‘Gold’: Entretenimiento puro

Gold está basada en hechos que ocurrieron en los años 90 con una compañía canadiense llamada Bre-X Minerals (llamada Washoe Mining en la película). La acción fue trasladada a Reno, Nevada en 1981. El cambio de época resultaba más conveniente seguramente para demostrar que en buena medida el fracaso del protagonista empieza con la recesión ocurrida en esa década. En la primera secuencia, vemos a Kenny Welles (Matthew McConaughey), mostrándole orgulloso a su novia, Kay (Bryce Dallas Howard), la pequeña compañía minera que heredó de su padre. Fundada por su abuelo, que llegó con pico y palo a buscar fortuna en Nevada, Washoe Mining es para Welles la cristalización del sueño americano.

Matthew McConaughey y Édgar Ramírez en una escena de la película 'Gold'.

Weinstein Company/Cortesía Everett Collection

Para sellar su amor, Welles le regala ahí mismo a Kay un reloj de oro. Lo que parece un principio de buenos augurios, se ha convertido siete años después en una causa desesperada. En lugar de oficinas, Welles ahora despacha con un puñado de empleados en el bar donde Kay trabaja de mesera. Welles es la viva imagen del fracaso. McConaughey engordó varios kilos para hacer el papel y exhibe una barriga que denota la desarrollada afición de Welles a la bebida. Además de que siempre esta medio borracho, Welles se ve desaseado y su conducta es vulgar y estridente. Con esa planta se presenta en los bancos donde antes recibían a su padre y abuelo de brazos abiertos a pedir que le presten dinero, pero nunca consigue nada. Por donde le busque, Welles solo se topa con pared. Tal vez empujado por la historia improbable del éxito de sus antecesores, Welles no se da por vencido. Gold empieza siendo la imagen descarnada del fracaso. El clásico dicho “querer es poder” se nos muestra penosamente con los indignantes fracasos y humillaciones de Welles  como “querer es querer”.

Y ese “querer es querer” finalmente parece abrirle una luz en el camino cuando encuentra la tarjeta de un geólogo a quien había conoció en mejores circunstancias. Empeñando los últimos objetos de valor que le quedan, y jugándose el todo por el todo, Welles viaja a Indonesia a buscar a Acosta (Édgar Ramírez). El sofisticado y reputado geólogo (de origen venezolano e inglés), lo recibe y se deja convencer de que juntos emprendan una búsqueda de oro en el país asiático. Antes de hacerlo, Welles le pide a Acosta que le firme un contrato. En una servilleta de papel Welles escribe unas palabras que indican un reparto de 50-50 por ciento entre los dos. Una vez que Acosta lo firma, Welles, quien es dado a los grandes gestos, le entrega el contrato a Acosta; así sellan un trato basado en la confianza.

Teniendo el nombre de Acosta como socio le abre ciertas puertas a Welles, quien logra de regreso en Estados Unidos convencer a suficientes personas para que le den dinero y comenzar las exploraciones en la jungla de Indonesia. La improbable amistad entre el enigmático y equilibrado Acosta y el escandaloso Welles es lo mejor de la película. Acosta, quiere y protege a Welles a pesar de su increíble incompetencia, e incluso se hace cargo de él cuando sufre de un grave ataque de malaria.

Después de muchos obstáculos en los que Welles aparece condenado a caer  siempre en el lodo (literal y figurativamente), la incansable búsqueda rinde frutos. Acosta encuentra oro y hasta Wall Street llega la noticia de que podría ser el descubrimiento más espectacular de la década. El problema es que en un mundo donde no hay más riqueza que la especulativa, los dos novatos tendrán que defender como puedan el control de la compañía que ha despertado la ambición de  los elegantes funcionarios. Lo que al principio parece una película de aventuras en la selva, se convierte en una batalla de astucia para mantener a raya a los lobos financieros que piensan que fácilmente podrán manejar a un vulgar borracho.

Gold regala al público varios momentos de catarsis cuando vemos que los que antes humillaron sin misericordia a Welles, buscan descaradamente congraciarse con él cuando cambia su fortuna. Además, cuando parece que ya sabemos hacia dónde va, la película continúa dando varias vueltas de tuerca insospechadas. El papel de Acosta le da a Ramírez la oportunidad de exhibir no solo sus dotes actorales, sino su espectacular carisma, y seguramente consolidará la ya de por sí ascendente carrera del venezolano. Aunque no pretende de ninguna manera ser una película de “arte”, Gold sí tiene por lo menos una gran idea: cuando de ambición se trata, cada quien ve lo que quiere ver.