Vida Sana
Lara Solanki/Netflix
Datos sobre Sykes
| Wanda Sykes quiere hacerte reír. "Sin el humor estamos perdidos", dice la comediante y actriz de estilo algo irreverente, cuya extensa carrera ha incluido escribir para Chris Rock (y ganar un premio Emmy por ello), robarse el espectáculo con innumerables apariciones en series de televisión y películas, y dominar en el escenario como comediante de monólogos. Después de un año difícil en muchos sentidos, Sykes espera que su nueva serie de comedia, The Upshaws (que llegará el 12 de mayo a Netflix - enlace en inglés), te proporcione un poco de evasión y te haga reír. En una charla reciente con AARP, Sykes habla del momento en que abrió la puerta a la comedia y de cómo se mantuvo real durante la cuarentena.
Me encanta trabajar en este medio. La televisión es lo más parecido a estar en el escenario y hacer monólogos cómicos en vivo. Grabábamos delante de un público en directo en el estudio antes de que llegara la COVID y tuviéramos que cerrar. No hay nada como esas noches de grabación y jugar con el resto del reparto y trabajar con Mike (el coprotagonista Mike Epps). Tenemos la oportunidad de hacer pequeños diálogos entre nosotros y agregar cierta improvisación a los guiones; simplemente estamos haciendo un gran trabajo saliendo al escenario con guiones sólidos. Eso lo hace más divertido.
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Mantener la parte cómica y el aspecto real
Intentamos mantenernos enfocados. (The Upshaws, protagonizada por Kim Fields, la famosa "Tootie" de Facts of Life, sigue las luchas y los triunfos de una familia negra de clase trabajadora en Indiana). Todos los episodios no van a tener un final feliz ni estar atados con un lazo bonito porque la vida no funciona así. Si creemos que algo proviene de un lugar real, nos vamos a lanzar de lleno a ello.
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La creación de una comediante
Cuando era muy pequeña, quería hacer reír a la gente de la misma forma que lo hacían ellos (sus padres). Mi madre es una buena imitadora, dice la verdad; mi padre es más bromista. Yo hacía más bien observaciones y no tenía el remate del chiste. Decía: "La peluca de esta señora está torcida", pero no tenía gracia. Eso era simplemente ser mala y me metía en problemas.
No fue hasta más tarde, cuando estaba en quinto o sexto grado, cuando aprendí a hacer algún chiste. Había una fiesta en el vecindario. Todos los adultos habían estado bebiendo todo el día, y uno de los adultos mayores se cayó, se golpeó la cabeza contra el bordillo y se hizo una herida muy fea, así que tuvimos que llevarlo al hospital. Una de las vecinas estaba sobria y mi madre me dijo: "Wanda, ve con ella", porque teníamos que ir a una base militar y ella no sabía cómo moverse por allí. Llegamos a la sala de emergencias y el médico comienza a preguntarnos sobre el herido: "¿Hay algo que debamos saber?" Y yo dije: "Yo no lo pondría cerca de una llama abierta". Todo el mundo se echó a reír, porque apestaba a alcohol, y se me encendió la bombilla. "Ah, pensé, así se hace. Ahora lo entiendo". Podría haber dicho simplemente "está borracho". Y comprendí.
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