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‘Chavela’: Con el alma en la garganta

El documental narra cómo la cantante se reinventó pasados los 70 años.


DIRECTOR: Catherine Gund y Daresha Kyi 
ELENCO: Chavela Vargas, Pedro Almodóvar, Elena Benarroch, Miguel Bosé, Patria Jiménez Flores, Mariana Gyalui, Eugenia León, Tania Libertad, Jesusa Rodríguez, Liliana Felipe, José Alfredo Jiménez Jr., Diana Ortega y Betty-Carol Sellen
DURACIÓN: 93 minutos 

Tequila, dolor y canto: la combinación era sinónimo de la personalidad artística de Chavela Vargas. Reinventarse sin el primer ingrediente fue el gran reto que le acabó dando el éxito sin reservas a la cantante costarricense, naturalizada mexicana. “Empecemos con ‘para donde voy y no de dónde vengo’” dice Chavela en la entrevista que le hicieran en 1991 y que es la base del documental Chavela. Su respuesta la retrata de cuerpo entero y también revela el sentido más profundo de su historia: Vargas tenía 71 años cuando dijo esto; el tiempo le daría la razón. El regreso de Chavela después de su desaparición de los escenarios a finales de los años 70 es un triunfo no solo sobre el paso de los años, sino de la voluntad que la llevó a superar el alcoholismo. Chavela siempre luchó sola contra el mundo, pero pudo renacer de sus cenizas solamente cuando logró vencerse a sí misma. 

Isabel Vargas Lizano nació en 1919 en Costa Rica y se fue a vivir a México a los 17 años. Ahí murió a los 93. Empezó cantando en las calles, hasta que a finales de la década de los 50 debutó en el bar El Alacrán. Isabel había huido de su país porque, desde su propia familia hasta la iglesia, la condenaban por su evidente homosexualidad. Aún antes de que la niña entendiera por qué prefería vestirse de hombre, otros habían decidido por ella que era culpable de algo. En México, casi por casualidad encontró un nicho en los bares y antros de la época que llenaban las melodías de artistas como José Alfredo Jiménez. El compositor mexicano cantaba al amor y al desamor con letras en las que el alcohol acentuaba siempre la emoción. Chavela se convirtió, según Jiménez, en su mejor intérprete.

spinner image Retrato de la cantante Chavela Vargas
'Chavela' se reinventó después de los 70 años.
Maj Lindström/Cortesía de Chavela

Chavela intentó ajustarse a los cánones de la época en lo que se refiere a las cantantes de ranchero, pero cuando se vistió de crinolina, tacones y trenzas, fracasó rotundamente. Fue así que desafiando a la sociedad se puso pantalón y un poncho. El público la aceptó en su sinceridad. Desde su vestimenta hasta el hecho de que cambiara al mariachi por una guitarra Chavela reinventó el género. El escritor mexicano Carlos Monsiváis describió así el talento único de Chavela “supo expresar la desolación de las rancheras con la radical desnudez del blues”. Chavela no solo estremecía las fibras más íntimas del corazón con su desgarradora voz, sino que demostró pertenecer al reducido circulo de artistas que dejaban el alma en el escenario como Edith Piaf y Judy Garland.

Su vida misma fue ejemplo que abrió brecha al movimiento gay con su desafiante afirmación de sus preferencias sexuales y le dio valor a otros (y sobre todo, otras), de no avergonzarse de su condición. En el documental, Chavela insinúa que entre sus posibles amores podría haber estado la misma Frida Kahlo y Ava Gardner. Sin embargo, ya para finales de los 70 lo que parecía una libre y desenfadada vida bohemia se había convertido en un infierno, atrapada como estaba en las garras del alcohol. Chavela, que siempre había tomado tequila para poner un “acento” a su canto, ya no podía ni sostenerse en pie: los empresarios dejaron de contratarla. Según cuenta ella misma en el documental, fue con la ayuda de un chamán que logró superarlo y volvió a resurgir a principios de los 90. Las dueñas del bar El Hábito en la capital mexicana, le ofrecieron que se presentara ahí. De todos los momentos en el documental, hay uno que es invaluable, de ser cierto, y es cuando Jesusa Rodriguez y Liliana Felipe cuentan como Chavela, nerviosísima antes de entrar al escenario, les pidió un tequila. Ellas, sabiendo de su problema de adicción se lo negaron y le dijeron que si no podía cantar sin ayuda del alcohol, cancelaban en ese instante su aparición. Para sorpresa de la propia Chavela, no sólo se atrevió a salir al escenario, sino que descubrió por primera vez que la intoxicación que le causaba cantar era aun más fuerte (y placentera) que la etílica. De ahí su única adicción se volvió el escenario.

En 1993, el director Pedro Almodóvar la vio cantar en la Sala Caracol de Madrid y la invitó a  colaborar en la banda sonora de La flor de mi secreto y Carne trémula. Además promovió su presentación en el teatro Olympia de París. El resto es historia. Además de Almodóvar, muchas personalidades como Miguel Bosé, Eugenia León y Laura García Lorca, entre otros, aparecen en el documental hablando de su admiración por Chavela. Pero el mejor testimonio de su grandeza está en su propia voz cuando la escuchamos cantando algunos de sus mayores éxitos como "La llorona", "Paloma negra", “Soledad” y “Piensa en mí”. Almodóvar resume así la importancia de la cantante: “Vargas hizo del abandono y la desolación una catedral en la que cabíamos todos”. Sobre todo, Chavela será siempre un ejemplo universal de que “nunca es tarde cuando la lucha es buena”.