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'Ingrid Bergman: In Her Own Words', un poderoso testimonio

El nuevo documental nos muestra una estrella—y madre—inalcanzable.

DIRECTOR: Stig Björkman
GUIÓN: Stig Björkman, Dominika Daubenbüchel y Stina Gardell
ELENCO
: Ingrid Bergman, Pia Lindström, Isabella Rossellini, Ingrid Rossellini, Roberto Rossellini, Alicia Vikander, Sigourney Weaver y Liv Ullmann
MÚSICA: Michael Nyman
DURACIÓN: 114 minutos

Sin proponérselo, Ingrid Bergman: In Her Own Words, un documental que pretende ser únicamente una celebración de la actriz sueca, termina revelando algo más: la historia de una mujer que en la vida real resultó tan inalcanzable para sus propios hijos como para el público. Aunque al parecer salieron bastante ilesos de las constantes ausencias y el franco abandono de su madre, es difícil no imaginar su dolor cuando los vemos jugando tan vulnerables al cargo de una estrella que proyecta lo mismo que en pantalla: perfección, sí, pero fugaz.

Ingrid Bergman nació en Estocolmo el 29 de agosto de 1915 y murió el mismo día 67 años después en Londres. El padre de la futura actriz era fotógrafo aficionado que capturó imágenes de su bella hija prácticamente desde que nació. Además—en voz de la nueva sensación sueca en Hollywood, Alicia Vikander—escuchamos fragmentos de su diario. El documental arranca con la lectura de una de esas páginas íntimas cuando a los 14 años rogaba: “Dios, por favor, no permitas que muera papá”. Su madre había fallecido cuando Ingrid tenía tres años y la muerte de su progenitor la deja completamente sola, dado que era hija única. No queda claro quien quedó a su cargo, pero sí que estaba determinada a ser actriz.

A los 21 años, protagoniza la primera cinta que la lanzaría al estrellato en Suecia: Intermezzo (Dir., Gustaf Molander, 1936). Tres años después, repite en Hollywood la versión en inglés y Bergman se convirtió rápidamente en una de las superestrellas más exitosas de todos los tiempos. En 1942 obtiene su rol más conocido: Ilsa Lund en Casablanca (Dir., Michael Curtiz). El documental intercala imágenes de sus grandes éxitos en pantalla con los de su vida familiar y la lectura de algunas cartas privadas. En una de ellas, por ejemplo, le confiesa a una amiga que, de gira por Europa para entretener a las tropas durante la Segunda Guerra Mundial, conoció y se enamoró de Robert Capa. Según revela, el gran fotógrafo húngaro le advirtió que tuviera cuidado con la fama, más peligrosa que el infortunio por su gran poder corruptor. En Hollywood, la esperaban su esposo, el médico sueco Petter Lindstrom, y su pequeña hija, Pia.

Foto de la actriz sueca Ingrid Bergman con sus hijos Roberto, Isabella e Ingrid Rossellini

CORTESÍA RIALTO PICTURES/MANTARAY FILM/WESLEYAN CINEMA ARCHIVES

Ingrid Bergman con sus hijos Roberto, Isabella e Ingrid Rossellini.

La actriz regresó al hogar y a los estudios en Hollywood. El documental muestra momentos de su vida familiar mientras vemos imágenes de las cintas que iban consolidando su carrera, en especial aquellas que realizó con el gran director inglés, Alfred Hitchcock (Spellbound, 1945; Notorious, 1946; y Under Capricorn, 1949). La legendaria ruptura matrimonial vendría en 1949 cuando la actriz se va a Italia a filmar Stromboli con Roberto Rossellini. El consecuente escándalo que ocasionó su abandono de marido e hija para irse con el director (también casado), es tema de leyenda; hasta en el piso del senado estadounidense se discutió la inmoral conducta de la actriz.

En una carta Bergman le pide a Lindstrom que ojalá algún día la perdone y le permita tener acceso a las películas caseras que dejó en su casa. “Me gustaría tener oportunidad de verme cuando era joven,” le dice. A su propia hija no la volvió a ver hasta seis años más tarde, cuando Pía tenía 18. Y sin embargo, vemos también imágenes idílicas de estos tiempos en Italia. La actriz ríe feliz y amorosa en la playa con Rossellini y con los tres hijos que tuvo con él; Roberto y las gemelas Ingrid e Isabella. Ingrid Bergman: In Her Own Words fue realizado a instancias de esta última. Bergman eventualmente abandona a sus hijos cuando se divorcia de Rossellini en 1957. El documental registra que cuando Roberto y las gemelas tenían ocho y seis años, respectivamente, ya vivían sin sus padres en una casa en Roma. Ingrid se había ido a Francia a trabajar y a vivir con otro hombre, mientras que Roberto vivía en la misma ciudad, pero en otra casa con su tercera esposa.

Aunque difieren en cuanto al efecto que tuvo el abandono de su madre, los cuatro vástagos coinciden en que de todas formas hubiera sido imposible resentir a un ser tan encantador, luminoso y carismático como Ingrid. Hay solo algunos atisbos de reproche. Pia dice: “Era sensacional, pero los niños le aburrían; ¿qué le vamos a hacer?” En una de sus últimas entrevistas, Bergman dice: “No me arrepiento de nada”, frase que tiene un eco negativo para Ingrid hija, quien se pregunta si el dolor que sus ausencias le causaban a ella y a sus hermanos no hubiera sido suficiente para moverla a otra conclusión. Cuando se le pregunta si en algún momento llegó a odiarla, ella contesta que no se puede odiar a quien no se conoce de cerca; el odio requiere presencia constante.

Quizás sea solo en la ficción que se dan los ajustes de cuentas. En Sonata de Otoño (1978), el director Ingmar Bergman creó para la actriz el papel de una egoísta concertista de piano que abandonó a sus hijas en aras de su carrera y su realización personal. La artista en el ocaso de su vida se encuentra sola y enfrentando las consecuencias de abandono en el rencor infinito de su hija (Liv Ullmann). Tal vez haya más verdad en esa, su última película, que en Casablanca, cuando estaba en la cúspide de su juventud y belleza.

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