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'El clan': Tema fuerte; película blanda

El éxito de taquilla en Argentina abre en EE.UU.


DIRECTOR: Pablo Trapero
GUIÓN: Pablo Trapero, Julián Loyola y Esteban Student
ELENCO
: Guillermo Francella, Peter Lanzani, Inés Popovich, Gastón Cocchiarale, Giselle Motta y Franco Masini
DURACIÓN: 110 minutos

Hay un gran tema en El Clan: la secuela siniestra que dejó la más brutal de las dictaduras argentinas. La junta cívico-militar encabezada por tres generales de las fuerzas armadas tomó el poder el 24 de marzo de 1976 y duró hasta diciembre de 1983. Durante esos años tuvo lugar la  llamada “guerra sucia”—terrorismo de estado caracterizado por la aprensión ilegal, tortura, desaparición y muerte de miles de personas; robo de recién nacidos, y otros crímenes de lesa humanidad. La historia de El Clan comienza con el fin de la dictadura y el ascenso del gobierno democrático de Raúl Alfonsín. La película se centra en uno de los muchos operadores de la dictadura que se vieron desempleados y bajo la amenaza de tener que rendir cuentas de sus actos. Aunque Alfonsín trató de que se enjuiciara a los que cometieron violaciones a los derechos humanos, la mayoría de los que sólo “obedecían órdenes” no fueron detectados, y varios siguieron haciendo lo que siempre hicieron —torturar y asesinar— bajo la más inocua apariencia de “normalidad”. 

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El Clan está basado en la historia real de la familia Puccio, cuyo patriarca, Arquímedes (Guillermo Francella), es justamente uno de esos paramilitares acostumbrados a hacer el trabajo sucio que les ordenaban sus superiores sin reflexionar. Lo único que ahora entiende Arquímedes es que los privilegios que venían con el trabajo están a punto de desaparecer. ¿Y cómo podría seguir manteniendo su estilo de vida sino ejerciendo el único oficio para el que está capacitado? El problema es que ahora Arquímedes tiene que funcionar dentro de la aparente honorabilidad de su posición social, en un gobierno donde el terrorismo de estado ya no es la norma.

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spinner image Escena de la película argentina El Clan
'El clan' relata la historia real de la familia Puccio.
Cortesía de Fox International

En apariencia, los Puccio siguen siendo una típica familia de clase media alta en el barrio bonaerense de San Isidro; en realidad, Arquímedes se dedica al secuestro y extorsión de gente acaudalada de su entorno a los que aun después de recibir jugosas recompensas en dólares, asesina a sangre fría. Arquímedes y su esposa tienen seis hijos, de los cuales el mayor, Alejandro, colabora activamente con su padre para identificar y secuestrar a sus contemporáneos adinerados. Alejandro es estrella del equipo nacional de rugby y a todas luces un hijo modelo. La cinta nos muestra escenas familiares en las que Arquímedes se comporta como un patriarca autoritario pero indulgente, por lo que es difícil discernir la abierta complicidad de la madre y el vástago mayor (las dos hijas adolescentes sospechan que algo raro ocurre en su propia casa, pero no se atreven a cuestionar a sus padres). Vemos a los Puccio viendo la tele, rezando antes de cenar y comportándose como cualquier familia de los años ochenta en cualquier país latinoamericano. Francella nunca pierde su expresión impasible; ni cuando se dirige a su clan, ni cuando tortura en una habitación a prueba de ruido a sus víctimas.

Fuera de lo que podemos colegir por los diálogos con otros compañeros desplazados por el nuevo orden, la película nunca nos adentra en la mentalidad de Arquímedes. Tal vez opera solo por instinto, sin reflexionar, como seguramente hacía en el pasado, pero el director y coguionista Pablo Trapero no se arriesga a interpretar y profundizar en sus personajes. Simplemente nos muestra una recreación de los hechos, que bien podría haber sido usada en un documental. Una recreación magistral por el trabajo de cámara, la iluminación y el estilo típico de la cinematografía de los años ochenta, pero aun así carente de una mirada cercana. Detalles menores, si se quiere, pero tocando un tema tan rico como el de las secuelas siniestras de la brutal “guerra sucia” en Argentina, se esperaría más. Por ejemplo, ¿qué clase de sociedad puede de un día para otro “cerrar los ojos” y pretender que actividades nefastas que en el pasado eran aceptables pueden simplemente olvidarse y continuar como si nada? Este es solo uno de los muchos aspectos que Trapero ignora en aras de solo utilizar el momento histórico que vivía Argentina para hacer su propia versión de El Padrino (Francis Ford Coppola, 1972).

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El Clan ha roto varios records de taquilla en Argentina y le valió a Trapero el premio a mejor director en el Festival de Cine de Venecia en 2015, pero tal vez esto tiene que ver más con su trayectoria y con el fascinante argumento que con el mérito de la película en sí. Con Mundo Grúa (1999) y El Bonaerense (2002), Trapero se convirtió en puntal del llamado Nuevo Cine Argentino. Después dirigió cintas más comerciales pero aún interesantes como Leonera (2008) y Carancho (2010). En El Clan, Trapero al parecer se decidió a tomar una ruta intermedia y, como Arquímedes, utilizó el oficio desarrollado en su pasado como cineasta independiente para funcionar en el contexto de un cine comercial más inocuo.

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