‘Una mujer fantástica’: La negación del otro

Marina (Vega) y Orlando (Reyes) forman una bonita pareja. La diferencia de edades es lo único que podría llamar la atención. Ella es una joven mesera que aspira a convertirse en cantante de ópera; él, un exitoso hombre de negocios, de 63 años. Viven juntos y planean su futuro. Tras una romántica cena en la que Orlando le revela que ha comprado boletos de avión para irse de vacaciones, regresan a su departamento y se duermen. En la noche, Orlando se siente mal. Marina se lo lleva al hospital, pero él muere poco después. Aparte de lidiar con su dolor, Marina se tiene que enfrentar desde el primer momento a la sospecha y el desprecio de los mismos doctores y autoridades que van a levantar el acta de fallecimiento. Para los médicos, ella no tiene derecho a estar ahí puesto que no es un familiar. La policía, después de revisar su identificación, no puede ocultar su desconfianza cuando ven que nació como hombre. Marina se sale del típico modelo de trans que conocemos por los medios. Su forma de vestir y maquillarse es discreta y toma tiempo darse cuenta de que quizás no es una mujer como las conocemos convencionalmente. Cuando la familia de Orlando comienza a llegar, Marina ya ha tenido suficiente y sale apresuradamente del hospital. Ahí comienza su odisea.

Orlando se había separado de su esposa y de sus hijos, ya adultos, desde que comenzó a aceptar su relación con la joven mesera. Para todos los efectos prácticos, su familia ya no era la oficial, sino Marina. De no ser transgénero, Marina hubiera recibido probablemente la protección de la ley. Aun en una sociedad tan conservadora como la chilena, el vivir juntos debe suponer ciertos derechos legales. No solamente se le niegan, sino que la joven empieza a ser investigada por abandonar rápidamente el hospital. La policía sospecha que ella podría tener algo que ver con el aneurisma de Orlando y él que no fuera llevado a tiempo a Emergencias para salvarse. El hijo de Orlando la cuestiona sospechando que orilló a su padre a hacer el amor esa noche (indirectamente insinuando que fue tal actividad la que lo mató). Marina tiene amigos que la apoyan y tratan de consolarla, pero lo que más le pesa en medio de tantos agravios es que la familia de Orlando le ha pedido terminantemente que no asista al funeral. “Ten un poco de dignidad”, le dice uno.

Por otro lado, el dolor que siente Marina por la pérdida de su ser amado, contrasta con la agresividad de los que legalmente siguen siendo la “verdadera familia”, cuya única preocupación es, por supuesto, monetaria. Marina tiene que evacuar inmediatamente el departamento de Orlando, y hasta el auto le exigen que devuelva. En una de las escenas más brutales, la exesposa de Orlando la enfrenta en el estacionamiento del edificio de departamentos donde vivía con el fallecido para pedirle las llaves del coche. La mujer parece razonable (a diferencia del hijo) y habla tranquilamente con Marina, hasta el momento en el que le dice: “Es que no te veo, no sé lo que tengo enfrente: eres una quimera”. Es decir, no solamente la despojan de cualquier derecho a tener alguna seguridad económica (que es lo que hubiera querido Orlando), si no que ni siquiera le reconocen la realidad de su cuerpo y le niegan lo que a Marina más le duele: que se despida del cuerpo de su amado. Marina accede dócilmente a todas las peticiones de la familia.

El director Sebastián Lelio tenia en mente a otra actriz cuando escribió el guion y solo se había acercado a Vega (actriz y cantante transgénero) como asesora, pero le impresionó tanto la personalidad e inteligencia de la actriz, que en se decidió a ofrecerle el papel principal. En ese sentido, Una mujer fantástica es casi un documental-ficción en el que estamos viendo a un ser humano representando para la cámara la dura realidad que tienen que enfrentar los que, como Daniela, han tenido la osadía de mostrar en su propio cuerpo lo que les dicta su verdadera esencia.