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¿Te adaptarías a vivir sin conducir un auto?

La respuesta podría estar en las comunidades con transporte público.

Mujer subiendose a un autobus - Te adaptarías a vivir sin conducir un auto

iStock

Algunas ciudades han iniciando programas educativos gratuitos sobre el transporte público para crear conciencia y exponer la comodidad que ofrecen.

In English | Lo primero que pensé: lo celebraría.

Bueno, eso no es totalmente cierto. Sé que tengo suerte de tener la opción; además, necesito un automóvil para hacer viajes de vez en cuando fuera de mi nuevo hogar en Pittsburgh.

Pero detesto conducir. Soy tímida detrás del volante, y felizmente le diría adiós al tráfico de la hora pico, al estacionamiento en paralelo y a la cuenta mensual del seguro de mi automóvil. Sin duda alguna prefiero mi viaje sin autos que se desplazan al trabajo, unos 15 minutos de puerta a puerta, y me encanta mi vecindario tan transitable a pie, donde el mercado y la farmacia me quedan a solo pasos.

Pero, a algunas personas les agrada conducir. A pesar de haber transporte público —una característica clave de las comunidades habitables y más acogedoras para las personas mayores— prefieren la privacidad y conveniencia de los autos. Si les quitaran las llaves, probablemente sufrirían un ataque de pánico. Y con toda razón. Conducir es como se desplazan, y es lo que conocen.

Hace unas cuantas semanas, conocí a una señora que recientemente se había sometido a una intervención quirúrgica. Llamémosla Barb. Me emparejaron con Barb a través de una iniciativa de United Way llamada Open Your Heart to a Senior (Abre tu corazón a una persona mayor), que empareja a voluntarios de todas las edades con miembros de la comunidad mayores que necesitan ayuda con tareas tales como hacer mandados o palear nieve. Este sábado en particular me encontré con Barb para visitarla en su hogar.

Aunque aparentaba estarse recuperando bien de la cirugía, Barb se sentía frustrada porque no sabía cuándo (o si) iba a poder volver a conducir. Extrañaba ir a la iglesia, y su centro comercial favorito le quedaba a millas de distancia. Lo buscamos en los mapas de Google Maps.

"¿Qué tal el autobús? ¿Te lleva allí?", le pregunté.

"No sé", me contestó. "Nunca pensé en ello".

Resulta que la parada más cercana queda a solo unas cuantas cuadras de la casa de Barb. Con una transferencia rápida, parecía ser posible hacer el viaje al centro comercial. Aunque no le pregunté sobre la ubicación de su iglesia, me atrevo a decir que está a su alcance, también. Pero Barb se mostraba escéptica. Su hijo podía traerle comida y otros artículos esenciales, dijo, y él la llevaría en automóvil según se lo permitiera su horario.

Hasta algunos de los campeones de nuestro movimiento para las personas mayores en Pittsburgh están cansados de utilizar las opciones ofrecidas por el transporte público. Hace poco, en una reunión de planificación, dos participantes me llevaron a un lado después de que compartiera mi agradecimiento por el sistema de autobuses de la ciudad.

"Nunca viajaré en autobús", dijo uno de ellos. "Nunca".

Es cierto, no todo el mundo está de acuerdo con utilizar el transporte público. Quizás forma parte de nuestra cultura, o de la comodidad de las rutinas, o quizás esté relacionado con un estigma más profundo. Si reconsideramos las características de nuestras comunidades para incluir a todas las generaciones, tenemos que ser realistas sobre lo que desea la gente —y muchas personas desean automóviles—. Por eso es que tengo esperanza en los servicios de transporte como ITNAmerica además de las empresas más nuevas como Uber y Lyft que recientemente se han unido a la conversación.

Para los que posiblemente se conviertan, como mi amiga Barb, algunas ciudades están iniciando programas educativos gratuitos sobre el transporte público para crear conciencia y dar mayor comodidad. Es algo que espero que nuestro grupo considere en Pittsburgh a medida que procedamos.

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