'Cantinflas' recrea la edad de oro del cine mexicano

Quizás el eslabón más débil de la cadena sea el guión. La historia del cine latinoamericano está repleta de oportunidades desaprovechadas y el argumento de Cantinflas comete un error garrafal: en vez de concentrarse en el envidiable crecimiento artístico que Moreno conoció dentro del cine mexicano (actuando en clásicos como Ahí está el detalle, Los tres mosqueteros y El bolero de Raquel), la trama se acopla artificialmente a la filmación de Around The World In 80 Days, la mediocre producción estadounidense en la que Cantinflas tuvo un rol protagónico y por la cual ganó el premio Golden Globe en 1957.

El éxito hollywoodense es una ambición entendible para todo actor cinematográfico, no importa de dónde provenga. Pero sobra el énfasis sobre una película que artísticamente ocupa un lugar menor en la filmografía del comediante comparado a la genialidad como conocedor del alma humana que Cantinflas derrochó en sus mejores películas mexicanas. 

Para que leas: Una entrevista con Óscar Jaenada, actor que le da vida a Cantinflas.

El guión intenta desesperadamente crear un envión dramático a partir de la eventual participación de Moreno en esta producción. Para generar suspenso, las escenas avanzan en cuenta regresiva hacia una conferencia de prensa que el productor Michael Todd intenta concretar con la presencia de Moreno. ¿Convencerá Todd a Cantinflas? ¿Arrancará la producción de este supuesto clásico del cine norteamericano? ¿O todo quedará en la nada?

Estos interrogantes habrán sido de una trascendencia vital para el productor Todd allá por 1955. Pero para nosotros, los admiradores de Cantinflas y espectadores del 2014, son irrelevantes.

En el contexto de una película de 106 minutos de duración, nos quedamos con ganas de ver más a Cantinflas, de reírnos con esos monólogos surrealistas que ningún otro cómico ha podido imitar. Y, claro, de entender un poco mejor quién era ese curioso individuo, ese artista espontáneo que terminó coronándose como rey del séptimo arte en su país.

Aciertos y desaciertos en el elenco

Queda lo más importante: la relación —basada principalmente en la ternura, pero también con lapsos de engaños y horizontes perdidos— entre Moreno y su esposa de toda la vida, Valentina. Mientras que la actuación de Óscar Jaenada como Cantinflas es admirable en su fidelidad al personaje original —especialmente si consideramos que Jaenada es español y que su primera visita a México fue para filmar esta producción— es la actriz Ilse Salas quien se roba la película. Utilizando un arsenal de miradas esquivas y sonrisas cargadas de dolor, Salas nos revela a una Valentina mucho más compleja y profunda de lo que las escenas que comparte con Cantinflas podrían sugerir. 

El actor estadounidense Michael Imperioli (conocido por la serie televisiva The Sopranos) es cruelmente desaprovechado en el papel de Todd, con diálogos pueriles que lo retratan como un cliché caminante del norteamericano superficial. Contrastar la inocencia de Cantinflas y sus rodajes mexicanos con el glamour brilloso de Hollywood era innecesario; Cantinflas es sinónimo de México, y su historia debería haber permanecido dentro de los límites de su patria.

Pero el intento valió la pena. Hay pocas películas que celebran con seriedad los íconos de la cultura latinoamericana, y Cantinflas capta algo del hechizo de antaño. Para todo aquel que esté mínimamente interesado en el cine de antes —el cine que lo cambió todo— vale la pena darle un vistazo a una película que al menos cuenta con una virtud imprescindible: la sinceridad.