Skip to content
 

‘Wonder Wheel’: Al filo de la fortuna

Woody Allen brilla en una tragedia con dosis de humor.


DIRECTOR
: Woody Allen
GUION: Woody Allen
ELENCO: Kate Winslet, Justin Timberlake, Juno Temple, Jim Belushi, Max Casella, Brittini Schreiber y Geneva Carr
DURACIÓN: 101 minutos

Todo en Wonder Wheel denota juventud y promesa. Empezando por la ubicación (Coney Island en los años 50) y el protagonista (un atlético y vigoroso salvavidas en la playa). Woody Allen utiliza al parque de diversiones de Brooklyn como la metáfora perfecta de Estados Unidos en ese momento: un país joven, optimista, que ha conquistado al mundo tras su victoria en la Segunda Guerra Mundial. Desde la fotografía de colores intensos y alegres, las caras sonrientes de los paseantes, los algodones de azúcar y los juegos mecánicos, el Coney Island de la película es un lugar más mítico que real. La historia servirá como contraste cruel a esa imagen rosa. Wonder Wheel no trata de imitar la realidad, sino oponerla; todo parece —y es— deliberadamente artificial. Allen ha creado una gran obra de teatro que por momentos alcanza el nivel de una tragedia griega.

Desde su torre de salvavidas, Mickey Rubin (Timberlake) observa el mundo a sus pies; familias felices, niños que juegan en la playa, vendedores de dulces, música alegre y una enorme rueda de la fortuna en el trasfondo. Observar es parte de la verdadera vocación de Mickey: quiere ser escritor. Recién graduado de la universidad, Mickey piensa aprovecha cualquier empleo para escrutar la naturaleza humana. Su eterna sonrisa y fuerte musculatura le auguran un gran futuro. Otra guapa joven, cuyo futuro no es tan prometedor, entra en el escenario. Carolina (Temple) viene huyendo de los cómplices de su mafioso marido que la quieren matar porque temen que al dejarlo los pone en peligro porque “sabe demasiado”.

Juno Temple en una escena de la película Wonder Wheel de Woody Allen

Jessica Miglio/Amazon Studios

Juno Temple en una escena de la película 'Wonder Wheel' de Woody Allen.

Carolina busca a su padre, Humpty (Belushi), quien es operador de juegos mecánicos en Coney Island y vive en un modesto departamento al lado de la Rueda de la Fortuna. Carolina confía en que a sus persecutores jamás se les ocurriría buscarla ahí, puesto que Humpty la desconoció como hija desde hace años cuando se casó con un criminal. Al llegar Carolina solo encuentra a Ginny (Winslet), su madrastra. Ginny no le garantiza que Humpty la dejará quedarse pues sigue muy enojado con ella. Además teme que el disgusto lo orille a volver a beber, lo que lo torna muy violento. Humpty llega del trabajo y efectivamente se enfurece contra Carolina, pero Ginny logra calmarlo y convencerlo de que le permita a su hija refugiarse ahí.

Ginny es una mujer frustrada y aterrada porque esta a punto de cumplir 40 años y está convencida de que ya no podrá cumplir sus sueños. Antes de casarse con un primer marido, Ginny tenía posibilidades como actriz, pero ahora trabaja de mesera. Más que nada, Ginny se siente atrapada en un matrimonio sin amor. Su situación cambia un poco cuando conoce a Mickey y su naturaleza romántica se despierta. Al joven le atrajo (como escritor) el aire trágico de Ginny y piensa que le podrá servir de inspiración para alguna obra. Ella en cambio, pierde totalmente la cabeza y se enamora apasionadamente de él. Pronto se comienza a comportar y vestir como una jovencita. La relación la lleva incluso a soñar con “revivir” su carrera de actriz. Las inseguridades y celos harán de Ginny hacen que su conducta sea cada vez más errática y comienza a alejar a Mickey. Como Humpty, recurre al alcohol para acallar sus miedos.

Allen mezcla, con excelente tino, el humor y el patetismo extremo. En boca de Mickey, quien siempre está tratando de educar a Ginny, escuchamos alusiones directas a grandes dramaturgos como Eugene O´Neill y Tennessee Williams. Los críticos han señalado a Blue Jasmine (2013), otra película de orígenes teatrales, como lo mejor que ha hecho Allen en los últimos años. Sin embargo, la cinta no era si no la reproducción de la versión teatral de Un tranvía llamado deseo que Cate Blanchett recién había realizado en teatro —y que Allen vio—. Wonder Wheel tiene algunos de los mismos elementos de la obra de Williams, y Winslet (también magistral) es una especie de Blanche Dubois. Sin embargo  el argumento de Wonder Wheel es totalmente original y demuestra lo bien versado que está Allen en la tragedia griega. Términos como Moira (destino), Ananké (universo indiferente) y, sobre todo, Fortuna (azar) se deslizan en algunos diálogos. No es casualidad que la acción tenga lugar a la sombra de la Rueda de la Fortuna a la que vemos lenta e inexorablemente moviéndose como rueda del destino. Es el azar el que lleva a que Caroline y Mickey se conozcan, con trágicas consecuencias para Ginny. También es el azar el que libra a la muchacha, por lo menos una vez, de ser capturada por los mafiosos. Ginny, sobre todo, es un gran personaje trágico.

La historia tiene una pasión e intensidad que le ha faltado a muchas de las películas de Allen en los últimos años, que parecen esfuerzos a medio cocer. Quizás Allen se identifique con el drama de una persona mayor cuyo romance con alguien más joven no puede ser más que un sueño del que se despertará cruelmente. En todo caso, la película misma es el mejor ejemplo en contra de lo que propone. A sus 81 años, Allen demuestra con Wonder Wheel que aún tiene mucho que dar.