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¿Deberías hacer cambios en la cena de Acción de Gracias este año?

Cocina algo que les guste a todos, ya sea pavo o algo diferente.


spinner image Familia cena mientras celebra el Día de Acción de Gracias
Getty Images

Celebraremos una fiesta familiar, aquella en la que todo el mundo viene "por tierra o por agua" (o a través de horas de atasco en el tráfico) para compartir el Día de Acción de Gracias.

Si tu casa es el destino anual o simplemente te tocó este año, ¡felicitaciones, tienes el dudoso placer de cocinar la comida festiva! Hasta los cocineros confiados se estremecen ante la idea del tradicional Día de Acción de Gracias, porque ¿cuándo fue la última vez que asaste un pavo, serviste salsa de arándanos, pusiste malvaviscos sobre las batatas o sacaste el relleno de un pastel de una calabaza? Es más, ¿cuántos de los comensales tienen antojo de pavo? No es de extrañar que el mayor elogio que se puede esperar sea: "Vaya, tía Blanca, este pavo no está tan seco como el de la tía Doris".

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Con la esperanza de prevenir tu inminente locura, y de provocar una ronda de cumplidos más intensa y auténtica, ofrezco dos soluciones sólidas para esta fiesta que evoca amor (y terror):

Primera solución

Olvídate del ave. En cambio, sirve los platos que te guste cocinar y que te enorgullece servir, así como los que tu familia aprecia. Hace años que no sirvo pavo. Mis costillas glaseadas al café es el plato principal de nuestra mesa y mi familia está tan encantada de devorar su carne favorita que tengo que hacer doble porción.

Para que puedas contestarle a cualquiera que te acuse de blasfemia cultural, está documentado que en el primer Día de Acción de Gracias en Plymouth, los peregrinos comieron pato, faisán y ganso, que eran mucho más abundantes que el pavo. También disfrutaron venado, camarones, mejillones, pescado, frijoles, calabaza, maíz y berros. No comieron papas de ningún tipo, ni tampoco pastel. Los antiguos egipcios comían malvaviscos; los peregrinos no.

Por lo tanto, se te permite hacer pata de cordero o salmón asado, o si te conocen por tu lasaña o un exquisito pastel de coco, hornéalos temprano porque se pueden congelar, y descongélalos el día antes.

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Y si no sabes u odias cocinar, ¡no lo hagas! En internet, descubre la asombrosa selección de comida gurmé disponible a precios razonables y que pueden entregarse mucho antes de que la entrada de tu casa esté repleta de autos. Si eliges esta opción, ¡no tienes por qué disculparte! Si sirves platillos deliciosos, ¿qué importa de dónde provienen? Recuerda que los peregrinos comieron lo que tenían a su alcance y fueron agradecidos. Tenemos mucho más a nuestra disponibilidad; ¡aprovechémoslo! ¿Qué mejor motivo para dar las gracias?

Segunda solución

Cocina el ave, pero hazlo bien.  Esta es una receta de ocho pasos que no es seca ¡y es deliciosa! No es difícil, solo diferente. Pruébala esta vez, y tal vez lo cocines en un día en que Macy's no haga un desfile.

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Paso 1

Sin importar cuánta gente tengas a la mesa, no compres un pavo de más de 12 o 13 libras. Un ave de 20 libras garantiza el fracaso porque siempre tarda una eternidad en cocinarse, en especial las piernas y los muslos. Y, cuanto más tiempo se ase la carne sin líquido, más dura será. Compra dos pavos más pequeños, si es necesario. Si es posible, haz tu pedido por adelantado y compra pavos frescos. Ya no son tan difíciles de encontrar.

Paso 2

No prepares el pavo ni lo pongas en el horno cuando esté frío. Parece que estamos programados para pensar que si la comida no va directa del refrigerador a la sartén, acabaremos buscando curas para la salmonela por internet. Ciertamente, esta no es una ensalada de atún que quedó al sol en verano. Saca el pavo fresco del refrigerador y déjalo en la encimera hasta que alcance temperatura ambiente (aproximadamente una hora).  Si está congelado, sumérgelo, en su envoltorio original, en agua fría. Espera 30 minutos por libra para que se descongele.  

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Paso 3

Precalienta el horno a 425 ºF. Usa un cuchillo para separar parcialmente las piernas del cuerpo del pavo. Esto acelerará el tiempo de cocción.

Paso 4

No pongas el relleno en la cavidad del ave o en un plato aparte. En su lugar, toma una espátula e inserta el relleno cuidadosamente entre la piel de una de las pechugas y la carne que se encuentra debajo. Cuando la parte suave de la espátula abra camino, usa la mano, lentamente (para no rasgar la piel) hasta el otro extremo del ave. Repite del otro lado. Con ambas pechugas separadas de la piel, inserta el relleno dentro de estos bolsillos hasta que estén llenos. Desde el exterior, dale forma al relleno para imitar los contornos del pavo.

No solo la humedad del relleno (si tu receta solo utiliza ingredientes secos, busca otra, porque nadie querrá comerlo) actuará como adobo automático, sino que esta nueva capa ralentizará el tiempo de cocción de la carne de pechuga para que coincida con la carne oscura de la pierna y el muslo, de cocción más lenta. También hará que tu pavo se vea mucho más grande.

Paso 5

Toma una o dos naranjas "navel" (de ombligo) y caliéntalas en el microondas durante unos minutos. Retíralas, pincha la fruta con un tenedor e introdúcela junto con dos ramitas de romero en la cavidad vacía del pavo.

Paso 6

Enrolla un hilo de algodón alrededor de las piernas (opcional). Frota el exterior del pavo con aceite de oliva, luego salpimienta la piel.

Paso 7

Cuando metas el pavo en el horno, baja la temperatura a 350 ºF. Cocina por 15 minutos por libra para el pavo fresco, 18 minutos por libra para las aves que estuvieron congeladas. Durante la última hora de cocción, haz una tienda sobre el pavo con papel de aluminio.

Paso 8

No lo cortes apenas saques el ave del horno. El sabor del pavo es sutil. Si lo sirves caliente, casi no tiene sabor. Déjalo reposar fuera del horno (pero debajo del papel de aluminio) durante 20 minutos.

Nada arruinará tus esfuerzos por servir un pavo sabroso y de buen aspecto más rápido que un cuchillo desafilado. Invierte en un buen cuchillo afilado. Valdrá la pena. No es necesario quitar el relleno. Corta el pavo en rodajas como de costumbre, y sirve el relleno y la carne juntos. 

Si alguien en la mesa exclama "qué suerte que este pavo no esté 'seco'", empuña el cuchillo una vez más. Da las gracias por la receta. ¡Y felices fiestas!

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