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'Dawn of the Planet of the Apes', civilización vs. barbarie

Un nuevo capítulo en la saga del planeta de los simios.

Keri Russell,el Planeta de los Simios

CORTESÍA 20TH CENTURY FOX

Keri Russell enuna escena de 'Dawn of the Planet of the Apes'.

Director: Matt Reeves       
Guión: Rick Jaffa, Amanda Silver, Mark Bomback (basados en la novela de Pierre Boulle, La Planète des Singes)
Elenco: Andy Serkis (Caesar), Keri Russell (Ellie), Toby Kebbell (Koba), Jason Clarke (Malcolm), Gary Oldman (Dreyfus) y Kirk Acevedo (Carver)
Duración: 120 minutos

Aunque superior a la anterior película de la saga, Rise of the Planet of the Apes (Dir., Rupert Wyat, 2011), esta secuela es una película de calidad dispareja. También sufre en comparación con la original de 1968—el estándar con el que se han medido, y medirán irremediablemente, todas las que le siguen. Basada en el libro del escritor francés, Pierre Boulle (autor también de El Puente Sobre el Rio Kwai), la cinta protagonizada por Charlton Heston y dirigida por Franklin Schaffner, era una visión aterradora de un futuro en el que los seres humanos habían involucionado hasta perder el habla y eran sometidos por simios tiránicos. La novela entronizaba con los miedos a los sistemas totalitarios típicos de la llamada Guerra Fria,”  al estilo de Animal Farm de George Orwell (1945). Dawn of The Planet of the Apes desperdicia la oportunidad de recrear ese terror colectivo al sometimiento brutal de seres que se comportan como animales, e inventa otra cosa que no es necesariamente mala, pero que se deslinda de ese temor atávico y por lo tanto dificulta una verdadera empatía.

Diez años después de que una plaga viral prácticamente ha despoblado al planeta Tierra, los simios son la especie dominante — o por lo menos eso creen ellos. Organizados bajo el liderazgo de Caesar en un bosque en las afueras de San Francisco, los monos piensan que la especie humana ha desaparecido. Sin embargo, un encuentro inesperado con un grupo que se adentra en sus terrenos, les hace ver su error. El grupo comandado por uno de los humanos sobrevivientes, Malcolm, está tratando de  poner nuevamente en operación una represa que devolvería a San Francisco electricidad. La ciudad ocupada por algunos cientos de humanos sobrevivientes a la plaga, ha vivido en tinieblas.

Dawn of The Planet of the Apes pretende un discurso ecológico que contrasta los afanes “civilizadores” de los seres humanos y la armonía con la naturaleza en la que viven los simios. El guión tiene el acierto de mostrar que la supuesta “armonía” en la que viven los primates es frágil puesto que el liderazgo benevolente de Caesar es desafiado por un resentido y cruel Koba—apodo del dictador Stalin, por cierto. Koba insiste en que no se debe confiar en los humanos y resiente la ayuda que Caesar está dispuesto a darles para que pongan nuevamente en funcionamiento la presa. Esta es la trama a grandes rasgos, pero su desarrollo resulta demasiado convulsionado y es muy difícil seguir el hilo narrativo—y el interés.

De haberse profundizado en esta tensión, Dawn of The Planet of the Apes podría haber funcionado como una alegoría del colonialismo y de “la misión del hombre blanco,” o por lo menos, hubiera mantenido el foco. Sin embargo, el filme no pretende ir tan lejos y se conforma con desarrollar una lucha convencional entre seres humanos con armas y animales (superiores en número), pero que pelean con estacas. Las carencias del argumento son llenadas por un discurso visual que transmite el horror de lo primitivo como una amenaza siempre latente al progreso del hombre. El mito de la ciudad —máxima expresión de civilización desde los griegos—amenazada por la naturaleza indómita que la rodea, está en el corazón de todos los mitos culturales. Es en esto donde, a pesar suyo, la película triunfa. Lo que no pudo expresar en la narrativa, se explica a sí mismo en lo visual.

Dawn of The Planet of the Apes vale la pena verse como espectáculo ya que en cuanto al desarrollo de los personajes, deja mucho que desear, salvo la brillante excepción de Caesar. Gracias a la extraordinaria actuación de Andy Serkis, Caesar resulta un líder creíble y entrañable, y lo más sorprendente es que consigue proyectar una gama de emociones aun a través del pesado maquillaje. Al igual que en la película The  Hobbit como Gollum, el magistral actor inglés lo dice todo con los ojos.    

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