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Un jubilado construye pupitres para retribuir a su comunidad

Algunos niños que reciben clases en casa debido a la pandemia no tienen un espacio donde estudiar.

Ralph Kemptner en su taller de carpintería

Cortesía Ralph Kemptner

In English | Cuando buscaba videos de carpintería en YouTube, Ralph Kemptner, de 70 años, encontró uno sobre una organización que construye pupitres para niños que estudian en el hogar.

El residente de Vancouver, Washington, sabía que su iglesia colaboraba en proyectos con la Marrion Elementary School, una escuela de su zona que ha estado enseñando a distancia debido a la pandemia de COVID-19. Kemptner se preguntó si podría utilizar sus conocimientos de carpintería en un propósito superior.

Consultó con su pastor, Matt Daniells, que tiene tres hijos en la escuela. Daniells consultó con la escuela, y la respuesta fue un rotundo sí.


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No todo el mundo tiene un espacio en casa para centrarse en los trabajos escolares. Así que Kemptner construyó 10 pupitres —y los pintó con los colores de la escuela, rojo y negro—. Tan pronto como se entregaron, la escuela tenía una lista de espera con solicitudes para 10 más.

Así que Kemptner regresó a trabajar.

"Esta es una manera de usar las habilidades que Dios me dio para ayudar a las personas en estos momentos", dice.

'Esto me ayuda a creer en la humanidad'

En las mejores circunstancias, puede ser difícil para los niños concentrarse durante las clases virtuales, especialmente cuando están rodeados de juguetes y otras comodidades del hogar.

Si se tienen en cuenta las desigualdades económicas o los padres que trabajan desde el hogar y que también necesitan un espacio de trabajo, los desafíos son aún mayores.

"Muchos niños toman sus clases virtuales bajo las sábanas de su cama, en la mesa del comedor o en el sofá de la sala de estar —por nombrar solo algunos de los espacios que pueden encontrar en su casa—", dice Matt Hill, el director de Marrion. "Sin embargo, no es necesariamente un espacio preparado para un aprendizaje realmente exitoso".

Pupitres hechos por Ralph Kemptner

Cortesía Ralph Kemptner

Stephen Laabs, un estudiante de tercer grado, y su hermana Olivia, tomaron clases e hicieron sus tareas en la cocina o en bandejas de TV antes de recibir uno de los pupitres de Kemptner. Su mamá, Jill Cook, había buscado un escritorio que pudieran compartir, pero después de que tuvo que dejar de trabajar para estar en casa con sus hijos, no podía costearlo —y no sentía que era correcto aceptar dinero de su mamá para "algo que no era absolutamente necesario"—.

Los hermanos se turnan en el escritorio al final de su litera.

Cook dice que la generosidad de Kemptner ha sido una salvación: "ciertamente, esto me ayuda a creer en la humanidad", dice. Este año ha sido difícil, "y para que él haga esto, todo lo que puedo decir es: 'muchas gracias'".

Kemptner siempre está dispuesto a dar su tiempo para servir a los demás, dice Daniells, pastor de Evergreen Bible Church: "le dije que podíamos usar algunos fondos de la iglesia para ayudar, y dijo que no, que él lo cubriría".

Dar un lugar a los estudiantes para que aprendan

Kemptner, expolicía de Los Ángeles, se tomó más en serio la carpintería cuando se jubiló. Hace unos años ayudó a remodelar la sala de profesores de Marrion.

Para el diseño del pupitre, Kemptner encontró un plan simple en línea e hizo algunas modificaciones. Luego, se puso a trabajar en su garaje, haciendo los pupitres de madera contrachapada de 3/4 de pulgada.

El producto terminado de dos niveles es bastante compacto: 2 pies de ancho por 2 pies de profundidad, lo suficientemente compacto como para caber en una casa pequeña o un apartamento. La parte superior es un estante incorporado para libros y otros materiales de estudio.

"Quería un diseño que fuera práctico, y que diera a los niños algo que los animara a estudiar, un lugar donde pudieran decir, 'esto es mío'".

— Ralph Kemptner

Kemptner planea seguir haciendo escritorios y espera que otros se unan al esfuerzo, sin importar donde vivan. Aunque usa algunas herramientas especializadas, comenta que otros pueden hacer lo mismo con un taladro y una sierra circular.

El director Hill dice que las donaciones significan más de lo que muchas personas creen: "quizás en la mente de un adulto, es solo un escritorio. Pero en la mente de un niño, es un lugar que pueden llamar suyo cada día de aprendizaje, lo cual es muy importante".

Por su parte, Kemptner dice que se siente incómodo al atribuirse el mérito: "Dios me ha bendecido con tanto —una habilidad, herramientas y tiempo, ahora que estoy jubilado— y simplemente estoy devolviendo ese amor a estos niños".