mí es realmente un gran recuerdo porque fue el tipo de momento privado que no todos pudieron ver”.

Ellis es fanático del patinaje artístico, y también estuvo lo suficientemente cerca como para conocer a Dorothy Hamill después de que ella terminara su presentación. “No podía contener la emoción”, dice Ellis. “Y recuerdo que ella fue muy amable” y se puso de pie mientras Ellis y otros delegados se tomaban fotos con la medallista de oro olímpico.

Detrás de escena

Cortesía de Jadine Nielsen

Jadine Nielsen acudió a su primera convención demócrata en 1976 como joven voluntaria y desde entonces ha estado en casi todas, ya sea como voluntaria o como delegada de California o Hawái, donde se jubiló con su esposo hace más de 16 años.

“Participar es muy emocionante. No hay nada que se le parezca”, señala Nielsen, de 71 años, quien trabajó como miembro del personal del Senado de Estados Unidos y funcionaria política durante varias administraciones demócratas.

Para Nielsen, dos de los momentos más inolvidables que vivió en las convenciones sucedieron hace décadas.

“Por lo general, sin importar quién esté hablando, en las convenciones todos están dando vueltas, conversando, caminando”, indica Nielsen. Pero en 1976 en la ciudad de Nueva York, cuando la entonces representante Barbara Jordan subió al podio y se convirtió en la primera mujer afroamericana en pronunciar un discurso de apertura en una convención, “todos se detuvieron. Se podía escuchar caer un alfiler. Nunca volví a ver nada como eso. Antes de que hablara ni siquiera sabía quién era. Me quedé maravillada por su voz y por cómo capturó la atención de todos en el salón”.

Luego, en 1988, Nielsen fue funcionaria de la delegación de California. Uno de los aspectos más destacados de cada convención es la convocatoria de los estados, cuando cada estado emite su voto por el candidato presidencial.

Nielsen pudo experimentar parte de la estrategia de la convención en persona. La campaña de Dukakis quería que California emitiera los votos que le darían al gobernador de Massachusetts la cantidad de delegados necesarios para darle la nominación presidencial. Ella era la oficial disciplinaria de la delegación y estuvo hablando por teléfono con los asistentes de campaña hasta que, finalmente, llegó el momento de que California pusiera a Dukakis en la cumbre. “Frente a nosotros estaban todas las cámaras de televisión y los fotógrafos de los periódicos” para documentar el momento, recuerda Nielsen.

El 2020 no es el único año con contratiempos

Anne Hathaway (centro) invitó a sus padres, Jack y Mary Hathaway, a la convención republicana del 2008.

Cortesía de Anne Hathaway

Anne Hathaway, quien fuera activista republicana durante toda su vida y exjefa de personal del Comité Nacional Republicano, asistió a su primera convención en 1992 como delegada de Indiana mientras trabajaba para el vicepresidente Dan Quayle. Tiene experiencia personal con las catástrofes naturales que afectan las convenciones políticas.

En el 2008, el huracán Gustav azotó Nueva Orleans justo cuando comenzaba la convención republicana en Minneapolis. Según Hathaway, los republicanos cancelaron casi todas las actividades del primer día. “De hecho, cesamos las actividades el lunes por la noche. El presidente Bush no acudió a la convención. Tomamos la decisión de que no había modo de que pudiéramos estar bailando y celebrando en Minnesota cuando los socorristas y las personas luchaban por su vida en la trayectoria de un huracán”.

Luego, en el 2012, la convención se llevó a cabo en Tampa, Florida, y estaba por comenzar justo cuando el huracán Isaac se dirigía hacia al estado. “Tomamos la decisión de que los socorristas —funcionarios de seguridad pública y conductores de autobuses— debían ocuparse de su trabajo y no de conducir autobuses y dirigir el tráfico”, señala Hathaway. “Por lo tanto, nuestros delegados permanecieron aislados en su hotel durante 24 horas”.

Este año, Hathaway, de 60 años, conducirá desde su casa en Indianápolis hasta Charlotte. Es una de las seis delegadas de Indiana que representarán al partido estatal.

Hathaway indica que habló con el personal de la convención “y sé que están trabajando mucho para hacer adaptaciones y asegurarse de que no corramos riesgos. No quieren que ninguno de los 336 nos enfermemos ni que contagiemos el virus a nadie en nuestra comunidad”.

Señala que poder estar personalmente en Charlotte “es una parte importante de nuestro proceso, y creo que podemos hacerlo bien y sin riesgos”.