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'Enemy'

Un profesor se obsesiona con su doble físico – un actor de cine.

Director: Denis Villeneuve
Guión: Javier Gullón (inspirado en El hombre duplicado de José Saramago)
Elenco: Jake Gyllenhaal, Melanie Laurent, Sarah Gadon e Isabella Rosellini
Duración: 90 minutos

En algún momento de Enemy, Adam Bell, el protagonista, se busca en Google. La escena es emblemática de la contribución específica que hace Enemy al asunto siempre esquivo de la identidad y lo que sugiere es aterrador. No solo estamos perdidos en las marañas de nuestra propia mente, sino aun más lejos,  afuera de nosotros mismos, atrapados —quizás— en  una pantalla controlada por otros. Con este toque, el director Denis Villeneuve inserta de lleno en la modernidad un tema que ha sido explorado desde hace siglos en infinidad de disciplinas y modalidades: el doble. 

Adam, interpretado por Jake Gyllenhaal, es un profesor agobiado por el tedio de su vida monótona y estéril. A sugerencia de un colega de la universidad en Toronto donde enseña historia contemporánea, Adam renta una película donde descubre en un papel secundario a un hombre que es su copia exacta. Adam se obsesiona por encontrar a Anthony Clair (el mismo Gyllenhaal), pues le parece que la vida del actor debe ser mucho más excitante que la suya. A Anthony efectivamente parece irle mejor. Es arrogante, conquistador y seguro de sí mismo. Adam propicia un encuentro y con el tiempo la relación se va tornando más perturbadora. Ambos se ven como amenazas a su sentido de exclusividad. 

Jake Gyllenhaal y Melanie Laurent en una escena de 'Enemy'.

CORTESÍA RHOMBUS MEDIA

Jake Gyllenhaal y Melanie Laurent en una escena de 'Enemy'.

El guión de Javier Gullón está inspirado en la novela El hombre duplicado del Nobel portugués, José Saramago. Sin embargo, si vas a reducir una película a un juego de signos como lo hace  Villeneuve, hay que ser más rigoroso en su codificación. A pesar de su título, Enemy  no explicita el sentido del doble como enemigo, como lo entendieron escritores de la talla de Fyodor Dostoevsky y el mismo Saramago. 

Por otro lado, le resta importancia al empleo, que es también vital en la tradición literaria rusa donde el protagonista tiene como sino ser un burócrata, un hombre mediocre, un oficinista cuyo trabajo es un callejón sin salida. Aunque Villeneuve presenta a Adam como un empleado aburrido, ser profesor de universidad en Toronto no es precisamente una labor desdeñable. Se puede prescindir de la denuncia que implícitamente conlleva la tradición del doble —al sistema de clases, principalmente— pero no del contraste. El doble es por fuerza un opuesto. En el discurso de Vlilleneuve ambos personajes son prácticamente lo mismo. Incluso visualmente, no hay elementos clave para distinguirlos. Ambos pertenecen al mismo nivel social. El departamento de Anthony es más lujoso (inexplicable para un actor secundario), está casado y su esposa, embarazada, pero nada más. La diferencia es impuesta y artificial. Además de su trabajo en la universidad, Adam también tiene una novia bellísima (Melanie Laurent). 

Finalmente, Enemy, termina prescindiendo de lo más importante de la ecuación: el  “yo.”  El yo amenazado por la existencia del otro. El Adam original, no se define nunca como personaje y por lo tanto, Anthony termina siendo la sombra de una sombra. Y tal vez este sea el punto. El “yo” de los tiempos modernos no es más que un espectador pasivo; indistinguible de otros en su sujeción a la realidad virtual. Ante esto, tanto Adam como Anthony están igualmente perdidos. Ninguno es protagonista de su propia vida. Adam se tiene que encontrar como extra en una película y cual Narciso, se pierde en su propio reflejo. La realidad, parece decirnos Villeneuve,  no es más que un juego de espejos, o de pantallas, en este caso. 

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