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Cómo lograr que tu hijo universitario sea productivo en sus vacaciones, y sin peleas

Crear metas es la clave para evitar conflictos, dicen los expertos.

Padres hablan con su hijo en la sala de su casa

Getty Images

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Los estudiantes universitarios que regresan a casa durante las vacaciones de verano quieren, por lo general, un receso. Por otra parte, los padres normalmente quieren que sus hijos sean más productivos, ya sea con un trabajo remunerado o voluntario, o que simplemente se levanten del sillón y salgan de la casa.

“Es algo que escucho frecuentemente y uno de los problemas que más abordo durante el verano”, dice Shane G. Owens, psicólogo certificado de Long Island, Nueva York.

Pero, aunque sea una situación habitual, ciertamente es frustrante para todos.

Todo se reduce a una “disparidad de expectativas”, dice Alyson Schafer, de 58 años, terapeuta familiar y experta en crianza de hijos, con sede en Toronto.

Schafer ve la situación de esta manera: los hijos piensan que deberían poder volver a casa, relajarse y que los consientan (alguien que les lave la ropa, les cocine y les preste un auto) porque trabajaron intensamente en el año académico. Mientras tanto, los padres tienen que adaptarse a sus hijos, que ya no son niños, sino jóvenes que no quieren que los controlen ni les digan qué hacer.

“Surgen muchos conflictos si no renegociamos los términos y las expectativas de ambas partes sobre cómo va a transcurrir el verano”, dice Schafer.


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Comienza haciendo una pregunta

Owens recomienda tener en cuenta que en épocas normales los estudiantes universitarios sienten bastante estrés y esta no es una época normal. En muchos casos, los últimos años con la pandemia interrumpieron la experiencia de educación superior que esperaban. Tuvieron que afrontar el cambio al aprendizaje en línea, aunque esto fuera difícil para ellos; debieron adaptarse a las restricciones de socialización; y quizás se hayan perdido programas como pasantías y estudios en el extranjero que se cancelaron debido a la COVID-19.

Los estudiantes también tienen que abrirse camino entre “las fallas de los adultos que supuestamente deben hacer que el mundo sea llevadero y un buen lugar donde vivir”, explica Owens. “La pandemia desmoronó las expectativas de los estudiantes, de los campus universitarios, y de las familias”.

Por esos motivos, sería una buena idea empezar por preguntarle a tu hijo: “¿Qué te gustaría lograr este verano?”.

Si no tiene una respuesta, piensa si las personas que conoces podrían necesitar ayuda con el jardín o en la oficina. O podrías proponer pagarle por la ayuda extra para llevar a cabo proyectos en la casa.

Simplemente procura no establecer metas demasiado ambiciosas, lo cual podría resultar en un desempeño inferior, advierte Schafer. Tampoco debes darle dinero para que se compre ropa nueva o videojuegos cada vez que te lo pida.

“Me gusta describir esta situación con la frase ‘los perros gordos no cazan’”, dice Schafer, al explicar que los hijos no tendrán la motivación de buscar un trabajo si los padres les compran todo lo que desean. “La primera tarea es que los padres den un paso atrás. Es posible que por un tiempo la situación sea desagradable e incontenible, pero cuando los pones a prueba, es increíble cómo los hijos asumen la iniciativa y alcanzan lo que se proponen si dejas de rescatarlos”.

‘Con quejarte no ganas nada’

Brice Meade

Cortesía de Michele Ashlee Meade

Brice Meade busca estrategias para que su hija sea más productiva.

Brice Meade, de 50 años, tiene una táctica para motivar a su hija de 18 años que acaba de terminar su primer año en la universidad y está en peligro de suspender. Dejó claro que podía quedarse con él siempre que mantuviera su trabajo de verano como monitora de un campamento y ahorrara la mitad de lo que gana por si tiene que abandonar la universidad.

Entretanto, Meade, que vive en Rochester, Nueva York, está intentando inspirar a su hija para que no holgazanee cuando está en casa.

Como sabe que hoy en día el entretenimiento a menudo implica mirar fijamente una pantalla sin salir de casa, llama a la puerta de su dormitorio cuando está soleado y le dice: “Es un día hermoso. ¿Quieres salir?”. O si ella dice que tiene hambre, pero que no hay nada para comer, le pregunta: “¿Quieres que vayamos a cenar? Luego podemos dar una caminata para bajar la comida”.

“A estas alturas de mi vida he aprendido que con quejarte no ganas nada”, dice él. “En cambio, busco oportunidades para aplicar técnicas de orientación”.

“No te voy a mentir", admite Meade. "Mi estrategia es no tener demasiada comida en la casa para crear esas oportunidades”.

Sé ejemplo del comportamiento apropiado

Las acciones valen más que mil palabras, lo cual significa que los adultos que desean hablar sobre la responsabilidad de manera sana, según Owens, deben hacerlo con cortesía.

“Es importante ejemplificar las respuestas correctas. Es lo que distingue a los buenos padres”, señala Owens. “Dar el ejemplo es la mejor forma de cambiar el comportamiento y de expresar respeto por tu hijo”.

Schafer, autora de Honey, I Wrecked the Kids y otros libros sobre la crianza de los hijos, está de acuerdo. “No se trata de forzar el acatamiento. Se trata de conseguir la cooperación”. Es totalmente razonable, por ejemplo, definir claramente las condiciones para seguir viviendo en tu casa, dice Schafer. Sugiérele con calma que, si no cumple esas condiciones, tiene la libertad de mudarse, tal vez con un compañero de casa.

“En algún momento, tenemos que darnos cuenta de que nuestros hijos son jóvenes, no son niños, y pensar en ellos como inquilinos que ocupan una habitación y que deben ser respetuosos y llevarse bien con el resto de los ocupantes de la casa”, aclara Schafer. “Eso puede generar un punto de partida más equilibrado para mantener esa conversación”.

De todos modos, ten presentes las distintas edades y niveles de madurez. Y no te sorprendas si oponen resistencia. Trata de mantener la calma sin reaccionar exageradamente, no te tomes a pecho las respuestas insolentes y prepárate para hacer una pausa breve si aumenta la tensión.

“Ten en cuenta que habrá resistencia y acéptalo”, aconseja Owens. “Pero asegúrate de que se cumplan las expectativas que tienes para tu hijo”.

 “No se trata de forzar el acatamiento. Se trata de conseguir la cooperación”.

— Alyson Schafer, de 58 años, terapeuta familiar y experta en crianza de hijos, con sede en Toronto

Robin L. Flanigan colabora con artículos sobre salud mental, educación y temas de interés humano para varias publicaciones nacionales. Trabajó como reportera para diversos periódicos y sus escritos también se publicaron en People, USA Today y Education Week. Es autora del libro infantil M is for Mindful.